Mauricio Gándara Gallegos
La denuncia formulada por cientos de periodistas de investigación, fundados en millones de documentos, conocidos hoy como los Papeles de Panamá, con el respaldo de los más prestigiosos diarios y medios de comunicación del mundo entero (EL UNIVERSO en Ecuador), nos comprueba que el periodismo es el mayor enemigo de la corrupción, que arrasa a muchos países, como el caballo de Atila. Esto nos explica por qué los gobiernos opacos persiguen y tratan de acallar al periodismo y, señaladamente, al periodismo de investigación. ¡Ah! Pero una cosa es ensañarse con un periódico, una televisión, una radio, una revista o un periodista, individualmente, y otra, muy distinta, enfrentar a este consorcio de cientos de periodistas que a lo largo de nueve meses ha escudriñado los rincones en los que sigilosamente opera el mal. Y este golpe terrible y soberbio será seguido por muchos más. El desconcierto de los implicados y, sobre todo, de los gobiernos es evidente. Y la indignación mundial hará estallar a muchos. En Islandia, multitudes reclamaron la renuncia del primer ministro, envuelto en los Papeles de Panamá.
Este escándalo se produce cuando apenas se empieza a digerir el que en Brasil tiene lugar con Petrobras y que salpica a su gobernante y a su expresidente; y los dos escándalos tienen ya presencia en Ecuador. Y es que hoy la corrupción se ha tornado internacional, como lo demuestra el escándalo de la FIFA.
Los negocios poco santos de las constructoras brasileñas, cuyos propietarios y funcionarios han decidido acogerse a los beneficios de la delación protegida alcanzan ya al Ecuador, donde tienen pingües contratos. En acuerdo celebrado con la Fiscalía brasileña, funcionarios de la Compañía OAS revelan acciones culpables en Perú y Ecuador. En nuestro país, en el contrato Baba, se revela una operación ilícita en un subcontrato con una sociedad en España que incluye una transferencia de algunos millones al paraíso fiscal de Andorra. Odebrecht ha puesto en venta sus contratos en todas partes, que luce como una venta de ataúdes. Todo esto debería estar investigando la Fiscalía del Ecuador, pero su titular tiene que defenderse de una operación personal constante en los Papeles de Panamá. Es decir, la Fiscalía General carece de autoridad moral para ejercer su función. La subrogante tampoco puede hacer una investigación creíble a su propio jefe. Si el Estado ecuatoriano, su gobierno, porque los funcionarios judiciales han perdido su independencia y credibilidad, desea demostrar que quiere descubrir la verdad, debe abrir el camino para la designación de una Fiscalía independiente, designada con una amplia consulta a la ciudadanía.
Necesitamos un fiscal independiente que obtenga de la Fiscalía, de los jueces, de la Policía del Brasil todo cuanto concierne al Ecuador en los procesos que se siguen a las constructoras brasileñas que operan en nuestro país. De un fiscal independiente necesitamos para esclarecer los hechos revelados por los Papeles de Panamá. El presidente de Panamá, en defensa del honor de su país, ofrece abrir toda la información existente.
La prensa libre ha abierto el camino; necesitamos fiscal y jueces independientes para descubrir todo y sancionar.(O)
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