miércoles, 5 de julio de 2017

El afrentoso de Correa
Todos creíamos que con los $ 600.000 que le sacó al Banco Pichincha y los $ 44.301,60 a Fernando Villavicencio, Rafael Correa estaba desayunado, almorzado y cenado. Sin embargo, siguió con hambre y quiso sacarle plata también a Martín Pallares. Solo que esta vez ya no pudo y a Bélgica se va a ir con el estómago ladrándole.
04 de julio del 2017
POR: Gonzalo Ortiz Crespo
Escritor, historiador, periodista y editor. Ex vicealcalde de Quito. 
El robusto y austral abogado de nombre mapuche no pudo compro-bar documenta-damente que el artículo hubiese afectado la auto-estima de Correa".
El abogado de Rafael Correa argumentó en la demanda contra Martín Pallares que su escrito en el portal 4pelagatos era “afrentoso”. Supongo que el robusto y austral abogado de nombre mapuche empleó el término en su acepción castellana: “que causa afrenta”, pero, al menos en Quito, “afrentoso” tiene otro sentido, que se aplica cabalmente al expresidente Correa.
¿Habrán recogido mis colegas de la Academia Ecuatoriana de la Lengua este uso? Sugiero a la Comisión de Lexicografía de la AEL que lo registre, porque en el Diccionario de Ecuatorianismos de aquel gentil y sabio caballero que fue Carlos Joaquín Córdova, no lo encuentro: en el habla de nuestros mayores, “afrentoso” es alguien que come mucho y con ansia dejando muy poco o nada a los demás.
No es solo el devorador, el tumbaollas, el tragaldabas, sino la persona voraz que no repara en las maneras de la mesa ni en la consideración debida a los demás y acapara lo que está servido. “No seas afrentoso” se dice a quien se zampa tres cuartos de queso al tomar el té con la familia; al que se atiborra de bizcochos dejando la fuente como una patena.
Todos creíamos que con los $ 600.000 que le sacó al Banco Pichincha y los $ 44.301,60 a Fernando Villavicencio, Rafael Correa estaba desayunado, almorzado y cenado. Sin embargo, siguió con hambre y quiso sacarle plata también a Martín Pallares. Solo que esta vez ya no pudo y a Bélgica se va a ir con el estómago ladrándole.
Cuando, allá en el 2009, Emilio Palacio le preguntó el destino que iba a dar al dinero que obtuvo del banco Pichincha, Correa lo expulsó de la sabatina. Luego dijo que con esa plata haría lo que decidiera el pueblo ecuatoriano, pero, sin dar tiempo a que el soberano se pronunciase, mandó más de la mitad a una cuenta en Alemania, según reveló la revista Vanguardia en su momento, y más tarde dijo que había comprado un departamento en Bélgica.
Correa no se sació con ello: también demandó por $ 80 millones al diario El Universo, y el obsequioso juez del “Chucky Seven”, le otorgó “solo” la mitad, $ 40 millones, aunque fue tal escándalo internacional, que Correa no tuvo más remedio que olvidarse de la deuda. Es como cuando, en la mesa, la mamá da un golpe en la mano al hijo afrentoso que se lleva todos los dulces.
Pero el afrentoso logró cogerse los cachitos: obtuvo que un juez condenase a Fernando Villavicencio, Cléver Jiménez y Carlos Figueroa a pagarle $ 141.000 por un supuesto delito de injurias. Y, como ellos declararon, recios, que no pagarían, tuvo la avilantez de iniciar un juicio para declarar insolvente al periodista y embargar los bienes de su familia para cobrarse. En enero de este año, como todos recuerdan, la esposa de Villavicencio, Verónica Saráuz, depositó $ 44.301,60 –la tercera parte de la indemnización de $ 141.000 acordada a Correa–, para que se levantasen las medidas cautelares que pesaban contra su esposo, dinero conseguido, declaró, con préstamos que afectan seriamente a la economía de una familia con tres hijos.
Esta voracidad tiene a Villavicencio en Perú, donde solicitó asilo político, y a Palacio exiliado en Miami. Y no podemos olvidarnos que el afrentoso también demandó por daño moral a los periodistas Juan Carlos Calderón, director de este portal, y Christian Zurita, autores del libro El Gran Hermano, y obtuvo que les condenasen a pagar $ 2 millones, por la supuesta “afectación espiritual” sufrida.
Esta vez, parece que los jueces obsecuentes y generosos se acabaron y el afrentoso no logró lo que quería: que el magistrado fijase la cantidad que pudiera reparar su honra herida. El robusto y austral abogado de nombre mapuche no pudo comprobar documentadamente que el artículo hubiese afectado la autoestima de Correa.
No contento con comer a dos carrillos habiendo manejado $ 300 mil millones, Correa nos ha hecho a todos los ecuatorianos la afrenta de su actitud glotona y tragona. Su década en el poder le sirvió para sacar el vientre de mal año pero el triunfo de Martín Pallares implica que ya no va a hacer del Ecuador su vianda para tragonear impunemente.

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