La cita fatal en Sarayaku, tres años después
Siete personas fallecieron en el accidente de una avioneta de Aerokashurco que intentó despegar de Sarayaku la tarde del 1 de octubre de 2014. Cinco niños quedaron huérfanos, murieron el piloto, dos periodistas y moradores de la zona. El informe final de la Dirección de Aviación Civil establece que el motor de la aeronave, que había sido instalado nuevo, simplemente falló.
02 de octubre del 2017
FERMÍN VACA
Carolina Moncayo se emociona cuando recuerda a a Paúl Navarrete, el joven fotógrafo quiteño que fue su pareja y que murió en la caída de la avioneta de Aerokashurco, el 1 de octubre de 2014. La mujer, quien es ingeniera de alimentos, cuida del hijo de ambos, Lucas, quien es uno de los cinco niños que perdieron a sus padres en la tragedia.
Moncayo es ingeniera en alimentos, y tiene varios negocios relacionados con perfumería. No tenía nada que ver con el periodismo, pero siempre le llamó la atención la intensa vocación de Paúl. Cuenta que, mientras se encontraba en España estudiando y se produjo la primavera árabe, intentó llegar a Libia en busca de fotos. También, que aunque estaba de vacaciones en el medio en el que trabajaba durante los sucesos del 30 de septiembre de 2010 en Quito, no dudó en tomar su cámara y en dirigirse hacia el epicentro del conflicto en el Hospital de la Policía.
Carolina Moncayo recuerda a su pareja, Paúl Navarrete, quien murió repentinamente en el accidente aéreo.
Paúl Navarrete fue fotógrafo de prensa, y tenía aficiones como la escalada de montaña.
"Él siempre se salía con la suya", recuerda, entre sonrisas, cuando recuerda al joven, a quien sus colegas califican como alguien sociable y de buen humor. Su pequeño hijo, que ahora tiene tres años y medio, se le parece mucho, afirma, pues aunque el niño tiene mucha simpatía, a veces también puede tener sus berrinches. La madre de Paúl, con quien mantiene contacto, recuerda que así era el fotógrafo de niño.
Moncayo dice que estaba algo molesta porque Paúl se fue a ese viaje. Y que estaba pensando qué le iba a decir cuándo lo volviera a ver. Cuando oyó sobre un accidente pensó que sería alguna lesión menor. El prematuro fallecimiento del fotógrafo la sumió en una especie de shock.
Carolina Moncayo dice que estaba algo molesta porque Paúl se fue a ese viaje. Y que estaba pensando qué le iba a decir cuándo lo volviera a ver. Cuando oyó sobre un accidente pensó que sería alguna lesión menor. El prematuro fallecimiento del fotógrafo la subió en una especie de shock.
Mientras tanto, en Puyo, los cuatro hijos del matrimonio entre Hugo Medina y Maritza Aranda, viven con sus tres tías. María Aranda recuerda que tras la muerte de su hermana se instalaron en un barrio del Puyo para cuidar de sus sobrinos, Noeyli Pakcha, Jhonsu Belén, Delfín Pardersar y Gregory Jesús.
La solidaridad con la familia no se hizo esperar en Puyo, recuerda María, quien actualmente labora en Aerokashurco, la misma empresa que operaba la avioneta esa tarde fatal, en el área de servicio al cliente. Salomón Osorio, propietario de Nina Radio, les donó un terreno, recuerda, en donde con ayuda del Estado han construido una pequeña casa en donde van a vivir con sus sobrinos, pues ahora están arrendando un departamento.
María dice que los hijos mayores aún recuerdan la trágica pérdida de sus padres, y, en especial, cómo Jhonsu salió con vida del accidente de la avioneta en Sarayaku.
De su lado, Homero Álvarez, el dueño de Aerokashurco, dice que sus avionetas siempre volaron con motores nuevos, y que lo único que le hubiera correspondido en este caso es demandar al fabricante del motor, que, según la DAC, falló de manera inexplicable. Pero que no lo hizo por falta de recursos para contratar un abogado en Estados Unidos.
Álvarez dice que la situación de la aviación comunitaria en la Amazonía no ha mejorado con la presencia de TAME, que opera aviones pequeños con tarifas de USD 15 que, estima, no cumbren el costo de operación de la aerolínea estatal.
El seguro de vida de los pasajeros, que alcanzó los USD 30000 por cada fallecido, fue pagado a los deudos de quienes subieron a esa avioneta la tarde fatal. María Aranda precisa que ha usado el dinero la atención de los pequeños hijos de su hermana, mientras que Carolina Moncayo relata que también recibió una donación por parte del diario El Universo, medio para el que trabajaba Paúl Navarrete aquella tarde.
