viernes, 17 de junio de 2016



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CreditLinda Huang
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El mundo ha avanzado tanto para reducir la diseminación del sida y darle tratamiento a quienes tienen VIH que la epidemia ya no es un tema central de las políticas públicas.
Sin embargo, sin importar cómo se analice, esta enfermedad todavía representa una amenaza seria. El año pasado, 1,1 millones de personas murieron por causas relacionadas con el sida y 2,1 millones fueron infectadas con el virus. Aunque ha disminuido el número de muertes en los últimos cinco años, el número de personas que se infectan, en esencia, se mantiene al mismo nivel.
La ONU anunció la semana pasada que su objetivo es que para 2030 la enfermedad deje de extenderse. Se trata de una meta encomiable y ambiciosa que solo podrá alcanzarse si cada país realiza campañas para dar tratamiento a todos los pacientes que tienen el virus y restringir el número de infecciones nuevas.
Ya se cuenta con los medicamentos y conocimientos necesarios para hacerlo pero en muchos países todavía no se otorga el dinero ni la voluntad política, que son indispensables.
Además de resaltar lo que sucede alrededor de la enfermedad es crucial que los países ricos, como Estados Unidos, continúen aportando con generosidad para respaldar acciones que deben tener un alcance global.
De acuerdo con Naciones Unidas, para 2020, tanto quienes aportan donativos como los países de ingresos bajos y medios necesitan aumentar el gasto —que en 2014 se ubicó en casi 19.200 millones de dólares— a 26.000 millones de dólares.
Aunque la cifra es elevada, las muertes a causa del sida han bajado 36 por ciento desde 2010. Esto se debe, en gran medida, a que muchas personas están recibiendo medicamentos antirretrovirales; en 2015 fueron 17 millones de personas, en comparación con los 7,5 millones de cinco años antes.
Con estas medicinas, las personas pueden llevar vidas casi normales y reducir muchísimo el riesgo de transmitir la enfermedad.
Pero aunque algunos países como Sudáfrica (que en cierta época fue una zona de desastre) y Kenia han avanzado mucho para hacer llegar el tratamiento a más personas, muchos que necesitan la terapia que puede salvarles la vida no tienen acceso a ella.
Solo el 28 por ciento de los infectados en las áreas occidentales y el centro de África recibieron tratamiento en 2015, según un informe reciente de Naciones Unidas. Los porcentajes fueron menores en Medio Oriente y el norte de África, con un 17 por ciento, así como Europa oriental y Asia central, con un 21 por ciento.
En algunos países, cuando alguien resulta positivo, se le informa que debe volver cuando se enferme debido a las limitaciones del presupuesto, señaló Sharonann Lynch, asesora de políticas sobre VIH para Médicos Sin Fronteras. Muchos nunca regresan.
En otros lugares, puede ser difícil incluso llegar a las personas que necesitan los medicamentos por situaciones de guerra o porque no existe un sistema público de salud funcional.
También puede suceder que muchos de los que necesitan ayuda no quieran acercarse a pedirla porque temen que se les aísle o les ocurra algo peor por ser homosexuales, usar drogas o dedicarse al trabajo sexual.
Leyes y actitudes discriminatorias en países como Nigeria, Rusia y Uganda quizá hayan obligado a que decenas de miles de personas que necesitan ayuda se hayan abstenido de hacerlo.
En algunos países, el número de infecciones ha aumentado, lo cual explica por qué en general se ha estancado el avance. En Europa oriental y Asia central, por ejemplo, 190.000 personas se infectaron el año pasado, una cifra que aumentó con respecto a las 120.000 registradas en 2010.
Además, aunque el número de muertes se ha reducido mucho, el número de nuevos infectados ha permanecido estable o ha mostrado una reducción modesta para el mismo periodo de cinco años.
Lo mismo ocurrió en Estados Unidos, donde se calcula que se diagnosticó a 44.073 personas en 2014, el año más reciente para el cual los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han publicado datos, una ligera reducción con respecto a las 44.940 de 2010.
Estas cifras no justifican tomar una actitud complaciente; más bien indican que es necesario lanzar campañas de salud pública más activas, que sea más fácil tener acceso a condones, a agujas limpias para quienes usan drogas y medicamentos como parte de la profilaxis previa a la exposición. Todavía no hay cura para el sida pero existen muchas opciones para reducir al mínimo sus consecuencias letales.

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