Publicado en junio 16, 2016 en Columnistas/Las Ideas por María Cristina Bayas
El camino de Guápulo en Quito quizá atestigüe el mejor paisaje del país. Desde los adoquines de la iglesia se ve que Ecuador es un país rico y en una de las paredes del barrio hay una sentencia que explica una de las razones de por qué, sin embargo, es tan pobre. “El hambre de muchos alimenta a unos pocos”, escribió “JPP”, un casi anónimo grafitero ya engatusado por el discurso socialista. En esa corta frase caben enormes falacias.
Primera y más obvia: se necesita del hambre para generar riqueza. Esto es pedir lo imposible. La pobreza no puede alimentar a nadie, pues en ella se está atrapado. Sí es posible, en cambio, que pase lo contrario: que el camino de salida para el pobre sea el trabajo que le ofrece un empresario.
Segunda falacia: la ilegitimidad de ganar dinero. La frase de JPP está cargada de nostalgia y rabia. Cómo no iba a estarlo cuando implícitamente cuestiona la legitimidad de la riqueza. El rico amasó su fortuna a expensas de los demás. Aquí es necesario aclarar que un empresario debe hacer una inversión y correr un riesgo para iniciar su negocio. Un empleado no hace ninguna de las dos cosas. Dado que el índice de fracaso de los emprendimientos es alto es justo que quien corrió el riesgo inicial y trabajó para sacar adelante un negocio, se quede con alguna utilidad después de pagar a los empleados, las cargas laborales, cubrir costos y pagar impuestos.
Tercera falacia: ricos contra pobres. Para que los ricos sean ricos, se necesita que los pobres sean pobres. Resulta necesario decir que no es como el arraigado socialismo del siglo XXI nos ha hecho pensar: que históricamente seguimos en época del capitalismo salvaje, en la que era en que la regla general era que empleador explote a los trabajadores. Si bien puede haber fallas en el sistema capitalista o existir empleadores abusivos, aquí se habla en abstracto de la figura del empresario en estos tiempos. Y, en ese caso, hay que aclarar que gracias a la evolución del capitalismo, hay beneficios y protecciones para el trabajador. El desafío actual dentro del capitalismo es cómo lograr que la oportunidad de emprender y producir capital se esparza hacia todos los sectores y no sea un privilegio solamente de las grandes corporaciones, permitiendo así que el sector empresarial sea un pulmón de la economía y del desarrollo para todo el país.
Cuarta falacia de JPP: la riqueza es como un pastel –una unidad estática y definitiva– que se divide entre todos y, en un acto de completa injusticia, a unos les toca menos y a otros más. Si el mundo es un lugar arbitrario y reparte a cada uno en partes desiguales, el papel del sistema es actuar sobre esa realidad para que la riqueza no sea como un pastel, sino que se multiplique por medio de la generación de trabajo. Es entonces el esfuerzo del empresario el que genera prosperidad. La riqueza genera más riqueza.
Es el discurso socialista que se oye el que empobrece al país. Son sus líderes quienes, con trabas e impuestos, abusan del empresario para absorber su producción en nombre de la justicia. Así, desincentivan la inversión y el riesgo que un emprendedor podría asumir. La retórica socialista es una paradoja porque peca de aquello que acusa; es una profecía autocumplida porque produce aquello que teme. Así es como en la pared de Guápulo está escrita la receta del empobrecimiento.
Después de casi 10 años de correato, es difícil pedirle a JPP que reflexione sobre estos puntos. Es tarde para decirle que el capitalismo no es el enemigo del pueblo. Es tarde para pedirle que no odie. La doctrina socialista ya está instalada en todas partes, generando polaridad, más que oportunidades y riqueza. Ella se metió en el inconsciente colectivo y en las conversaciones.
Si Correa deja la Presidencia en el 2017, no se irá en ese año pues sus ideas se quedarán pintarrajeadas en las paredes; se quedarán en los cuadros, las canciones, los supuestos, los motivos de los grandes resentimientos. Pensar que su salida traerá un cambio de mentalidad inmediato que conducirá al Ecuador al progreso, es soñar. Se tendrá que contar con ese cliché trillado de que el tiempo lo cura todo.Correa no se irá en 2017
Publicado en junio 16, 2016 en Columnistas/Las Ideas por María Cristina Bayas
Publicado en junio 16, 2016 en Columnistas/Las Ideas por María Cristina Bayas
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