martes, 3 de octubre de 2017

Lenín Moreno pauta una consulta ganadora

  en La Info  por 
Rafael Correa es el autor de la consulta popular que acaba de anunciar –hoy 2 de octubre a las 20:00– Lenín Moreno al país. Seis de las siete preguntas nacen directamente de su gobierno: inhabilitar de por vida a las funcionarios condenados por corrupción a no poder participar en la vida política y a perder los bienes mal habidos. Cesar a los miembros del Consejo de Participación Ciudadana y elegir a los nuevos mediante votación universal. Eliminar la reelección indefinida. Eliminar la Ley de la plusvalía. Reducir a la tercera parte el área de explotación petrolera en el parque Yasuní. Restringir la minería metálica en áreas protegidas, zonas intangibles y centros urbanos.
Correa es el autor de la consulta porque pretendió lo imposible. Dejar un sucesor que imitara lo que él hizo con funcionarios suyos coimados, como Alecksey Mosquera. Moreno a sus ojos tenía que cubrir espaldas y, como él, torcer el sentido de las palabras para hacer pasar una coima por honorario. Correa no previó que el caso Odebrecht fuera mayúsculo y que los documentos de su corrupción llegaran a Ecuador desde Estados Unidos y desde Brasil. Nadie los podía tapar. Por eso, Moreno ni es suicida ni es traidor: entendió que el correísmo incluyó, en su gestión gubernamental, mecanismos mafiosos y una corrupción desenfrenada. Y entendió que la sociedad, acabado el show correísta, tenía que pagar facturas, administrar medidas absurdas como la Ley de la plusvalía y lidiar con los corruptos que iban a ser descubiertos aquí, en Estados Unidos o en Brasil.
La consulta no es, entonces, un ajuste de cuentas en el interior de Alianza País: es la única forma que tiene el país para volver a cotejar la normalidad. Porque es anormal tener un ex presidente que se cree dueño para siempre del poder político. Es anormal que un expresidente pretenda que su sucesor cubra con su peso político, como él lo hizo, a los corruptos de Alianza País. Es anormal tener un vicepresidente en el cargo, incluso sin funciones, con tantos índices de corrupción. Es anormal tener leyes que, como la Ley de la plusvalía, perjudica a los ciudadanos y acaba con el empleo en vez de favorecerlo. Es anormal criminalizar a las comunidades que luchan por conservar su estilo de vida, cuidan su entorno ambiental y sus fuentes de agua. Es anormal pretender destruir una reserva biodiversa tan excepcional como el Yasuní. Correa y los suyos son los autores de la consulta porque son los creadores de esas anormalidades y porque pretendieron que el país se acostumbrara a ellas para siempre.
Correa se equivocó del medio a la mitad: no entendió que para la sociedad su ficción y el nivel de corrupción se tornaron inaguantables. No entendió que Moreno no podía serle leal porque si lo hubiera sido su Presidencia, a la luz de las revelaciones de Odebrecht, estaría en este momento peligrosamente devaluada. No entendió que llamar a una consulta para inhabilitarlo iba a ser terriblemente popular porque él nunca tuvo el aura de demócrata y la de honesto se extinguió hace algún tiempo.
Por todos esos motivos, la consulta que pautó Moreno es ganadora. Y lo es porque mezcla hábilmente cuatro ejes que tienen un alto índice de impopularidad: el institucional, la plusvalía, el ambiental y la no prescripción de crímenes sexuales contra niñas, niños y adolescentes. Correa y Glas se encargaron de promover, en su contra, por lo menos tres de las siete preguntas. La ley de la plusvalía ha hecho tanto daño que, al parecer, su desaparición se promociona sola. Y las preguntas sobre la naturaleza son, en los hechos, una deuda que el sucesor de Correa, cualquiera de los dos, debía pagar: la resistencia de los ciudadanos en el Yasuní y la resistencia contra la minería a gran escala. La primera se expresó en la recolección de 756 291 firmas por parte de los Yasunidos para que el pueblo decidiera, en una consulta, si se debía explotar o no el petróleo de esa zona amazónica donde habitan los pueblos no contactados Tagaeri y Taromenane.
El Yasuní se volvió un ícono de la resistencia ciudadana al correísmo. Ambientalistas y jóvenes estudiantes entregaron 756.291 firmas en abril de 2014 en el Consejo Nacional Electoral; es decir, 173 057 más de las necesarias para que se convocara a una consulta popular. El CNE invalidó, un mes más tarde, 239 342 firmas. Una arbitrariedad sin nombre cometida por Domingo Paredes y sus vocales.
La explotación minera fue otro ícono de la resistencia. La asumieron comunidades concretas en la Sierra y en la Amazonía. En la zona de Intag, en la comunidad de San Pablo Amalí, en El Pangui, en Quimsacocha… hubo (y se mantiene) una creciente oposición a la explotación minera que acaba con páramos y zonas ecológicas y pone en peligro fuentes de agua y la salud de la población. Moreno consultará la reducción de la zona petrolera en el Yasuni y la restricción de la explotación minera metálica. Dos temas con altísimo capacidad de convocatoria y que Correa quiso imponer con tretas unas veces y, en general, por la fuerza.
Correa y Glas aportan con seis preguntas para la consulta. Es un récord que asegura que mientras más se opongan, más la auparán. El mérito de Moreno -que le otorga una enorme legitimidad- es haber entendido que el ciclo, tenebroso y corrupto del correísmo, llegó a su fin. Al menos, eso dicen por ahora los sondeos.

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