lunes, 18 de diciembre de 2017

¿Y ahora cómo sacar a Glas de la Vicepresidencia?

  en La Info  por 
Que Jorge Glas cae, no hay duda. Su situación política es impresentable y, en sus condiciones, ya no puede seguir ostentando el cargo de vicepresidente de la República. Pero una convicción no basta para eliminar los obstáculos que tiene separar del cargo al segundo mandatario. Se requiere que la Corte Constitucional señale el camino y que la Asamblea Nacional lo pueda instrumentar.
Hay cuatro posibilidades, al menos, que están en proceso, tras la condena al vicepresidente a seis años de cárcel: la destitución dictaminada el 27 de octubre por la Contraloría General del Estado; el juicio político presentado el 8 de noviembre por la oposición y el plazo señalado legalmente para abandonar el cargo que se extingue el 2 de enero. También existe la posibilidad de que Jorge Glas quede inhabilitado –si se confirma la sentencia– para seguir en la Vicepresidencia. Pero en este caso, es necesario esperar que se acepte y se tramiten la apelación al fallo que presentó su defensa y, muy seguramente, la casación. Esta se antoja ser la posibilidad más extendida para perder su investidura y eso explica por qué el abogado de Glas, Eduardo Franco Loor, dijo que solo renunciará cuando exista sentencia en firme.
En cada uno de estos casos, deben intervenir la Corte Constitucional y la Asamblea Nacional. En su tarea no se encuentran en juego solamente consideraciones jurídicas y constitucionales. Hay también, y sobre todo, razones políticas y tiempos a evaluar en cada escenario. Esos tiempos son capitales para el gobierno ya que no puede encarar la campaña para la consulta popular en enero sin que se haya resuelto el problema de la Vicepresidencia.
José Serrano, presidente de la Asamblea, estuvo entre los primeros en reaccionar tras la condena a Glas el 13 de diciembre: convocó el CAL para zanjar el pedido de juicio político. Esto seguramente ocurrirá este domingo y, posiblemente, estima el asambleísta y miembro de ese ente, Luis Fernando Torres, habrá quórum y voluntades a favor del juicio. Si así ocurre, la Corte Constitucional tiene que emitir un dictamen de admisibilidad. Solo si lo hace, se puede iniciar el proceso primero en la Comisión de Fiscalización y, si pasa ese obstáculo, en el pleno de la Asamblea.
Trabas, cálculos políticos y tiempos convierten esta vía en un verdadero albur. Por eso, es muy posible que este domingo el CAL, en el cual hay dos miembros de la oposición, dé paso al juicio político. Nada pierde, pues es una movida mediática de Serrano y del oficialismo correísta (del cual se desgranó la tendencia morenista) que encubrió a Glas y negó con artimañas el juicio político. Hoy quieren lavarse la cara ante la opinión. Los más leales a Correa podrían incluso votar a favor, pues es seguro que de programarse ese juicio resulte, en los hechos, totalmente extemporáneo. Y si llegara a darse otorgaría tribunas políticas a Glas en la Corte y en la Asamblea que calzarían perfectamente en la estrategia de un hombre que, habiendo perdido la protección política y el beneficio de los jueces, solo le queda el camino de la victimización.
La destitución dictaminada por el Contralor puede ser, en este caso, la vía más expedita: no obstante, como la Asamblea Nacional no es el ente nominador del vicepresidente no puede retirarle el cargo. Necesita, para instrumentar la destitución, que la Corte Constitucional haga la respectiva interpretación.
Se supone que ante la decisión reiterada del Contralor, la Corte Constitucional podría responder en días esa consulta. Si este escenario no se concretara antes del 2 de enero, entraría en escena el plazo legal del que goza Jorge Glas para poder ausentarse de su cargo. En un comienzo, él quiso hacer valer su estadía en la cárcel como vacaciones. Pero no pudo acreditar su movida legalmente. Por ende, el 2 de enero se podría considerar que una “circunstancia de fuerza mayor” le impide ejercer su función. Pero en este escenario, igualmente la Corte Constitucional deberá certificar el abandono de cargo para que la Asamblea Nacional pueda proclamarlo. Y en el legislativo se requiere para dejar a Jorge Glas sin cargo el acuerdo de las dos terceras partes de sus miembros. Esos votos, al parecer, ya están.
La destitución de Jorge Glas como vicepresidente depende, entonces, de la articulación de una vía legal y su instrumentalización en el menor tiempo posible. El tiempo es un ingrediente precioso porque Lenín Moreno y el gobierno tienen que evitar que el ruido de este caso contamine la campaña de la consulta. Glas y los correístas quieren, en cambio, que esto dure.

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