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El 26 de abril de 1557, último del proceso de fundación de la ciudad de Cuenca, se adjudicaron solares, incluyendo los destinados a Gil Ramírez Dávalos. Dice el acta del Primer Libro de Cabildos de Cuenca (1557-1563): “La una, a la parte del poniente, en las plaza pública de la dicha ciudad, que la atraviesa una calle por medio que se dice la calle de Santa Ana, y queda dividida la dicha cuadra los dos solares de ella a una parte y los otros dos a otra….”
La tradición ha recogido la noticia de que hubo un asentamiento español en el área donde está actualmente el parque Abdón Calderón y que se alinearon algunas casas rústicas en dirección longitudinal, en una calle llamada de Santa Ana, como dice el acta, cuyos restos, hoy una reliquia, han quedado entre la Catedral Nueva y el edificio del Seminario, cerrado por una pared de unos tres metros de largo. En un plano imaginario, pero basado en las actas del Cabildo de Cuenca, reconstruyó la traza primigenia de la ciudad el historiador Octavio Cordero Palacios. En un comentario realizado por Julio María Matovelle se dice, con ligereza, que los moradores de ese asentamiento pre cuencano lo llamaron Santa Ana de los Ríos y que su nombre fue cambiado por Andrés Hurtado de Mendoza en sus Instrucciones y Provisiones dadas para la fundación de una ciudad que se llamaría solo Cuenca. Creemos que no hay pruebas de su aserto y que el fundador procedió con todo su derecho, pues Cuenca se llamaba la ciudad española de donde era Guarda Mayor y con su nominación quería revivir en América su añorada urbe ibérica. En 1985, en la alcaldía del Dr. Xavier Muñoz Chávez, se iniciaron los trámites para reabrir el sector de la calle de Santa Ana, pero hubo obstáculos provenientes de quienes ocupaban el Seminario para un centro educativo y no fueron superados . Desde entonces ha habido la intención de reabrirla. Hay historiadores serios, como Juan Chacón, que rememorando la traza de las ciudades incas con orientaciones astrales, quieren ver en la desaparecida calle Santa Ana, como una conservación de esa costumbre y la extiende, en un trabajo de deducciones lógicas, hasta la plazoleta de San Blas, por un lado, y hasta la actual calle General Torres, por otro. Los problemas de filtración de aguas lluvias hacia el interior de la cripta de la Catedral Nueva condujeron a las autoridades de la Curia Arquidiocesana, con el apoyo de la Municipalidad de Cuenca a tomar algunas decisiones, entre las que estuvieron las de hacer una limpieza general del sector donde estuvo la calle, retirando muchos escombros para dejar expedita el área con el objeto de hacer estudios de suelos y afrontar ese problema y otros que sufren varios segmentos de la iglesia mencionada, lo que motivó también la organización de una campaña denominada Un dólar por la Catedral, con una buena respuesta de la ciudadanía, de algunas empresas y de los organismos públicos centrales y descentralizados, con el Ministerio de Cultura y Patrimonio y la Municipalidad, a la cabeza de todos. La Universidad de Cuenca con sus facultades especializadas asumió la tarea de diagnosticar y de proponer soluciones definitivas y dentro de este proceso, que incluye a la Catedral y al viejo Seminario, se ha avanzado mucho. Hoy debemos reconocer que la figura de toda esta recuperación fue la nuestro ex arzobispo, Luis Gerardo Cabrera, que hoy está al frente de la Arquidiócesis de Guayaquil, quien merece la gratitud de los cuencanos por sus oportunas y acertadas decisiones, más allá de su gran labor pastoral. La apertura de calle de Santa Ana está prevista para crear un espacio vivo y quizá sea conveniente que en algún lugar adecuado se ubique el monumento dedicado a la madre de la Virgen María, que hoy está en lo alto de la Catedral, pues con este traslado se liberaría un gran peso que conviene aligerarlo para que haya menor presión sobre la bóveda central, que tiene ya un cuarteamiento. Indudablemente, con la apertura de la calle de Santa Ana, el centro histórico de Cuenca, como parte del patrimonio cultural de la humanidad, se enriquecerá y dará testimonio de que hay una importante historia, incluso precuencana, que se está rescatando para mostrar algo más de nuestra herencia cañari, inca e hispánica, que hay que conservarla con amor e ilusión. |
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