La cita en Samarra
Una antigua fábula del Medio Oriente dice que un comerciante se encontró con la muerte en el mercado de Bagdad. La muerte se sorprendió de verlo ahí. Como intuía que venía por él, tomó sus caballos y todo galope llegó a la ciudad más lejana, llamada Samarra. Pero la muerte lo estaba esperando en Samarra. El comerciante entendió que era inútil huir, y solo se limitó a preguntarle por qué aquella mañana, en Bagdad, se había sorprendido al verlo. La parca le contestó: "me sorpendí porque tenía una cita contigo esta noche en Samarra".
Esa tarde de octubre de 2014, siete personas abordaron la avioneta de Aerokashurco para volar de Sarayaku hacia la pista de Puyo. La forma en la que la lista de pasajeros se armó fue producto de la casualidad, pero recuerda mucho la fábula de la cita en Samarra.
En su informe final sobre los sucesos de aquella tarde, la Dirección de Aviación Civil (DAC) precisa que la aeronave, una Cessna T206H, matrícula HC-CLO intentó despegar a las 17:04 de la pista de tierra que sirve a la comunidad indígena, ubicada a orillas del río Bobonaza.
En su informe final sobre los sucesos de aquella tarde, la Dirección de Aviación Civil (DAC) precisa que la aeronave, una Cessna T206H, matrícula HC-CLO intentó despegar a las 17:04 de la pista de tierra que sirve a la comunidad indígena, ubicada a orillas del río Bobonaza.
Ese día, la nave de Aerokashurco, un nombre en quechua que significa "montaña cubierta de espinos" había sido designada para hacer dos vuelos: Shell-Sarayaku-Moretecocha-Molino-Shell en la mañana, y el segundo en la ruta Shell-Sarayaku-Shell.
El vuelo matinal no registró inconvenientes, precisa la DAC, por lo que en horas de la tarde la aeronave estaba en la pista de Sarayaku, disponible para transportar pasajeros. Ese día tenía lugar en la comunidad indígena un evento especial. Funcionarios del Estado habían concurrido a la comunidad indígena para presentar disculpas públicas por las acciones del Estado ecuatoriano al autorizar tareas de prospección petrolera en el sector. Esas disculpas eran consecuencia de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ante la que los abogados de los indígenas habían llevado el caso. Por la presencia de funcionarios del Estado, periodistas, y dirigentes comunitarios, el tráfico en la pista de tierra de Sarayaku era intenso.
Tres de esos periodistas eran, precisamente, Paúl Navarrete y Christian Zurita, quienes habían ido a cubrir la ceremonia por cuenta del diario El Universo de Guayaquil. También había llegado Hugo Medina, principal cronista de Nina Radio del Puyo, con sus equipos de transmisión, para difundir en directo lo que ocurría en Sarayaku. Junto a Medina, invitada por ser parte de una organización indígena del sector, había llegado Maritza Aranda, la esposa del comunicador, y la pequeña hija de ambos, Jhonsu.
Los periodistas Zurita y Navarrete había llegado un día antes para captar el entorno y los preparativos. Charlaron con la gente de Sarayaku mientras esta era pintada con la semilla del wituk en la casa de Marlon Santi, quien se había impregnado en su cara los símbolos del señor de la selva. Paúl también salió de esa casa con el rostro pintado. Era feliz, casi que empujó a Zurita a pintarse también. Los dos posaron, se tomaron fotos con la comunidad. Paúl hizo una serie de retratos de su colega Christian porque “nunca se sabe, hay que tener fotos actualizadas”, le dijo. Los dos rieron con la broma.
Pero la ceremonia había terminado ya, y los periodistas se prepararon para regresar. Zurita y Navarrete buscaron un cupo en la última avioneta que iba a despegar esa tarde hacia Puyo. En la zona no se puede volar de noche, y eran ya las 17:00, lo que significaba que podría haber solo una hora más de luz.
Tras algunas conversaciones, lograron un solo asiento en la avioneta de Aerokashurco para Navarrete, priorizando el envío de las fotos que ese día había tomado el joven fotógrafo, pues no había logrado enviarlas a Guayaquil desde el internet que sirve a Sarayaku. Zurita se quedó en Sarayaku, donde pasaría la noche.
