CIUDAD DE MÉXICO — Los dos hombres se aliaron en una era de incertidumbre política y económica en Panamá: uno era un reservado inmigrante alemán cuyo padre sirvió en el ala armada del Partido Nazi; el otro, un amable escritor en ciernes cuya familia se había opuesto a la dictadura militar de Panamá.
En 1986, mientras el país aún estaba bajo el yugo del General Manuel Noriega, estos hombres fusionaron sus pequeños despachos de abogados y así crearon lo que se convertiría en el centro de las operaciones bancarias sigilosas para la élite, un paraíso fiscal. A lo largo de las siguientes tres décadas, Jürgen Mossack y Ramón Fonseca expandieron su despacho hasta tener 500 empleados, compañías filiales en todo el mundo y una cartera de clientes poderosos, famosos y, a veces, infames.
En enero, un fiscal que investigaba la corrupción generalizada en Brasil dijo que la firma de abogados era “un enorme lavadero de dinero”.
Los socios se habían vuelto muy adinerados, y Fonseca utilizó el éxito de la firma para lograr un papel influyente en los altos rangos de la política. Le dijo a sus asociados que quería limpiar el gobierno y se convirtió en consejero especial del Presidente Juan Carlos Varela, hasta que el escándalo de Brasil lo obligó a renunciar este año.
En una entrevista, dijo que entrar a la política fue, en parte, una forma de dar algo a cambio: “Creo en compartir la pizza” escribió. “Por lo menos darle a los demás un pedazo”.
La firma Mossack Fonseca fue construida sobre las garantías de privacidad a prueba de todo que ofrecía a sus clientes. Pero esta semana, una filtración de millones de documentos de la firma dejó al descubierto sus operaciones y expuso la proliferación de empresas fantasmas y paraísos fiscales para las personas más ricas del mundo. Las revelaciones ya provocaron que el primer ministro de Islandia se apartara de su cargo, y también han desencadenado investigaciones criminales por lo menos en dos continentes.
La filtración de documentos también ha significado más escrutinio a los sectores legales y financieros de Panamá, justo cuando sus líderes intentaban deshacerse de la reputación del país como un lugar seguro para las fortunas de los criminales y los corruptos. En febrero, Panamá fue eliminado de una lista de países bajo vigilancia por parte de una agencia internacional que establece estándares para combatir el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, pero a nivel internacional aún es considerado por muchos como un paraíso para los evasores de impuestos.
El presidente de Panamá ha prometido cooperar con cualquier investigación judicial que se abra a partir de la información filtrada, lo cual podría incluir una indagación a su exconsejero, sin duda una situación incómoda.
Mossack Fonseca ha negado haber cometido cualquier delito, y Fonseca ha defendido la inocencia de su firma.
“Al final de esta tormenta el cielo será azul y la gente sabrá que el único crimen es hackear”, dijo Fonseca sobre los documentos de la firma en una entrevista de una hora que ofreció mediante WhatsApp.
Pero algunas personas en Panamá que conocen a Fonseca dicen que los documentos filtrados no concuerdan con la manera en la que él ha tratado de presentarse a sí mismo y su papel en el país.
Carlos Guevara Mann, un miembro del mismo partido y exfuncionario del gobierno, dijo que una vez le preguntó a Fonseca, ya un hombre adinerado y novelista exitoso, por qué tenía interés en la política. Según recordó Mann, el abogado le respondió que quería corregir la historia de los derechos humanos en el país.
“Cuando juntas esa conversación con el hecho de que la firma ofrecía sus servicios a notorios violadores de derechos humanos como Gadafi, Mugabe, Asad y Putin es verdaderamente repugnante”, comentó Mann.
Entre los documentos filtrados que obtuvo el Consorcio Internacional de Periodistas, aparece una cadena de correos entre los socios principales de la firma en la que se dan cuenta de que habían trabajado durante años con clientes iraníes que estaban incluidos en una lista de sanciones que publicó el gobierno de Estados Unidos y Naciones Unidas.
“¡Esto es peligroso!”, escribió Mossack en un correo de septiembre de 2010 que le envió a Fonseca y a otros miembros de la firma. “Una alerta debió haberse activado de inmediato”.
