Teleamazonas para el carro al impresentable Ochoa
Carlos Ochoa, ese impresentable del correísmo, es pieza de museo. Pocos como él representan ese sistema autoritario y disparatado que terminó compitiendo con el teatro del absurdo. Su última actuación, contra Teleamazonas, es una obra para dramaturgos adictos a Ionesco y Arrabal. Con razón Pablo Ortiz y Sebastián Corral, abogado y gerente de ese canal, se retiraron de la audiencia en la Supercom, en la que se ventiló la presunta infracción de Teleamazonas. Lo único reprochable es que hayan abandonado la audiencia alegando –en forma peyorativa y descomedida con el género– que aquello era una farsa. ¿Ortiz y Corral entienden de arte dramático? Es evidente que la Supercom produce farsas. No ha hecho otra cosa desde su creación en 2013. Sus actores, empezando por Ochoa, son personajes caricaturescos y sus textos y contextos son entelequias, relatos de ficción, que si no producen risa, suscitan vergüenza. Pero eso también es propio de la farsa.
El trámite contra Teleamazonas es, entonces, una farsa y es de antología. Incluye la decisión de ese canal –digna de aplausos– de no tener en cuenta la resolución del impresentable Ochoa y la multa que aplicó equivalente al 10% de su facturación promediada de los tres últimos meses. Una verdadera extorsión. Pero esto lejos de quitar brillo a la actuación del impresentable Ochoa, realza la obra en la cual él hace de victima, fiscal y juez.
El libreto solo se le podía ocurrir a él. Janet Hinostroza invitó el 14 de noviembre pasado a Lourdes Cuesta, asambleísta de CREO para hablar sobre su proyecto de Ley de libertad de Expresión. En esa entrevista, Cuesta dijo que ha habido 859 procesos contra medios y periodistas, se preguntó cuál habrá sido el destino de $531 000 de las multas impuestas por la Supercom, dijo que durante el correísmo quebraron medios y emisoras y afirmó que el periodismo de investigación se ha reducido en Ecuador. Todo esto es verdad y puede ser demostrado.
El impresentable Ochoa se sintió aludido y, por supuesto, que Lourdes Cuesta habló, sin citarlo, de él y de la Supercom que él dirige. Pidió una réplica porque, a su parecer, lo que dijo la asambleísta CREO afecta notoriamente la imagen institucional de su Superintendencia, su reputación, credibilidad pública y lastima la verdad de los hechos. Ochoa, en su mundo paralelo, supone que la Supercom tiene gran imagen y alguna reputación que defender. Y confunde lo que él hace, perseguir medios y periodistas, con propiciar mejor periodismo.
Teleamazonas le respondió que la invitada hizo las declaraciones. No el canal. No se impone la réplica. Se dijo, no obstante, dispuesto a que Janet Hinostroza entrevistara al Superintendente Ochoa. Él tuvo otra idea: envió un video de 6 minutos grabado por él. Sebastián Corral imaginó esa parte de la farsa en su intervención ante la Supercom: (…)“lee un texto pretendiendo dar una clase, pretendiendo sentirse éticamente, intelectualmente superior, pues hay que decir al señor Superintendente que no tiene esas características (…)”.
Eso es desconocer el mundo paralelo en que vive Ochoa que, además de ser remordido es retorcido. Hasta ahí ya había convertido la entrevista a una asambleísta –en la cual ella lo desnuda– en expediente administrativo ante el ente que él dirige. De supuesta víctima, mutó en fiscal. ¿Ante quién? Ante sus subordinados que debían instruir el caso. ¿Ante quién sus abogados defendieron sus razones? Ante el director Nacional de Gestión Jurídica de Proceso de Oficio de la Supercom. Un subordinado suyo. Luego él, el Superintendente, víctima y fiscal, recibió el expediente administrativo para dar el fallo y resarcir a la víctima: su superintendencia.
De sí, ante sí y para sí: esto que es posible solamente en el teatro del absurdo, también es una realidad en el mundo paralelo del impresentable Ochoa. Y lo es gracias a la interpretación antojadiza de sus facultades que lo llevan, bajo el pretexto de que sus sanciones son administrativas, a violar la Constitución y las leyes.
De sí, ante sí y para sí: esto que es posible solamente en el teatro del absurdo, también es una realidad en el mundo paralelo del impresentable Ochoa. Y lo es gracias a la interpretación antojadiza de sus facultades que lo llevan, bajo el pretexto de que sus sanciones son administrativas, a violar la Constitución y las leyes.
Ayer condenó a Teleamazonas a pasar el video y le impuso una multa cuyo monto es 10 % de promediar la facturación de los últimos tres meses. Eso vale su capricho, camuflado en vericuetos de tipo administrativo para dar rienda suelta a sus deseos de inquisidor contumaz. Es tal el desfase de su mundo con la realidad que el gobierno de Moreno ha tenido que distanciarse públicamente. Hoy recordó que esa Superintendencia y sus resoluciones son autónomas y, por ende, independientes del Ejecutivo. Y anunció que, en semanas, presentará observaciones y propuestas para mejorar la Ley Orgánica de Comunicación.
Teleamazonas, por su lado, tomó el único camino posible. Sebastián Corral dijo a 4P. que su canal desconoce la arbitrariedad de Ochoa, la piensa impugnar, no pagará la multa y podrá una demanda penal contra el impresentable. Una demanda personal por violar la Constitución y las leyes.
En el teatro del absurdo, el libreto del impresentable Carlos Ochoa sería bienvenido. En el mundo real revela las arbitrariedades que puede cometer un iluminado suelto con poder. Ochoa ya hizo méritos suficientes para que responda por ellos ante la Justicia.
En el teatro del absurdo, el libreto del impresentable Carlos Ochoa sería bienvenido. En el mundo real revela las arbitrariedades que puede cometer un iluminado suelto con poder. Ochoa ya hizo méritos suficientes para que responda por ellos ante la Justicia.
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