De esta forma, se fue conformando la lista de pasajeros del vuelo fatal. Al final, abordaron la pequeña avioneta Paúl Navarrete, el matrimonio de Hugo Medina y Maritza Aranda, la pequeña Jhonsu, y un dirigente de la comunidad de Sarayaku quien tenía gestiones en Puyo, Juan Carlos Gualinga, junto al piloto.
El informe de la DAC dice al respecto: "previo el despegue desde Sarayaku, abordaron la aeronave tres pasajeros, quienes habían contratado el vuelo. Por petición de una de las pasajeras, el piloto permitió que embarquen el esposo de la nombrada señora y su hija de brazos. A estas personas se unió otro pasajero, cuyo cupo fue solicitado por el señor que estaba coordinando la realización de los vuelos desde Sarayaku".
El informe agrega: "Una vez que los pasajeros hubieron abordado, el piloto encendió la aeronave y procedió a verificar el funcionamiento del motor, luego de lo cual inició el despegue desde la cabecera 13. Según versiones de los testigos presenciales, luego del despegue, al iniciar el viraje hacia la izquierda, para enrumbarse hacia Shell, observaron que desde la aeronave comenzó a salir humo, condición que se mantuvo hasta el momento del impacto contra una zona de árboles ubicados a 400 metros del umbral y a la derecha de la prolongación del eje de pista 13. Los videos tomados por personas que se encontraban en la pista muestran a la aeronave realizando un giro a la izquierda, desfasada del eje de la pista, con un pronunciado ángulo de banqueo, en descenso. El avión impactó contra árboles de 25 metros de alto, incendiándose posteriormente. Seis de los siete ocupantes de avión fallecieron a consecuencia de las fuerzas generadas durante el impacto de la aeronave contra los árboles y del incendio que consumió la aeronave en tierra. El séptimo ocupante sobrevivió y fue trasladado a un centro de salud".
Hugo Medina fue el sobreviviente que menciona el informe. Fue internado en el hospital Eugenio Espejo de Quito; se dijo que podría ser trasladado a Estados Unidos, pero esto finalmente no se concretó. Medina murió pocas semanas después en el hospital público.
Hugo Medina y su esposa, Maritza Aranda, murieron en la tragedia, dejando huérfanos a sus cuatro hijos, quienes actualmente viven con tres de sus tías en el Puyo.
Fuego en la selva
Las imágenes del rescate fueron dramáticas. El piloto, según dice la DAC, alcanzó a informar por radio que su motor fallaba, y desde otra aeronave le indicaron que intentara una maniobra para volverlo a prender. No obstante, esta maniobra no dio resultado, y entonces, le recomendaron intentar volver a la pista o aterrizar en el seco cauce del río Bobonaza, que esa tarde presentaba poca corriente en el sector. No obstante, cuando la avioneta giraba de vuelta a la pista, el motor se detuvo totalmente, y esto produjo la caída entre unos árboles.
El informe dice: "según manifestó a la Junta Investigadora de Accidentes, el piloto de una aeronave que cumplía un vuelo a Sarayacu desde Yuvientza, el piloto de la aeronave accidentada, luego de su despegue, utilizando la frecuencia 3045, le comunicó que se le había apagado el motor, razón por la que el le sugirió que cambie de tanque y haga un reencendido (refiriéndose al tanque de combustible). Dijo que el piloto de la aeronave accidentada contestó que había hecho el reencendido pero que el motor no se prendió y que se estaba yendo hacia abajo, sugiriéndole entonces que efectúe la emergencia en el río, la respuesta del piloto del avión accidentado fue: stoleo (término aeronautico que significa caída) Esta fue su última comunicación".
Los indígenas pudieron ver la caída y corrieron hacia el sitio del impacto, pero la avioneta rápidamente se prendió en llamas.
Es en este momento, cuando se desatan el horror y el drama, en el cual surgió la heroicidad de Hugo Medina Casco. En la terrible certeza que la avioneta caía, rompió con el codo la ventana de la aeronave y segundos antes que estalle en llamas, lanzó a su hija más allá del peligro.
Es en este momento, cuando se desatan el horror y el drama, en el cual surgió la heroicidad de Hugo Medina Casco. En la terrible certeza que la avioneta caía, rompió con el codo la ventana de la aeronave y segundos antes que estalle en llamas, lanzó a su hija más allá del peligro.
Jhonsu sufrió golpes, fuertes por supuesto, pero ni una sola quemadura, mientras él, con el codo roto por el golpe en la ventana, procuraba escapar del fuego, todavía aprisionado en el cinturón de seguridad. Gritó para que lo liberen y para que liberen a su esposa y al resto de pasajeros, dentro de la cabina, atrapado en entre los fierros retorcidos del pequeño avión, asediado por las llamas.