Mossack culpó a los empleados de la oficina en Londres y escribió, “no están haciendo la auditoría de manera minuciosa, (o quizá no la hacen en lo absoluto)”.
Los documentos filtrados han agitado los sectores bancarios y legales de Panamá, los cimientos de la economía del país, y dejaron fríos a los miembros de la clase empresarial. El colegio de abogados del país ha salido en defensa de la firma, pues dice que la información filtrada es parte de un ataque contra la reputación del país.
“Les están provocando un daño terrible a ellos, a todos los abogados y a su país en general”, dijo José Alberto Álvarez, el presidente de la asociación, en una conferencia de prensa el lunes.
Hay mucho en riesgo para Panamá, un país cuya economía depende en gran medida de las industrias de servicios legales y financieros.
El crecimiento de Mossack Fonseca coincidió con el surgimiento de Panamá como un paraíso fiscal. El flujo creciente del capital a través de fronteras durante los setenta y ochenta creó un mercado para abogados y contadores capaces de proteger el dinero, y Panamá se preparó para tomar ventaja.
Desde principios del siglo XX, su papel como centro de intercambio y embarque –el puente que une al continente y donde convergen el Océano Pacífico y el Mar Caribe– lo convirtió en un candidato claro para la contabilidad offshore. Los barcos internacionales ondeaban la bandera panameña para aprovechar su favorable estructura fiscal, que, según algunos expertos, fue copiada casi directamente del estado de Delaware.
“Como siempre ha sido el centro del comercio internacional, encajó perfectamente con la financiación exterior y la planificación fiscal en el extranjero”, dijo Victor Fleischer, un profesor de San Diego State University. “No sé si se justifica o no, pero la gente siempre ha considerado que Panamá es un lugar un poco turbio”.
La firma fue audaz y ágil, y logró responder a un panorama legislativo que evolucionaba. Su reputación floreció.
Pero otras firmas panameñas de abogados también entraron al ruedo, incluyendo bufetes más prominentes y más grandes que Mossack Fonseca.
“Todas las firmas panameñas importantes tienen una división como esta”, dijo Roberto Eismann, el fundador del diario La Prensa en Panamá.
De hecho, Mossack Fonseca es tan solo una de las innumerables firmas en todo el mundo que se dedican a una industria mundial que alberga billones de dólares, y que podría privar a los países de hasta 200 mil millones de dólares en ingresos fiscales cada año, dicen expertos en impuestos y juristas.
Los socios fundadores de Mossack Fonseca compraron casas enormes en vecindarios exclusivos en la capital panameña, así como lujosas casas de fin de semana. Sus hijos tomaban prestado el avión de la compañía y viajaban con sus amigos a la playa o a las montañas.
Personalidades opuestas
Pero a pesar de su escalada paralela en los negocios y en la sociedad, Mossack y Fonseca aparentemente mantuvieron separadas sus vidas personales. Amigos y socios describen que sus personalidades son completamente distintas.
Mossack nació en Alemania en 1948 y durante la Segunda Guerra Mundial su padre fue miembro de las Waffen-SS, de acuerdo a los archivos de inteligencia de la Armada de Estados Unidos que obtuvo y aportó el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. La familia se mudó a Panamá en los sesenta donde, según los archivos de inteligencia, el padre de Mossack ofreció trabajar como espía para la CIA.
Mossack ha mantenido un perfil bajo, pues ha evitado los eventos sociales de la alta sociedad panameña y ha sido disciplinado en su trabajo. Aunque está más concentrado en las operaciones diarias, hasta ahora ha rechazado las declaraciones públicas acerca de los documentos filtrados.
En cambio, Fonseca ha sido una suerte de hombre de sociedad durante años. Nacido en Panamá en 1952, estudió en London School of Economics y después trabajó durante varios años en Naciones Unidas en Ginebra ¾”tratando de salvar el mundo”, como lo expresó en una entrevista.
Fue entonces, dijo, cuando comenzó a pensar en escribir una novela. Décadas más tarde, en los noventa, se volvió famoso como novelista, y ganó el premio literario más reconocido de Panamá.
