Desde principios del siglo XX, Colombia no ha conocido la paz. El inicio del siglo sorprendió a Colombia con una guerra civil entre los partidos liberales y conservadores de la época que culminó con la firma del Tratado de Paz de Neerlandia en 1902, la victoria de los conservadores, cientos de miles de muertos y un país devastado. El país vivió en relativa calma hasta el 9 de abril de 1948, cuando fue asesinado en Bogotá el llamado caudillo del pueblo, Jorge Eliécer Gaitán.
El asesinato del líder popular detonó nuevamente violencia partidista, en el campo especialmente, en una época conocida como La Violencia, que aunque no generó la declaratoria de una guerra civil como tal, sí propició la muerte sistemática de unas 300.000 personas a lo largo de casi dos décadas de conflicto irregular y el desplazamiento masivo de unos dos millones de personas en un país que en ese entonces tenía 11 millones de habitantes.
Foto de los ochenta. Manuel Marulanda (d), Alfonso Cano (segundo a la derecha) Ivan Márquez y Timoleon Jiménez, alias Timochenko. AFP
En este contexto de lucha anticomunista, de movilización campesina y popular en pos de conquistas sociales, y de un sistema político cerrado y poco representativo consolidado con el Frente Nacional, nacieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 1964 con los remanentes de las guerrillas liberales de La Violencia y de la mano de un campesino llamado Pedro Antonio Marín, quien se hacía llamar Manuel Marulanda y a quien se conocía como Tirofijo (foto). El líder guerrillero falleció en la selva de muerte natural en 2008.
Mentalidades de las FARC
Las FARC son una guerrilla marxista integrada en buena medida por campesinos. Cifras del gobierno hablan de unos 6.500 hombres y mujeres en armas, que dicen luchar por el pueblo, por los pobres y por la equidad entre los colombianos. Sin embargo, esos objetivos se han visto desdibujados por sus acciones de las últimas décadas, sobre todo las relacionadas con el narcotráfico, el asesinato y el secuestro de civiles.
Cifras del conflicto
Según cifras oficiales, al menos seis millones de colombianos han sido víctimas del conflicto armado, la mayoría desplazados de los campos del país por la acción de los rebeldes y de las bandas paramilitares que nacieron a finales de la década del setenta como respuesta a las acciones de las guerrillas. Al menos 220.000 personas fueron asesinadas en Colombia en el marco de este último conflicto armado entre 1958 y 2012, de acuerdo con datos del Centro Nacional de Memoria Histórica. Un informe del mismo organismo estatal da cuenta de que entre 1970 y 2010 casi 40.000 personas fueron secuestradas en el país y que el 33% de esos plagios se les atribuye a las FARC.
La dinámica de la guerra cambió con la creación del Plan Colombia, auspiciado por Estados Unidos, que implicó una reorganización de las Fuerzas Armadas colombianas, de la inteligencia militar y de la financiación para la compra de helicópteros, radares, aviones fantasma, sofisticados sistemas de comunicación y munición. Tras ocho años de gobierno del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), el estado colombiano logró infiltrar a la guerrilla, dar de baja a sus principales cabecillas, replegarlos a la selva y diezmar sus tropas.
Esfuerzos por la paz
Desde el nacimiento mismo de las guerrillas diversos gobiernos, sin suerte, han querido negociar con ellas. Los esfuerzos más recientes se remontan al gobierno del presidente Belisario Betancur (1982-1986), quien apostó todo su capital político a la paz con las FARC. En 1998 el recién posesionado presidente Andrés Pastrana volvió a apostar por la reconciliación y negoció con las FARC durante casi todo su gobierno.
De entrada les despejó 42.000 kilómetros cuadrados del territorio nacional para adelantar las negociaciones y otras concesiones. El proceso terminó cuando en febrero de 2002 el grupo guerrillero secuestró un avión en pleno vuelo y se llevó a un senador.
Diezmadas las FARC, en septiembre de 2012 el actual presidente Juan Manuel Santos (foto, junto a Íngrid Betancourt, exrehén de las FARC) anunció que su gobierno iba a iniciar un nuevo proceso de paz con esa guerrilla. En octubre siguiente, la mesa de negociación se instaló en Oslo, Noruega, y luego se trasladó definitivamente a La Habana.
Lo acordado hasta ahora
En casi tres años de negociación, las delegaciones negociadoras en Cuba han llegado a acuerdos clave en temas como una reforma agraria en el país, la participación en política de los guerrilleros y la lucha conjunta entre el gobierno y las FARC contra el narcotráfico. En la jornada se debe sellar el punto más complicado del proceso: la reparación de las víctimas, que incluye el tema de la justicia transicional, o la forma como las FARC pagarán por sus delitos. El grupo alzado en armas ha advertido que sus integrantes no pagarán un solo día de cárcel.
Lo que falta
En la agenda de negociación solo quedaría por acordar el fin del conflicto entre el gobierno y las FARC, los detalles de la desmovilización y reintegración a la vida civil de miles de combatientes. En ese punto se deberá discutir el tema de las armas en poder de las FARC. Mientras que el gobierno ha insistido en que las deben entregar, el grupo rebelde no ha sido claro y ha dado a entender que las silenciará, pero no las entregará.
Este miércoles se alcanzó a un acuerdo sobre justicia en La Habana. AFP
Participación de Estados Unidos
Estados Unidos ha jugado siempre un papel clave en el conflicto colombiano. Washington ha considerado a las FARC como una organización terrorista que, entre otras actividades ilegales, realiza actividades de narcotráfico. A su vez, el grupo guerrillero también dice luchar contra el "imperialismo norteamericano". En 1999, los presidentes Andrés Pastrana y Bill Clinton concibieron el llamado "Plan Colombia" para atacar al narcotráfico y a las mismas FARC, principalmente.
Desde fines de 2004 Estados Unidos mantiene preso a uno de los principales guerrilleros de las FARC: Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad. El grupo guerrillero ha reclamado la presencia de Trinidad en la mesa de negociación. El presidente Barack Obama ha respaldado el actual proceso de paz y por eso nombró como su delegado para dicha negociación a Bernard Aronson. (I)
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