miércoles, 8 de junio de 2016

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Señor Barriga, ¡qué jeta tienes!

  en La Info  por 
Patricio Barriga, secretario de Comunicación, sigue siendo el mismo. Sólo cambió de patrón. Cuando trabajaba para los Isaías como presentador de noticias de TC, salía todos los días a mentir desfachatadamente con la misma voz aterciopelada y la misma cara de yo-no-fui con que se presenta hoy en Telesur. En esos tiempos convivió con todas las campañas sucias de un canal capaz de cualquier cosa, desde desprestigiar a Xavier Alvarado Roca hasta pretender quebrar al Banco del Pichincha. Como él no tiene reparos venderse ni en cerrar los ojos ante la infamia, no es extraño que crea que otros periodistas proceden de la misma forma.
Ayer en el canal chavista pretendió volver creíble la ficción, montada por Telesur con insumos proporcionados por el correísmo, según la cual los medios digitales son instrumentos de la CIA para desestabilizar al gobierno ecuatoriano. El primer día tuvieron como invitada a la Comandante Pelos, especializada en relaciones con las Farc. Luego, al señor Barriga, especializado en campañas de desinformación.
Ayer en Telesur, Barriga estaba muy al tanto de la ficción. La supuesta investigación de ese canal sobre los vínculos de políticos y periodistas ecuatorianos con la CIA está hecha con una colección de retazos encontrados en los propios basureros de la Secom y de la Senain. Piezas de espionaje evidente y de actos violatorios a la intimidad de las personas, como los pinchazos telefónicos y el hackeo de cuentas al correo privado de Marta Roldós, publicados por el diario correísta El Telégrafo y celebrados por el presidente. Material ya difundido por trolls de la Secom, subordinados de Barriga, en sus cuentas de redes sociales. El gobierno proporciona ese material a Telesur; Telesur lo presenta como una investigación propia, y Barriga llega, con todo ya montado, a comentar la ficción creada en contubernio pero de la cual él no responde.
Este experto en campañas de desinformación tiene la osadía de hablar de ética en ese canal mercenario. Dice que los medios digitales no han transparentado su financiamiento. Habla de opacidad. Pretende que hablar de cómo sobreviven tres o cuatro periodistas es equivalente al manejo de las cuentas del Estado. El señor Barriga, tan ético él, nunca le ha dicho al país cuánto dinero da el gobierno a Telesur, cuáles son los estados financieros de los canales incautados, cuál es el presupuesto de su trollcenter, cuál es el costo real de las sabatinas, pues el presidente miente al decir que son 30 mil semanales. Para él seguramente es ético ocultar el monto real de la deuda externa, las condiciones de los contratos públicos firmados por el gobierno (deuda, obras…), las cifras reales de la economía… ¡Y él habla de opacidad! ¡Y él acusa a los medios digitales de lesionar lo que llama “la obra inmaterial de este gobierno”, es decir, su supuesta ética y su supuesta transparencia!
Él, que como secretario de Comunicación está involucrado directamente con el ejército de soldados virtuales, como llama Jorge Glas a sus trolls, osa acusar a los medios digitales de haber convertido las redes sociales en una cloaca. Él, que viene del Cordicom y concierta con Carlos Ochoa la estrategia de los entes de censura del gobierno, osa acusar a los medios digitales de excluir el debate y alentar la guerra sucia. Él, que manipula la información para encubrir la represión real de su gobierno contra activistas sociales, medios de comunicación y hasta tuiteros, osa acusar a los medios digitales de “instalar el miedo y bajar el ánimo de la ciudadanía con desinformación”.
Al señor Barriga le molesta que los medios digitales utilicen proveedores de Internet asentados en el extranjero. Insinúa que eso es sospechoso. Convierte un tema técnico en casi un hecho delincuencial. Lo que lo mortifica es que, como están en el extranjero, él no los puede controlar. ¡Y cómo lo ha intentado! Valiéndose de mentiras, atribuyéndose la propiedad de bienes públicos como son las informaciones producidas por el Estado (videos, fotografías), intimidando a los ciudadanos que utilizan esos bienes en sus cuentas personales, tratando de asaltar la buena fe de los proveedores de Internet en el exterior.
Él, que aupó informes de supuestos semiólogos para perseguir a los diarios, extorsionarlos hasta con el 10 por ciento de su facturación trimestral, obligarlos a mentir para acomodar la realidad a la versión del poder, osa decir que no hay un solo medio censurado ni multado ni sancionado, y que “la información circula libremente” en el país.
Él, que pasó de periodista mercenario a paladín de un gobierno supuestamente revestido por su “blindaje ético potente”, osa cambiar de biografía a periodistas y ciudadanos, inventándose acusaciones de un macartismo precario y extraído directamente de la guerra fría. ¡Qué bajeza!
Él, que como secretario de Comunicación es el responsable del aparato de propaganda que ha hecho de la mentira y de la insidia el ingrediente fundamental de la comunicación pública, osa acusar a los medios digitales, que exigen transparencia y ponen en evidencia la opacidad, el despilfarro y la corrupción del correísmo, de “debilitar la estrategia comunicacional” del gobierno. Como si esa estrategia, manojo de sofismas y puro lavado de cerebro, no se estuviera derrumbando sola.
Él, servidor de un gobierno autoritario y concentrador de poder dice que los medios digitales, por hacer su trabajo, están desestabilizando a un régimen progresista para instalar a uno de derecha. No, señor Barriga. No se trata de aupar lo que tú llamas derecha (la verdadera y más reaccionaria está en tu gobierno) sino de defender la democracia. En el caso de estos 4 pelagatos, ni trabajamos en la sombra ni somos mercenarios de poderes oscuros u organizaciones como la CIA. Damos la cara, al contrario de tus trolls, defendemos este oficio y, además de periodistas, somos ciudadanos.
La ficción que el señor Barriga fue a defender en Telesur se sostiene en premisas tan embusteras (y eso es públicamente comprobable) como decir que el país pasó de un esquema de concentración de medios (se refiere a sus antiguos patrones) a otro de pluralismo y multiplicidad de voces. Un sofisma para ocultar el hecho de que los medios en el país están más concentrados que nunca y que él, como siempre, defiende a los concentradores y trabaja para ellos. El señor Barriga sigue siendo el mismo. ¡Qué jeta tiene!


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