El impresentable Carlos Ochoa, atrapado por su pasado
Los cuatro años que Carlos Ochoa fue Director Nacional de Noticias en Gamavisión están a punto de pasar factura al actual Superintendente de Comunicaciones. Ochoa ha recibido una resolución de destitución con predeterminaciones civiles y administrativas por haber recibido bonos no autorizados y por haber comprado un vehículo al canal que solo lo pagó tres años más tarde del cierre del período examinado por Contraloría.
En un comunicado que circuló en la tarde del lunes 11 de diciembre, Ochoa dijo que presentará los documentos para desvanecer las determinaciones de la Contraloría dentro de los plazos que le confiere la ley y las normas administrativas.
La resolución de Contraloría se basa en el informe DAAC-0065-2017 que comprende el período entre el 1 de enero del 2010 y el 30 de abril del 2016. En él se establece que Ochoa recibió bonos, por fuera de las normativas del canal y de su contrato de trabajo, por un monto de 94 200 dólares. Esto fuera de su sueldo de 8 000 dólares mensuales. Además establece que otros $7 500 le fueron entregados sin autorización del Gerente del canal. En total los bonos suman 95 900 dólares.
Estos pagos de bonos no fueron exclusivamente dados a Ochoa. Según el informe desde mayo del 2011 hasta junio del 2015, en Gamavisión se pagaron bonos por un total de 272 924 dólares.
Ochoa También aparece Ochoa en el informe por la compra que hizo de un carro al canal. Según el documento el organismo contralor, el Gerente de Gama vendió a Ochoa un Chevrolet Captiva Sport color plateado del año 2010, por 20 915 dólares. Hasta abril del 2016, cuando se cerró el período examinado, Ochoa no había pagado el carro. Sin embargo, envió a Contraloría, el 26 de septiembre del 2016, una comunicación en la que incluyó el reporte de cobro del 23 de septiembre de 2016. Ahí, dice el informe, “se evidencia que después de haber transcurrido 3 años desde que Gama TV le vendió el vehículo Chevrolet Captiva, recién realizó el pago de la obligación de 20 915 dólares”. Ochoa canceló lo que debía tres años más tarde sin incluir intereses y por el valor pactado tres años antes.
Ochoa publicó en la tarde del lunes, luego de que se supo sobre la resolución de la Contraloría, un comunicado. En él dice que e dice “llama la atención que se plantee mi destitución como Director Nacional de Noticias de Gamavisión, cargo para el que nunca existió nombramiento como funcionario público y al que renuncié hace ya más de cuatro años”.
La Contraloría hizo saber, sin embargo, que según la Constitución está facultada a examinar las cuentas de cualquier institución de derecho privado que tenga participación accionaria del Estado. Gamavisión, se señaló desde la Contraloría, es una empresa que pertenece a un fideicomiso del Estado y por eso debe responder del uso que se den a sus fondos.
Carlos Ochoa debe, en gran parte, su nombramiento como Superintendente de Comunicación, a los méritos que hizo cuando fue Director de Noticias de Gamavisión durante los cuatro años. Como responsable del contenido de los noticieros del canal, siempre fue obsecuente con los intereses del gobierno y perfectamente alineado con la política de comunicación del aparato de propaganda del correato dirigido desde la Secretaría de Comunicación por Fernando Alvarado. Desde entonces, se convirtió en uno de los periodistas preferidos y consentidos por Rafael Correa y en uno de los puntales de su aparato mediático dedicado a destruir el periodismo independiente. Ochoa se hizo famoso por su nivel de animosidad contra sus ex colegas, su odio profundo a los dueños de los medios y su capacidad ilimitada para servir de alfil al gobierno de Correa.
Nada de esto pasó desapercibido en Carondelet: fue designado como Superintendente de Información y Comunicación por el Consejo de Participación y Control Social de una terna enviada por Correa. Su nombramiento se produjo en medio de la protesta de medios de comunicación, periodistas y líderes de opinión que sostenían que su obsecuencia, su grosería y su entrega a un gobierno que había declarado la guerra a los medios de comunicación no eran garantía para un trabajo independiente.
Las críticas fueron desechadas por el Consejo de Participación de ese entonces. Su presidente, Francisco Cedejo, señaló que frente a las versiones que decían que la elección acarrearía un conflicto de intereses, el Consejo determinó que no fue accionista ni dueño de ningún medio de comunicación, sino que era un trabajador de Gamavisión.
Cuatro años más tarde, los privilegios que Ochoa tuvo en Gamavisión regresan para pasarle factura. Una factura que puede acarrearle perder el cargo desde el cual ha sido uno de los funcionarios más atrabiliarios de la década autoritaria de Rafael Correa.
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