PORTOVIEJO, Ecuador — Incluso antes del terremoto, el futuro no se veía muy prometedor para esta nación andina.
Los precios del petróleo, fuente de la bonanza del gasto público destinado a los sectores pobres, se derrumbaron. La economía se contrajo y la única ayuda provino de China, cuyos préstamos incluyen altas tasas de interés y términos que el gobierno aún no ha divulgado. Y ahora, tras el terremoto más grande en Ecuador desde 1979, los líderes del país empiezan a tomar el tipo de medidas contra las que se rebelaron en el pasado.
El miércoles pasado, el Presidente Rafael Correa anunció en televisión que habría un aumento de dos puntos porcentuales en el impuesto al valor añadido (IVA), estableció un aporte de un día de sueldo para quienes ganan más de mil dólares y se refirió a la posible venta de algunos activos del gobierno. También habló de un nuevo impuesto sobre el patrimonio personal de los millonarios.
En días recientes comentó que piensa pedir algunos préstamos a la comunidad internacional, pero estos acuerdos traerán otras dificultades. Y sus rivales comienzan a pedir un acercamiento con el Fondo Monetario Internacional, que siempre ha sido rechazado en Ecuador por sus exigencias de reducción del gasto público.
Ecuador se ha convertido en otro país de la región donde la caída de los precios de las materias primas se han unido a otras circunstancias para presionar a los líderes sobre sus promesas populistas de la última década. En Venezuela, el Presidente Nicolás Maduro le ordenó a las estaciones de combustible subir los precios por primera vez en muchos años. Mauricio Macri, el presidente de Argentina, ordenó una auditoría del Fondo Monetario Internacional por primera vez en una década, lo que puede ser una señal de la austeridad que viene.
“El déficit, la falta de ahorro y ahora un terremoto han dejado claro que la vieja manera de hacer las cosas no puede continuar en Ecuador”, dijo José Hidalgo, un economista que dirige la Corporación de Estudios para el Desarrollo, un instituto de investigación en Quito.
Todo parece indicar que el terremoto ayudó a generar un debate que para muchos ya llevaba años en desarrollo. Durante la última década, el gobierno realizó importantes inversiones en infraestructura y educación, pero según algunos analistas, agotó los fondos de emergencia destinados a desastres. El gasto en salarios del gobierno también se disparó conforme creció la administración pública.
“El gobierno usa al terremoto como excusa para introducir las medidas que eran necesarias desde hace mucho tiempo”, dijo Francisco Rodríguez, el jefe de la región andina para Bank of America Merrill Lynch.
Correa dijo que el proyecto para la reconstrucción costaría más de tres mil millones de dólares, una suma que el gobierno no tiene.
La noticia no cayó bien en Portoviejo, la ciudad más grande afectada por el terremoto, donde murieron más de 100 personas. En total, más de 600 han muerto en todo el país.
Roberto Rodríguez, un excongresista que vive en la ciudad, dijo que el aumento de los impuestos después de un desastre natural solo haría que el esfuerzo de la reconstrucción fuese aun mayor para los residentes.
“El precio de todo va a subir: hormigón, asfalto, cualquier material de construcción que se pueda imaginar”, dijo. “Es necesario que existan incentivos para construir en un momento como este”.
Aunque se espera que los nuevos impuestos cubran los costos del terremoto, los economistas dicen que aún quedan por resolver los problemas económicos más importantes de Ecuador.
Su principal desafío —uno que también enfrentan los gobiernos de Venezuela y Brasil— es el precio del crudo, que se hundió en el último año. Más de la mitad de las exportaciones de Ecuador todavía provienen de esa materia prima.
Sin embargo, este país no ahorró los ingresos provenientes de los altos precios del sector energético para los días de crisis.
Hidalgo dijo que entre 2010 y 2013 el precio del petróleo superó las proyecciones del gobierno. Si hubieran ahorrado los excedentes de esos años, ahora tendrían una reserva de 7,5 mil millones de dólares, según sus cálculos.
Otro de los problemas del país es su dolarización, que se inició en el año 2000 cuando una crisis financiera causó el colapso del sucre, la divisa nacional. Ahora, el dólar se ha apreciado frente a otras monedas de la región y las exportaciones han sufrido en consecuencia.
Debido a que Ecuador es incapaz de controlar su moneda, se enfrenta a una recesión y contracción de los salarios, un proceso que según Rodríguez, el economista de Bank of America Merrill Lynch, ya está en marcha.
Correa finalizará su mandato presidencial el próximo año, por lo que sus opositores dicen que ven una posibilidad para implementar sus ideas en el presupuesto nacional.
Abdalá Bucaram Jr., candidato presidencial del partido Fuerza Ecuador, dijo que el país necesita seguir el modelo de Argentina, que después de años de conflicto con el FMI está comenzando el proceso de aceptar la ayuda internacional.
Aunque el gasto público de Correa fue muy popular en la década anterior, Bucaram dijo que las consecuencias son cada vez más visibles.
“La pobreza no se ha eliminado en Ecuador”, dijo. “Solo le pusieron una capa de cemento”.
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