jueves, 21 de diciembre de 2017

El Ministro de Defensa ensalza a los dictadores en Cuba

  en La Info  por 
No hay cómo preguntar qué hacía Patricio Zambrano en la XIII cumbre de la ALBA en La Habana. Él es socialista, vieja escuela, y por ende está en su salsa. Y su partido es de aquellos que saludan la dictadura de los Castro en el poder desde hace 58 años. No hay de qué sorprenderse.
La pregunta es qué hace Patricio Zambrano, ahora Ministro de Defensa, en esa reunión. Y a qué título suscribe un documento que si se revisa, cada uno de los puntos, muestra las distancias insalvables que él, y los que lo mandaron, tienen con la democracia. No hay cómo asombrarse, en esas circunstancias, de que el gobierno de Nicolás Maduro lo haya condecorado, como Presidente del Partido Socialista, el 22 de agosto pasado con el botón “Honor al mérito”; casi un mes antes de ser nombrado ministro de Defensa.
¿Cómo puede un Ministro de Defensa de la República –porque no puede desdoblarse ni despojarse de esa función– congratularse del legado de Fidel Castro y de Hugo Chávez? Los dos dejaron países sumidos en la miseria y parte de su proeza fue producir ciudadanos cuyo anhelo mayor es irse de Cuba y de Venezuela. ¿Qué pensamiento emancipador saluda Patricio Zambrano cuando aquellos que defiende implantaron dictaduras señaladas universalmente por sus atentados a los derechos civiles, políticos y humanos de sus ciudadanos?
¿Puede haber mayor cinismo que rechazar un supuesto retroceso del gobierno de Trump con Cuba, cuando Estados Unidos cambió de Presidente y en Cuba, en cambio, siguen los mismos negando, en el campo de las libertades, los progresos mínimos negociados con Obama?
¿Puede Patricio Zambrano explicar por qué apoya la dictadura de Maduro y decir cuáles son las “victorias de la democracia en Venezuela” que apoyó en ese documento? ¿Puede decir qué “estrategia imperial de violencia golpista” quiere sumir a Venezuela en el caos? Dígalo, Ministro. ¿O acaso ignora que los muertos los ha puesto el pueblo y que la violencia ha sido propiciada y aupada por el gobierno que tanto defiende; violencia por la cual ya hay juicios contra Maduro en la Corte Penal Internacional?
¿Salió Patricio Zambrano a la calle cuando el dictador Pinochet oprimía a Chile? ¿Pidió al gobierno ecuatoriano de la época censurar y aislar internacionalmente a Pinochet para proteger la vida de los demócratas y socialistas perseguidor por él? ¿Entonces era lícito hacerlo pero ya no lo es porque el dictador se dice de izquierda, se llama Maduro y le manda condecoraciones? La lucha contra Pinochet se hacía por solidaridad. Con Maduro se llama injerencia. Y no hay cómo denunciar sus atrocidades y su ineptitud crasa.
Zambrano también quiere que la OEA no diga nada sobre la violencia fascista de Maduro. Quiere que el dictador pueda reprimir sin que nadie lo perturbe. Sin que nadie lo fiscalice. Sin que nadie tome medidas ni sanciones de ningún tipo.
El ministro de Defensa, además de vivir en la era de la guerra fría, es un político hemipléjico. Un político que no rinde cuentas. Que fue aliado del correísmo y ahora lo es del morenismo, pero cuya estrategia es granjearse puestos en los gobiernos y pasar de agache ante la opinión. No tiene compromiso alguno con la democracia y sus valores. En el mejor estilo leninista, uno es su discurso y otras son sus acciones. Es obvio que si Zambrano alaba la dictadura cubana, si defiende la dictadura venezolana, si cree que la OEA no puede defender la democracia ni a los ciudadanos oprimidos por sus amigos; es obvio que a él, el Presidente del Partido Socialista, el autoritarismo de Correa debió parecerle una insignificancia. La nada. Un pálido despotismo cometido por un aliado que, en su visión, era un peldaño necesario para el objetivo de su partido que aspira a más. ¿A imitar la revolución cubana?
Patricio Zambrano es la decepción hecha realidad. Él representa esa izquierda jurásica que defiende las dictaduras de izquierda y que nada aprendió de la década autoritaria en Ecuador. Reincide y retrocede. En vez de sacar lecciones, desempolva y acaricia viejos mitos. Y lo hace ante una sociedad que aspira a reconciliarse, como dice Lenín Moreno, con los valores democráticos.
Que el Ministro de Defensa haga loas a los dictadores, y las haga en La Habana, es un inmenso error político para el gobierno de Lenín Moreno y una torpe provocación.

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