Publicado en abril 23, 2016 en La Info por José Hernández
Presidente,
El lenguaje no alcanza para comunicarse con usted y su gobierno. Ustedes han logrado, en estos casi diez años, que las palabras que dicen signifiquen algo distinto a aquello que hay en el diccionario. Usted, por ejemplo, habla de transparencia cuando la administración de su gobierno es de una opacidad que impresiona. Un ejemplo de centenares: no se conocen los términos de los contratos con la China ni el de Schlumberger.
Usted ha dicho –ayer lo repitió en su sabatina– que el terremoto pilló al país con liquidez. ¿Dónde está? ¿Cuánto suma? Usted habla de lo que no tiene. Dice liquidez e inmediatamente la relaciona con créditos de contingencia. Eso sí tiene: es deuda. Más deuda con el BID, la CAF y el Banco Mundial. 600 millones de dólares. “Incluso –dijo usted– pueden subir sustancialmente esos créditos de contingencia”.
Lo más curioso –lo más inquietante– lo dijo usted a renglón seguido: atacó los fondos que encontró cuando llegó al gobierno, el FEF y el Feirep. “No cumplían –dijo usted– con los objetivos de estabilización. Nos están mintiendo”. Mire usted cómo, en segundos, cumplió con tres objetivos: mintió sobre la liquidez que no tiene su gobierno. Justificó haber gastado y desaparecido los fondos de ahorro que encontró. Y convirtió en mérito seguir endeudando al país. Usted, no obstante, hizo “un llamado a la seriedad”. Esto, si no fuera tan dramático, podría hacer parte de un sketch de una ópera bufa.
Usted dice que otros países también han adoptado medidas tributarias a pesar de haber ahorrado. Es una pírrica justificación para la irresponsabilidad política cometida por su gobierno. ¿No estaban listos para encarar algún evento dramático en el Cotopaxi? Pues no tenían ni megáfonos como lo hizo saber, sin querer, Vinicio Alvarado. Decir que a pesar de los ahorros se requiere contribuciones extras, no excluye que su gobierno, además de haberse feriado todos los ingresos, quede exento de dar explicaciones al país: monto de estos impuestos, plan de inversión, transparencia en el empleo de esos recursos, auditorías…
Usted no ignora –aunque dé nuevos sentidos a las palabras– que su gobierno está bajo sospecha en cuanto al manejo de la cosa pública. Usted, que es prácticamente el único vocero, se ha encargado de sembrar todo tipo de dudas. Por ejemplo: usted dice que su gobierno es austero, cuando hay miles de ejemplos que prueban su adicción al derroche. Usted creó un Ministerio para que Freddy Ehlers medite con funcionarios en vez de que lo haga con su dinero, en su casa y con sus amigos.
Sabe que ese ministerio no sirve para nada. Por eso ha dicho que si la oposición vota por los impuestos, usted bota a Ehlers. ¡Pobre ministro! Ahora es la carta insustancial para un vil chantaje y usted lo defiende no por su impacto en la política pública, sino porque el presupuesto de su cartera es de menos de un millón por año. ¿Hasta ese miserable nivel quiere usted rebajar el debate público? ¿Un ministerio suyo que no sirve para nada y unas sabatinas donde pasea usted su ego, contra impuestos a todos los ciudadanos; algunos de los cuales empeorarán la crisis económica que el derroche gubernamental agravó?
Usted dice que enviar al señor Ehlers a meditar y comer frutas a su casa no representan ningún ahorro. Tampoco vender sus aviones. Ni acabar con las sabatinas. Ni desaparecer el ejército de troles que reclaman libertad de expresión para insultar y arrastrar a las personas que no piensan como usted. Usted lo que dice, en el fondo, es que no le importa ahorrar porque puede imponer más impuestos.
¿Le extraña, Presidente, que la gente no le crea y que hasta un banco exterior, que mide el clima del país para los inversionistas (Merril Lynch) desconfíe de lo que hará su gobierno con el dinero recogido al amparo de esta desgracia? Mire las redes sociales: muchos creen que ustedes quieren cubrir parte del hueco fiscal con ese dinero. Usted habla de transparencia. Pues bien: dígale al país ¿cuál es exactamente el volumen del hueco fiscal? ¿Ocho mil millones? ¿Diez mil? ¿Más?
Si hay que ser serios, y es su gobierno el que no lo ha sido, ¿por qué no admite la creación de un mecanismo mixto (gobierno, oposición, técnicos y ciudadanos) que verifique cuánto se obtendrá de estos impuestos y cómo se gastará? Que esta desgracia, con centenares de muertos y miles de familias damnificadas, por lo menos sirva para que su gobierno salga de la opacidad. Ya es hora de que las palabras signifiquen lo mismo para el gobierno y para la sociedad.
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