miércoles, 27 de julio de 2016

El Estado mendigo

Felipe Burbano de Lara
Miércoles, 27 de julio, 2016


El presidente de Bolivia, Evo Morales, acuñó la expresión Estado mendigo para referirse a la triste situación a la que fue conducido el Estado boliviano bajo las políticas neoliberales. La expresión apareció cuando el Movimiento al Socialismo, ya en el poder, nacionalizó los hidrocarburos con el propósito de darle recursos y devolverle soberanía y dignidad al Estado. La idea de Estado mendigo sugería un aparato empobrecido, saqueado, dependiente de la cooperación externa, la ayuda y los créditos internacionales, para operar precariamente, a pesar –y esta era la gran paradoja– de los enormes recursos naturales de Bolivia. La nacionalización de los hidrocarburos fue presentada por Morales como la recuperación de “nuestras riquezas”, fuente de dignidad, soberanía y desarrollo del país.
Vuelvo a la imagen de un Estado mendigo a propósito de la penosa situación en la que vive el Estado ecuatoriano una vez colapsado el modelo de gasto, financiamiento y operación política de la revolución ciudadana. Pasamos, tristemente, de un Estado próspero, sin limitaciones de recursos, con excesos y derroches evidentes en el gasto público, sin una agenda estratégica de intervención, metido en todos los campos imaginables, a un Estado que mendiga préstamos todos los meses para operar de modo precario. Vivimos, literalmente, de préstamo en préstamo, cubriendo desesperadamente los permanentes baches fiscales. No hay recursos que alcancen para tapar el hueco de financiamiento, estimado por varias fuentes en 10 mil millones de dólares, equivalente al 10% del PIB. Si llega un préstamo chino por 1.500 millones de dólares, pues se gasta en 15 días. Mendigamos recursos en las empresas y al Gobierno chino, a compañías petroleras a cambio de jugosos negocios, a la banca multilateral, incluido ahora el FMI; y lo último, emitimos bonos por 1.000 millones de dólares a cinco años plazo, a una tasa exorbitante del 10,5%. Según confesión del ministro coordinador de Economía, a pesar del endeudamiento agresivo, hemos acumulado atrasos por 2.000 millones de dólares. La inversión pública está semiparalizada, mientras las oficinas públicas languidecen sin materiales básicos para funcionar. El Estado apenas tiene para cancelar una planilla de sueldos inflada. No paga a universidades, a gobiernos descentralizados, a proveedores del Estado –grandes y pequeños– a los que ha conducido al borde de la quiebra.
El Estado mendigo es el resultado de una pérdida de ingresos fiscales después de un crecimiento dispendioso y acelerado de gastos durante 8 años. Si el mejoramiento del gasto público era esencial en una agenda posneoliberal, lo que nadie discutía, el problema fue que la nueva élite en el poder fue asaltada por el síndrome del nuevo rico, del todopoderoso, mientras su práctica política reafirmó la vieja tesis del Estado como principal instrumento de transformación. Sin el Estado, como vemos ahora, la nueva élite en el poder no es nada. Ahora sufre las consecuencias de un abuso extremo de su principal herramienta política: desarmada para enfrentar la crisis con medidas anticíclicas, mendigando préstamos para poder sobrevivir mes a mes, con el aparato estatal paralizado, el país urgido de una reforma estructural, como en los peores tiempos del ajuste neoliberal. En términos de Evo Morales, la revolución ciudadana nos ha llevado, penosamente, a un Estado mendigo. (O)

No hay comentarios:

Publicar un comentario