No fue posible. La avioneta se había clavado de nariz y el motor estaba semienterrado en la tierra. Los pasajeros estaban dentro de la cabina cuando ocurrió la primera explosión del tanque de combustible, al tiempo que los aterrados miembros de la comunidad y periodistas llegaban a tratar de salvarlos.
No hubo agua ni extintores, solo ramas, tierra y prendas de vestir que los frustrados rescatadores debieron usar para intentar apagar las llamas. El periodista Christian Zurita, sumado al rescate, se sacó la ropa para intentar apagar el fuego con ella. Cuarenta minutos duró el drama.
Una segunda explosión los alejó aún más del objetivo, y el gas ardiente expulsado terminó con toda esperanza. En medio de la inenarrable desesperación, alguien trajo un hacha y luego un extintor para intentar dominar el incendio, que duró 35 minutos, según los testigos.
Los datos del piloto
La DAC, como es habitual en estos casos, revisó las credenciales del piloto y el estado mecánico de la aeronave. El piloto, de 27 años, había completado hasta la fecha del suceso 1.617:7 horas de vuelo.
Trabajaba en Aerokashurco desde el 1 de julio de 2013, y entre el 2 julio de 2013 y el 30 de septiembre de 2014, efectuó 90 vuelos hacia y desde la pista Sarayaku.
Sobre el aparato que piloteaba, la DAC dice que la avioneta contaba con un Certificado de Aeronavegabilidad, emitido el 12 de julio de 2014, vigente hasta el 11 de julio de 2015. El fuselaje del aparato había registrado 3250.3 horas de vuelo. Sin embargo, la atención de los investigadores se centró en el motor, de marca Lycoming y modelo TIO-540-AJ1A, que había sido comprado nuevo a la constructora norteamericana, y se había instalado en la avioneta el abril 19 de 2013. Este tipo de motores tienen un vida útil de 2000 horas de vuelo, y en el caso del motor de la nave accidentada, se habían cumplido 1048.4 horas.
La DAC dice también que ni el clima, que era bueno, ni las condiciones de la pista, fueron factores determinantes en el accidente.
La causa de la tragedia
El informe final de la Junta Investigadora de Accidentes. Léalo aquí
La DAC concluye en su informe que la causa del accidente fue un fallo en el motor. Dentro de este tipo de motores de pistón, hay cilindros similares a los de los motores de autómoviles. Se puedo constatar que que había una rotura entre la cabeza y el cuerpo del cilindro.
Del estudio de los restos del motor, que fueron enviados a Estados Unidos, se concluyó que la fatiga del material, a pesar de que la nave operaba en condiciones de temperatura adecuadas, fue la causa de la ruptura del cilindro, lo que desconectó el resto del motor y produjo su para. "El análisis de estos elementos dejó en claro que el cilindro se fue rompiendo paulatinamente, razón por la que el motor continuó funcionando mientras el espacio entre la cabeza del cilindro y el barril iba en aumento, hasta el punto en el que la cabeza del cilindro empujó totalmente al tubo de admisión de este cilindro, desconectándolo por completo", dice el informe.
"La Junta Investigadora de Accidentes estima que la causa de este accidente fue la falla del motor de la aeronave consistente en la separación de la cabeza de cilindro del barril del cilindro número 1", dice el informe de la DAC.
Sobre los intentos del piloto para salvar la nave, la DAC dice: "la condición que esta vez tuvo que enfrentar, apagón del motor, no le fue posible solventarla especialmente por las características del terreno en el que se encontraba volando, cubierto totalmente de árboles grandes y maleza, las que no le permitieron intentar un aterrizaje de emergencia apenas se presento el problema el que a decir de los testigos presenciales duró aproximadamente dos minutos (desde que empezó a salir humo del motor), hasta el momento del estrellamiento".
"La Junta Investigadora de Accidentes estima que la causa de este accidente fue la falla del motor de la aeronave consistente en la separación de la cabeza de cilindro del barril del cilindro número 1".
La única recomendación que realiza la Junta con relación a este accidente es que "la Autoridad Aeronáutica del Ecuador deberá poner en conocimiento de la Autoridad Aeronáutica de los Estados Unidos de Norteamérica (Federal Aviation Administration) el informe técnico de la investigación del motor de la aeronave accidentada, a fin de que esa Autoridad emita las recomendaciones que fueren pertinentes al fabricante del motor".
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