Publicado el 15 diciembre, 201714 diciembre, 2017 por AGN
[Bridget Gibbs Andrade]
Si indagamos un poco sobre la aparición del primer quirófano, encontraremos que hace más de 3000 años ya se realizaban intervenciones quirúrgicas. De hecho, la primera cirugía de la que se tiene constancia, una circuncisión, está descrita en un templo egipcio. En Grecia, se edificaron santuarios en honor al dios de la medicina Asclepio; Esculapio para los romanos. Al interior de ellos los médicos operaban a los enfermos. En la Edad Media, se utilizaban como quirófanos improvisados a las barberías. A finales del siglo XVIII se inauguró el primer quirófano moderno en Baltimore, EEUU, por el médico Felipe Syng, conocido como el “padre de la cirugía norteamericana”.
Imaginemos por un momento, cómo sería la “Cirugía Mayor” de la que habla el licenciado, hasta ahora no llevada a cabo. Como referencia, tomemos las palabras del ex ministro Espinel siendo candidato a la presidencia de la República: “En la lucha contra la corrupción no debemos ser contemplativos. Recalco, si por mí fuera, cortaría las manos a los corruptos”.
Un día señalado, al cantar el gallo, llegaría al hospital una caterva de honestos dispuestos a someterse a una operación de alta precisión, con la firme convicción de que, al entregarse a las bondades del bisturí, erradicarían de sus cuerpos el virus de la corrupción. El cirujano de turno observaría al tropel de intachables y, alzando la voz, gritaría: “¡Quién es el primer honrado que se atreve a entrar al quirófano!”.
Un día señalado, al cantar el gallo, llegaría al hospital una caterva de honestos dispuestos a someterse a una operación de alta precisión, con la firme convicción de que, al entregarse a las bondades del bisturí, erradicarían de sus cuerpos el virus de la corrupción. El cirujano de turno observaría al tropel de intachables y, alzando la voz, gritaría: “¡Quién es el primer honrado que se atreve a entrar al quirófano!”.
Abriéndose paso por el tumulto, asomaría un joven de baja estatura saltando y cantando: “Ese soy yo, el amigo de Yanec”. Suplicaría al doctor le corte únicamente la mano izquierda pues sólo habría robado lo justo para comprar su mansión en Samborondón. Sus autos y viajes, contaría, los financió con ahorros guardados bajo el colchón.
En segundo lugar ingresarían tres viudas. Una de ellas juega con la justicia, otra “hizo volar” 600 mil dólares y, la última, suele pecar de buena fe. Las tres lloronas pedirían lo mismo que el amigo de Yanec: “Por favor doctor, sólo una mano”. Y en secreto se dirían: “Para con la otra seguir pecando y robando”.
Luego entraría al quirófano un señor con “pony tail” y lentes rojizos: “¡A mí no me cortan nada, soy el que menos robó!”, exclamaría. El doctor sonriendo le preguntaría: “¿Y qué me dices de la ciudad del Conocimiento, de la planta para ensamblar autos eléctricos y del doble sueldo de tu esposa?” Saldría manco de ambas manos…
Algunos honestos más, serán intervenidos la próxima semana. Tanto el quirófano como el cirujano, están cansados de ver tantas manos…
¡Hasta la próxima cita!
Algunos honestos más, serán intervenidos la próxima semana. Tanto el quirófano como el cirujano, están cansados de ver tantas manos…
¡Hasta la próxima cita!
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