Publicado en abril 18, 2016 en La Info por José Hernández
Presidente,
Algunas personas –entre ellas partidarios suyos– han solicitado que esta serie de cartas se interrumpa. Es un pedido que se agradece. Es evidente, no obstante, que momentos como estos, de dolor y solidaridad, son altamente propicios para hablar de lo esencial. El terremoto, que todos lamentamos, no puede bloquear una reflexión pero sin duda la enmarca.
Huelga decir que hay una terrible incomprensión sobre el ejercicio periodístico y el deber de opinar. Es obvio que muchos quisieran que por fuera de las iniciativas de apoyo con las víctimas del terremoto, reinara un absoluto silencio. Contraponen acción y reflexión; solidaridad y crítica. No entienden que se puede estar conmovido hasta las lágrimas por el dolor de miles de familias y por la respuesta maravillosa de los ciudadanos ante esta desgracia, y también atento por la forma cómo las autoridades cumplen con su deber. Ni hay contradicción ni hay mala fe. Los ciudadanos deben ser capaces de caminar y mascar chicle.
Opinar puede resultar, en el peor de los casos, un criterio desechable. A menudo es una alerta, un pretexto para mirar con mayor detenimiento un tema, la invitación a un diálogo. Usted Presidente nunca consideró las bondades de este ejercicio. No lo hizo usted, tampoco muchísimos de sus seguidores que pensaron que, en aras del proyecto, era mejor patear la reflexión para más adelante. No se hicieron un favor. Y no se lo hicieron a usted. Porque no hay nada más difícil que mantener la sensatez y la lucidez cuando se ejerce el poder. Lo han dicho todos los presidentes que han comprobado, con altísimos niveles de coincidencia, que sus entornos son, en realidad, filtros para camuflarles la realidad.
Criticar los errores que cometió su gobierno apenas se produjo este terremoto lleva implícitos cantidad de mensajes para usted, Presidente, y para su gobierno. Esas críticas no solo hablan de esta sociedad que reclama por lo que considera su derecho a estar bien informada: muestra una sociedad activa e infinitamente solidaria. Hay que ver las innumerables iniciativas privadas y ciudadanas para ayudar a las víctimas. Reconforta esas muestras dadas por ciudadanos sensibles, fraternales, compasivos.
Esas críticas muestran que lejos de temer al enorme mecanismo de comunicación que tiene la sociedad –todas las redes sociales– sería formidable utilizarlo. Hay dos tiempos para la información en una catástrofe que sería apenas obvio que el gobierno distinguiera. Uno son las disposiciones oficiales. Es evidente que nadie discutirá esa preeminencia del sector oficial en este campo. Otro circuito es el acopio de información que sirve para mapear el estado real de la catástrofe en el país. Eso incluye personas desaparecidas, necesidades y circunstancias específicas de las poblaciones que, en parte, pueden ser paliadas con la intervención delos ciudadanos. ¿Por qué desaprovechar esa capacidad de comunicación y de acción instalada en todo el país? ¿Puede una comunidad ser lo suficientemente irresponsable y torpe como para usar, en este momento, las redes en su contra? Hay que hacer confianza al país que está dando muestras de una enorme capacidad de organización y responsabilidad y el gobierno, lejos de temer esas iniciativas, debiera encauzarlas para servir de la mejor manera a las víctimas del terremoto. Mejor esto que ver a funcionarios suyos repitiendo en radios y otros medios que hay que desconfiar de lo que se dice en las redes.
Criticar a su gobierno, por eventuales errores en el manejo de esta crisis, no es politizar el dolor ajeno. Es invitarlo a usted y a su gobierno a dirigir sin prejuicios ideológicos una situación que supera cualquier previsión. No se sabe, por ejemplo, Presidente, por qué no han respondido al gobierno de Estados Unidos con la urgencia que esto requiere. Vea usted mismo a su embajador en Washington diciendo que la pelota está en Quito. Francisco Borja saluda la actitud del Departamento de Estado y comunica que está presto a ayudar. Usted no ignora que ellos tienen la tecnología que se necesita en este momento en que todavía se pueden salvar víctimas que eventualmente se encuentran atrapadas bajo los escombros. Por lo que se sabe Washington está lista para responder siempre y cuando su gobierno dé luz verde. ¿Por qué no responden? Ojalá no haya cálculos políticos, Presidente, en la Cancillería ni en la Secretaría de Gestión de Riesgos.
Hacer preguntas, hacer críticas no es hacer politiquería, como dicen los troles oficiales. Es aspirar a que usted y su gobierno, que tienen la potestad de manejar la crisis, lo hagan mucho mejor. El único beneficiado de todo esto es el país que sufre.
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