Publicado en la Revista El Observador, edición 92 (abril-mayo 2016) |
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En tiempos de crisis, no reconocida por el gobierno nacional, es cuando se puede volver a cuestionar la veracidad del propagandizado cambio de la matriz productiva. El discurso del correísmo hace aguas una vez que se contrasta con la realidad, allí por ejemplo: las enormes dificultades que atraviesan los pequeños y medianos productores de leche.
En la sierra ecuatoriana, especialmente, se vive un complejo proceso de abandono de las actividades agrícolas debido a la carencia de políticas públicas concernientes a: crédito barato, asistencia técnica estatal, distribución antimonopólicas de tierras y aguas para la producción, semillas e insumos caros, inexistencia de cadenas de comercialización que aseguren el pago de precios justos; etc. Ello influye en los flujos continuos de emigración desde el campo a la ciudad, el creciente desempleo, subempleo o empleo inadecuado; pero además en el reemplazo de la actividad agrícola por la ganadera bovina. Esa sustitución de actividades productivas tiene un potencial riesgo relacionado a la ampliación de la frontera ganadera, la afección a páramos y fuentes de agua, el agotamiento y erosión de tierras cultivables, la subutilización de mano de obra campesina. La producción pecuaria vinculadas a la leche, sobretodo de las pequeñas unidades productivas, son desarrolladas por niños, adolescentes y mujeres; mientras que los hombres migraron a las grandes ciudades y deambulan generalmente en busca de trabajo ocasional. La situación de crisis de los campesinos es tal que el régimen acusa a una aparente sobreproducción de leche y exceso de oferta para justificar el incumplimiento del precio oficial de $0,42 y la subvalorización del producto que llega a venderse incluso a menos de $0,15 el litro. Esa razón es determinante para que se prefiera destruir la producción (se opta por botar la leche) que entregarla a intermediarios y grandes procesadoras, pues ello implica prolongar el período de bajos precios que, en determinadas provincias del país, lleva hasta más de un año esta situación. En realidad no existe superproducción como afirma el régimen, el mentado bache económico como califica Correa a los agudos problemas económicos recesivos que atraviesa el país descargada en los hombros y bolsillos de los trabajadores del campo y la ciudad está afectando la capacidad adquisitiva de los salarios y de ello se infiere que la población está consumiendo menos leche, aspecto que afecta a la nutrición y a la dieta diaria de los ecuatorianos. La producción de leche diaria en el Ecuador se aproxima a los 6millones de litros, mismos que en correspondencia con la población proyectada del país representarían sólo un 0,375 litros por persona. “El consumo de los productos lácteos… en Ecuador apenas alcanza a 110 litros de leche por persona por año, lo cual es bajo, en comparación con otros países como Uruguay, con un consumo de 270 litros por persona, o Argentina, con un consumo de 220 litros por persona.” (El Productor. El periódico del campo, 2015) Más allá de estas comparaciones con otros países alrededor de la ingesta de leche y sus derivados, preocupa la opinión de algunos profesionales que recomiendan el consumo diferenciado de calcio sujeto a las etapas de desarrollo del ser humano, que fácilmente superan el litro diario por persona para evitar enfermedades posteriores vinculadas a la osteoporosis. (Chambi Gutiérrez, 2014) De lo expuesto queda claro que existe una marcada distancia entre el consumo real y el recomendado de productos lácteos. De cumplir fielmente las sugerencias de los expertos nutricionistas, el Ecuador debería aumentar la producción de leche de 6 a 16millones de litros diarios; con lo cual la tesis del correísmo de la superproducción es evidentemente incorrecta y oculta otros problemas como desnutrición, además de falta de capacidad adquisitiva de los salarios de los trabajadores. Mientras se desarrolla y prolonga la crisis de los campesinos, de los pequeños y medianos productores, el gobierno se precia de haber transformado la matriz productiva y diseña políticas para favorecer a los grandes industriales que son beneficiarios monopólicos de los cuestionados programas de desayuno escolar y de nutrición. Es que el correísmo apuesta por su vinculación con los grupos económicos de poder y las transnacionales, más allá de sus declaraciones públicas que reivindican a los pobres y la izquierda, basta observar las ganancias alcanzadas por los industriales de la leche y sus derivados, mientras que los productores campesinos ni siquiera reciben el pago del precio oficial. Las razones de la caída de los precios, adicionales a la pérdida de capacidad adquisitiva de los salarios con los que viven las familias ecuatorianas, tienen relación con: El ingreso irregular de leche desde Colombia y Perú por las fronteras, el contrabando como sucede también con otros productos. La amenaza de la pronta vigencia del acuerdo comercial con la Unión Europea (Tratado de Libre Comercio) que expresa un aperturismo neoliberal del correísmo. La experiencia de nuestros vecinos que tienen TLC`s semejantes desde el 2012 con el viejo continente verifican que gracias a los subsidios para el sector lechero en Europa, representarían entre $1200 y $2000millones, los sectores campesinos de esos países sudamericanos son los grandes perdedores. Las negociaciones definitivas llevadas adelante por el correísmo con la Unión Europea “permitirá la importación de 400 toneladas de leche en polvo cada año.” (Cueva, 2014) La permisividad estatal que fomenta la creación de un oligopolio en la industria de lácteos. Son inexistentes las políticas públicas productivas que beneficien a los pequeños-medianos campesinos en este sector y fomentar el pago de precios justos: escasean los centros de acopio públicos, la industrialización de la producción láctea estatal, cadenas de comercialización masiva; etc. Y es que la relación del correísmo con los industriales oligopólicos de lácteos es de larga data, basta con recordar que a mediados del año 2013, en la provincia del Cañar, la Asamblea Nacional de mayoría oficialista condecoró con la presea “Dr. Vicente Rocafuerte” al mérito social y empresarial, al empresario Alejandrino Moncayo Alvarado, principal de la Industria Lácteos San Antonio y pariente sanguíneo de la asambleísta del partido de gobierno Rosana Alvarado (actual sumisa y obediente vicepresidenta del Parlamento ecuatoriano). La mentada empresa es una a las que se denuncia por incumplir el pago por el precio oficial, pues “los pequeños productores de leche sostienen que se les ha llegado a pagar entre USD 0.10 y USD 0.15 por cada litro” (PlanV, 2016); a pesar de ser parte de las industrias beneficiarias de los contratos con el Estado. Por lo tanto, ni cambio de matriz productiva, ni gobierno de los trabajadores y los pobres; es claro que se trata de un gobierno de los grandes industriales, los monopolios y las transnacionales. |
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