Pero tenía ambiciones aun más grandes: la política. Un día, cuando se quejó con su padre acerca de lo desgastada que estaba la política panameña, el señor lo regañó. “Mi padre me dijo: ‘No es justo criticar al torero desde tu asiento’”, escribió Fonseca en la entrevista. “’¡Métete al ruedo!’”.
Para la década del 2000, estaba bien acomodado en el Partido Panameñista y se volvió asesor cercano de Varela. Después de que Varela se convirtió en presidente en 2014, Fonseca se unió a su gabinete como consejero.
Dentro de Mossack Fonseca, ambos socios fundadores se pavoneaban. Exempleados han dicho que había un equipo de asistentes cuyo trabajo era conseguir cuartos de hotel, servicios de autos y entretenimiento para los clientes adinerados cuando llegaban a la ciudad, como recorridos por la ciudad vieja y el Canal de Panamá.
“No hubo reyes ni príncipes que yo recuerde”, dijo Tarina Rodríguez, y agregó que trabajó en la firma durante tres años como “directora de hospitalidad”; le reportaba directamente a Fonseca y Mossack. Las visitas, dijo, “eran empresarios muy discretos que querían conservar un perfil bajo”.
También en entrevistas, varios exempleados describieron una cultura disciplinada y dijeron que al parecer los socios dirigían un negocio ético. Mossack y Fonseca, dijeron, insistían en el cumplimiento de las normas y exigían procedimientos detallados para la mayoría de los asuntos de negocios en la firma.
“Había tantos procesos que debíamos seguir”, expresó Mileidy Castillo, quien dijo haber trabajado en la firma de 2011 a 2013. “A veces, con tal de hacer las cosas correctamente, debías seguir procesos, aunque el proceso fuera más largo”.
Sin embargo, los expertos dicen que marcar una lista de tareas no es todo lo que debe hacerse para cumplir con las normas. En vez de eso, las firmas de abogados deben estar dispuestas a presionar a sus clientes para que revelen la identidad verdadera de quienes están involucrados en transacciones en paraísos fiscales y expongan la fuente de su dinero.
“Muy a menudo, estas firmas en el extranjero están dispuestas a aceptar a cualquier cliente y seguir sus instrucciones”, dijo Jack Blumun, exinvestigador del Senado que ahora se especializa en examinar el lavado de dinero y las evasiones fiscales.
Durante las décadas pasadas, se han multiplicado las cuentas en el extranjero y se han utilizado cada vez más para el lavado dinero, la evasión fiscal o el financiamiento del terrorismo. Quienes buscan violar la ley a menudo han disfrutado de la misma discreción que quienes tienen cuentas con propósitos legítimos.
En la década del 2000 surgió un movimiento de transparencia internacional, encabezado por dos grandes agencias internacionales (ubicadas en Francia), pero Panamá —acostumbrado desde hace tiempo a seguir su propio camino— se quedó rezagado en cuanto al cumplimiento de la ley.
“En los últimos 25 años, más o menos, probablemente hubo 15 años en los que casi no hubo regulación”, dijo Eismann sobre Panamá.
Uno de los grupos internacionales, Financial Action Task Force, se enfocó en los países donde el dinero podía lavarse fácilmente o en los que se pueden financiar actividades terroristas; el otro, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, se enfocó en los países donde una falta de transparencia facilitaba que los cuentahabientes evadieran impuestos.
En 2014, la Financial Action Task Force puso a Panamá en su lista de países donde la transparencia y los sistemas de contabilidad eran muy deficientes, lo que significó un duro golpe para el país. El Presidente Varela rápidamente obligó a que se aceptaran leyes para enfrentar el problema y así Panamá fue eliminado de la lista en febrero.
La última resistencia
Pero Panamá ha sido reacio a seguir una iniciativa de transparencia mundial que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos lanzó en 2009. Mientras que la mayoría de los otros centros financieros internacionales, como las Islas Vírgenes Británicas, las Islas Caimán y Singapur aceptaron la iniciativa rápidamente, Panamá se contuvo.
“Panamá es la instancia más importante que no colabora y sigue permitiendo que los fondos estén ocultos y las autoridades judiciales o fiscales no puedan rastrearlos”, dijo José Ángel Gurría, el secretario general del grupo en una declaración el lunes.
