Francisco Febres Cordero
Domingo, 17 de abril, 2016
Lo que se venía anunciando ahora se ha vuelto realidad: el excelentísimo señor presidente de la República ha pasado al estrellato cinematográfico con el estreno de la película Ecuador: The Royal Tour, cuyo título será traducido al español como “Ecuador: el rey”, para que no haya confusiones.
Domingo, 17 de abril, 2016
Lo que se venía anunciando ahora se ha vuelto realidad: el excelentísimo señor presidente de la República ha pasado al estrellato cinematográfico con el estreno de la película Ecuador: The Royal Tour, cuyo título será traducido al español como “Ecuador: el rey”, para que no haya confusiones.
Qué ganas de ver la peli. ¿De animación será? ¿Musical será? ¿De misterio será? ¿De aventuras será? Conociendo al protagonista, ha de ser un compendio de todos esos géneros porque cómo no va a haber animación con lo animado que es, cómo no va a haber música y cantos con lo cantante que es, cómo no va a haber suspenso con lo misterioso que es y cómo no va a haber muchas aventuras con lo boy scout que sigue siendo.
¿O será tres equis? Tal vez eso también ha de ser porque, como fue filmada antes de la crisis, ha de contener escenas que ahora nos resultan prohibidas, como esa en que una refinería que iba a ser preciosa aparece completamente desnuda, sin nada que le tape, después de que se gastaron mil doscientos millones de dólares en tratar de vestirla, sin conseguirlo. ¡Qué escena tan cargada de impudicia!, como decimos los cineastas. ¿Y la de Yachay? ¡Híjoles! Ojalá el director no haya filmado esa, porque es peor todavía. Ahí sí el espectador se da de bruces con el conocimiento de lo que es el derrochismo más obsceno, crudo, descarnado y sin tapujos.
Lo que sí me parece perfecto es que el excelentísimo señor presidente de la República actúe solito y no en compañía de todo su elenco, que hubiera convertido a la película en un bodrio. Imagínense si hubieran filmado esa escena en que aparece el comecheques comiéndose los cheques. Aunque quién sabe. Tal vez eso hubiera sido un atractivo gastronómico para los turistas que hubieran venido en oleadas al país para probar ese potaje. ¿Oh shit, all the people of Ecuador eat the same?, hubieran preguntado, abismados. ¿And the cheques we can eat crudos or cooking?, también hubieran dicho. Aunque más impactante hubiera sido que filmen la manera de apoyar al arte teatral a través de la narcovalija. O que, en una escena llena de tensión y dramatismo bélico, hubieran hecho un close up de los Dhruv cayéndose en picada. Superinteresante hubiera resultado esa película. Ojalá tomen en cuenta esas escenas para la saga, que continuará con “Ecuador: El rey (parte II)”.
Lo cierto es que tan buena resultó la película que su protagonista no pudo resistir la oportunidad de irse al estreno en su avión particular, acompañado de algunos extras. Fue recibido apoteósicamente con alfombra roja y todo el glamur que acompaña a las premières, primero en Nueva York y al día siguiente en Chicago. Ahora ha de regresar sobradísimo a contarnos que le van a otorgar un Óscar honoris causa y que el producto de lo que se recaude en la taquilla será destinado a un asilo, aunque después cambie de opinión y diga que más bien va a servir para renovar sus muebles en Bélgica donde pasará su asilo.
Lo cierto es que el excelentísimo señor presidente de la República dio el paso al estrellato, lo cual hará que de aquí en adelante le lluevan los contratos que, obviamente, serán sin licitación. Con eso, el rey del rey Ecuador ha de pasar a ser el rey de Hollywood. Ojalá. (O)
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