Por Jaime Cedillo Feijóo
Publicado en la Revista El Observador (junio del 2016)
“El periodista es un espía al servicio del ciudadano”. La frase le corresponde al destacado escritor Fernando Savater. Eso es justamente lo que ha realizado El Observador a lo largo de sus 18 años de vida: ser leales con nuestros lectores, haciendo un trabajo periodístico honesto, sin cálculos, jamás hemos puesto por delante intereses personales, siempre buscamos decir la verdad, aunque esa realidad incomode a ciertos “personajes” que ostentan los poderes políticos, sean estos locales como nacionales. Nunca hemos tenido temor en denunciar actos de corrupción cometidos por funcionarios públicos, por más poderosos que se crean. Siempre ha triunfado la veracidad. Recuerdo el caso de la demanda que por supuesto daño moral, presentó F. Cordero cuando ejercía la Alcaldía de Cuenca, en contra de este medio de comunicación. La lucha que emprendimos en defensa de la libertad de expresión, rindió sus frutos, triunfó la certeza; las presiones no dieron resultados, porque las denuncias que publicamos en ese entonces de una serie de irregularidades cometidas en esa ingrata administración municipal, fueron comprobadas por un juez que no se dejó impresionar. El demandante se quedó con los churos hechos y la bata alzada, pues no recibió ni un centavo por su moral. La ayuda internacional que recibimos de Periodistas Sin Fronteras o de la Sociedad Interamericana de Prensa, fue enorme, su solidaridad nos fortaleció en esa lucha desigual entre David y Goliat. Mirando en retrospectiva, la tarea ha sido ardua, con sinsabores, pero apasionante, leales y críticos. Mucha agua ha corrido bajo el puente de la verdad. En el décimo octavo aniversario de vida de El Observador, hemos logrado caminar de la mano con la gente común y corriente, con el pueblo de a pie, sin salirnos del camino trazado desde que nos dimos cuenta que nuestra misión en la vida será hacer periodismo para defender la libertad de expresión y los derechos humanos, sin temor ni favor. Mi reconocimiento y gratitud a todos aquellos seres humanos que de la manera más desinteresada han sido parte de esta “aventura” periodística, escribiendo sus opiniones y pensamientos sobre los más variados temas de los acontecimientos del país y del mundo. Su ayuda ha sido y seguirá siendo invaluable, vital, para poder seguir juntos combatiendo la mentira, que como dijo Immanuel kant, es la “llaga de la humanidad”, y los periodistas tenemos que luchar contra esa llaga. Cuando van a entender los gobiernos, decía Savater, que los “medios están para marcar los límites de los gobiernos y, aunque sea lamiéndose las heridas, el gobierno está para agradecer que alguien le sirva de espejo negativo para su propia función. Así es el juego democrático, y así debe seguir siendo”.
Disfruten amigos observadores de los temas preparados para esta nueva edición, con la misma pasión de siempre y hasta siempre.
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