Publicado en la Revista El Observador (Edición 102. Diciembre de 2017)
Eduardo Segovia es, sin ninguna duda, uno de los artistas ecuatorianos más sobresalientes. Sus obras de arte se han exhibido en prestigiosas galerías y museos nacionales y en el exterior, recibiendo elogios de la crítica especializada, y amplias coberturas informativas. Sus trabajos inmensamente creativos, irrepetibles, únicos, constan en innumerables catálogos de distinto formato, que se han puesto en circulación en cada una de las exposiciones, unas veces de manera individual, otras compartiendo espacios, opiniones, análisis, con pintores nacionales y extranjeros. Su casa ubicada en la calle Vega Muñoz 22-30 y Luis Pauta, en Cuenca, es al mismo taller y sala de exposiciones, a donde llegan los amantes de la cultura, del arte, para conocer de cerca el proceso de creación de cada una de las piezas soñadas, primero, y moldeadas luego con sus propias manos, con esas manos mágicas que nos hacen vibrar y maravillarnos por ese derroche infinito de producción.
Eduardo nos recibe con la misma cordialidad de siempre, sin previo aviso, de sorpresa. Han pasado los años, pero su arte es como el buen vino, mientras más añejo, es mucho mejor, se saborea más, se aprecia más, se valora y se observa mucho más. Empezó desde muy niño, recuerda con alegría, a los seis años ya manoseaba el barro moldeando unos pitos. (Hace un paréntesis, recuerda a su benefactor, el Padre Carlos Crespi). De esas primeras experiencias han pasado muchas décadas, relata Eduardo, al tiempo que nos va indicando a la “carrera” una gama de esculturas-cerámicas, cada una mejor que la otra. Estas son, dice, de la exposición (Pansperma, 24 horas de creación), que se presentó en el Museo de la Ciudad del Municipio de Cuenca, entre el 8 de junio y 7 de julio del presente año. Sobre esa fantástica muestra la crítica de arte Ángeles Martínez, escribió para el catálogo, que “no todo el mundo, ni todos los artistas pueden desdoblarse, salir de un estilo, cruzar a otro y maniobrar, no en dos soportes la misma idea sino moverse con una maestría doble y única: es el caso de Eduardo Segovia, quien va con maravillosa naturalizad de la escultura a la pintura, de la cerámica al lienzo o a la lona”.
Así es el Maestro, que se acerca vigorosamente a las ocho décadas de existencia, no parece, no aparenta, no le creemos, pero así es, así tiene que ser. Seguimos disfrutando, admirando, contemplando los frutos de su talento. Cuenta de su última exhibición en Alemania. Gracias a la vida que me ha dado la inmensa suerte, la oportunidad, de hacer lo que hago con pasión y dedicación.. Cada noche es un sueño, y cada día es una creación. El tiempo de la visita ha terminado, pero Eduardo no se cansa con sus explicaciones, nos muestra cada cosa, todo es arte: cerámicas, pinturas, dibujos, se vive y se respire creaciones por doquier. Su hogar es al mismo tiempo una invaluable Galería de Arte.
Jaime Cedillo Fejóo
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