Pero varios expertos fiscales señalaron que Panamá, con su negativa a cumplir con los estándares internacionales de transparencia, está en buena compañía: Estados Unidos.
Los países extranjeros han tenido problemas al obtener información sobre cuentas que sus ciudadanos tienen en Estados Unidos también.
“Panamá no es la verdadera historia”, dijo Matt Gardner, el director ejecutivo del Institute on Taxation and Economic Policy, un grupo de investigación que radica en Washington D. C. “Esta filtración de documentos está abriendo una ventana para ver un mundo mucho más grande, pero debe entenderse como una ventana que ayuda a observar cómo funcionan las cosas en Estados Unidos también”.
Desde que la información filtrada salió a la luz el fin de semana pasado, tanto la firma de abogados como Fonseca han dicho que no son responsables de las acciones de las empresas fantasmas que ellos crean.
En la entrevista, Fonseca dijo que la compañía tenía cuidado de vetar a los clientes y que dejaría de trabajar con quienes tuvieran una “mala reputación”. Pero insistió en que sus clientes eran abogados, contadores e intermediarios… no dictadores, por ejemplo.
“Somos como una fábrica de autos que le vende su auto a un distribuidor (un abogado, por ejemplo), y él se lo vende a una señora que choca con alguien”, escribió en un mensaje. “La fábrica no es responsable por lo que se hizo con el auto”.
Fonseca dijo que su firma intentó determinar “lo mejor que pudieron” al propietario real de una empresa fantasma.
“La industria se está volviendo más regulada y seria en cuanto a ser utilizada por los malos y nosotros damos la bienvenida a ese cambio”, comentó. Y agregó: “Pero, por favor, recuerden que hace 15 años se desconocía el término “diligencias previas de auditoría”.
A lo largo de los años, las cortes y los investigadores gubernamentales ocasionalmente han logrado penetrar el escudo de discreción de Mossack Fonseca.
En Brasil, Mossack Fonseca estuvo relacionada con una investigación de corrupción en torno a sobornos que políticos recibieron de manos de las empresas que negociaban con la compañía petrolera dirigida por el Estado. Los investigadores comenzaron a enfocarse en la firma después de encontrar una serie de apartamentos que estaban a nombre de familiares de un político encarcelado.
La litigación reciente en Estados Unidos reveló una conexión entre una compañía fantasma establecida en Nevada y las oficinas centrales de Mossack Fonseca en Panamá. El descubrimiento llegó después de casi tres años de una batalla legal por parte del demandante, uno de los fondos especulativos mejor financiados del mundo dirigido por el multimillonario Paul Singer.
El fondo especulativo intentaba rastrear dinero que había sido captado del erario público en Argentina y fue destinado a compañías fantasmas. La razón: el fondo especulativo era propietario de 1,7 mil millones de dólares de la deuda argentina que se originó en la crisis financiera del país a principios de la década de 2000, y Argentina se rehusaba a pagarla.
Pero la tarea del fondo especulativo no era sencilla. Una compañía fantasma conocida como MF Nevada alegaba que no tenía relación alguna con Mossack Fonseca.
Incluso al juez le pareció difícil de creer, y en un momento le preguntó al abogado de la compañía qué significaban las letras “M. F.” del nombre MF Nevada.
“No lo sé”, respondió el abogado, lo cual provocó carcajadas en la sala del juzgado.
Durante el interrogatorio, la persona enlistada en los documentos constitutivos reconoció que recibía órdenes de particulares en Mossack Fonseca. El juez federal en Nevada dictaminó que la empresa fantasma básicamente era un alter ego de Mossack Fonseca, con lo cual le otorgó al fondo especulativo acceso a información que normalmente retiene la firma de abogados mediante su fachada en Panamá.
“Como abogados tenemos el deber de garantizar la discreción”, dijo Fonseca en la entrevista.
Y siente que a su firma se la han robado.
Fonseca dijo que actualmente está trabajando en una novela acerca de un periodista investigador que es “honesto y busca la verdad sin intenciones ocultas”, y ya ha comenzado a escribir el borrador de otro libro.
El título tentativo: “¿Acaso la privacidad es un derecho humano que se ha perdido?”.
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