Marcela Aguiñaga, al descaro usted suma la impudicia
Señora:
Gracias por la respuesta a nuestra nota del 5 de julio, en la cual mostramos el descaro con que usted usó instituciones y servicios del Estado para hacer proselitismo. ¿Sigue el señor Xavier Flores Aguirre escribiendo sus artículos?
En 3.200 caracteres, usted y su pluma fantasma fueron incapaces de rebatir el planteamiento de fondo de un artículo que relata cómo, el día sábado 2 de julio, acudió usted al Guasmo Sur para afiliar ciudadanos a su partido. La acompañaron funcionarios del IESS, Biess, CNEL, CNT, Registro Civil y los ministerios de Salud e Inclusión Económica. Su estrategia proselitista fue simple: ofrecer servicios del Estado, que son derechos de los ciudadanos, como si fueran dádivas suyas y de su partido. ¿Cómo se llama esto, señora? 4pelagatos dijo que usted es candidata a reina del descaro. ¿Cómo define descaroel diccionario? “Actitud de la persona que obra o habla con excesiva desvergüenza o falta de comedimiento o de respeto”. Segunda acepción: “Actitud de la persona que hace algo inadecuado abiertamente y sin disimulo”. ¿No se siente usted retratada, señora?
En lugar de explicar su desvergüenza usted la agrava, huyendo por las ramas: critica nuestro estilo, reprocha nuestras intenciones, tergiversa nuestras palabras y nos atribuye sentimientos mezquinos en su contra que nos son ajenos: estos pelagatos se ocupan solamente de las políticas públicas. Y es en ese terreno donde usted, precisamente, no responde.
Vuelve a negar que pagó un sobreprecio de 41 millones de dólares por los terrenos de los Samanes comprados por usted cuando era ministra del Ambiente. ¿No leyó el informe de la Procuraduríaque, en sus líneas finales, dispone que “se calcule la diferencia pagada en exceso por parte del Ministerio del Ambiente, al haber considerado un avalúo predial distinto al que la ley y el reglamento aplicables preveían”?
Con tal de no responder, se inventa usted cualquier cortina de humo. Como decir que no es ultraconservadora (que sí lo es) por haber ido a la marcha del orgullo gay. O que la cuña de convocatoria de Alianza País para su acto proselitista no fue pautada en medios. Y nos reta a demostrar que sí lo fue, como si ahí radicara el fondo del asunto. No niega usted que esa publicidad existe; no niega usted su contenido; no niega usted la desvergüenza de haber usado las instituciones del Estado con propósitos ruines; no niega usted haber estado ahí y haber hecho lo que esa publicidad anuncia. Es más: se enorgullece de ello. Al punto de haberse fotografiado repartiendo carnets, promocionando ollas y cocinas de inducción, y de haber colgado esas imágenes en sus redes sociales.
Cómo será de esmirriada la idea que usted tiene sobre la política pública y el uso de dineros públicos, que se permite calificar de “bagatela retórica” nuestro artículo, escrito precisamente para denunciar su indelicadeza y falta de escrúpulo. Cómo será de raquítica su visión de la política pública que, ante un artículo de interés público sobre su comportamiento, usted pregunta a qué interés político respondemos. A ése, señora. Al interés público, que usted confunde con sus delirios de dueña de la plantación cuando dispone que las instituciones del Estado se pongan a su servicio para que los préstamos del IESS, los teléfonos celulares, las cocinas de inducción le ayuden a repartir camisetas con su nombre. ¿Entiende por qué decimos que usted es candidata a reina del descaro?
Finalmente, permítanos sonreír ante su invocación por un mejor periodismo. ¿Está pensando en el que practican los medios oficiales? Dudamos que sea usted capaz de entender en qué consiste el buen periodismo. Usted, que sólo ha conocido la buena propaganda.
Atentamente.
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