Mauricio Rodas sobrevive a costa de Quito
La reciente campaña presidencial develó la realidad de la política en Quito: una orfandad nunca vista. Quito sigue sin figuras ni partidos que barajen un proyecto contemporáneo de ciudad y que piensen en el rol que puede jugar la capital en el panorama nacional.
Quito, con la elección de Augusto Barrera se alineó en el proyecto de Alianza País y eso, al margen de la calidad de gestión de Barrera, ocasionó el triunfo de Mauricio Rodas. Con él, en cambio, Quito pasó a ser una ciudad a la deriva que todavía hoy espera el gran proyecto que merece y necesita la capital. Rodas, hasta antes de tener líos con la detención de su asesor, Mauro Terán, y otorgando la razón a Jaime Durán, quien dijo que no conocía Quito, buscó desesperadamente un norte. Creyó hallarlo con la Solución Vial Guayasamín: de ahí la improvisación, los baches y remiendos de ese proyecto, las mentiras de Rodas sobre los estudios (mostró un cerro de cajas sin información alguna) y ese contrato público-privado firmado con los chinos, a espaldas de la más mínima transparencia. Copiando lo peor que ha hecho el correísmo en contratación pública.
Guillermo Lasso, que conoce poco lo que ocurre en Quito, se compró el problema-Rodas. 4Pelagatos dijo en diciembre del año pasado lo que significaba hacer una alianza con un partido, SUMA, que ya había inducido en 2013 el retiro de la candidatura de Juan Carlos Solines y había favorecido la elección de Rodas. Lasso se jugó por los resultados nacionales trepado en una tesis peregrina: Rodas tiene presencia en Manabí y otras provincias. César Monge defendió, al parecer, puertas adentro, esa percepción de que Rodas tenía una implantación regional que sumaría, en forma decisiva, en los resultados nacionales. Eso es Rodas: un bluff político; un hombre que no tiene ni siquiera un programa de partido. Lasso salió birlado y entregó, en los hechos, 14 asambleístas a un hombre que, salvo algunos intercambiadores, se extasía hablando en las radios quiteñas de sus pequeñas obras, porque no tiene un proyecto de ciudad para Quito.
Quito no solo carece del Alcalde que se merece: tiene un funcionario ineficiente e investigado que puede sobrevivir políticamente gracias a votos que puede negociar en la Asamblea con Lenín Moreno. Ese es un temor real que abriga la bancada de Alianza País en el municipio. Se sabe que Moreno no se conforma con tener 75 votos en la Asamblea y que desea ensanchar esa mayoría.
Rodas sabe, a su vez, que algunos de sus actos ya están siendo investigados en la Fiscalía. Es verdad que esa judicialización lleva tiempo pero ha creado zozobra en su administración: ya hay funcionarios que han sido llamados a declarar durante horas en la Fiscalía y ese ejercicio -dramático para algunos- no se va a detener. Salvo si hay este acuerdo con el gobierno y a los concejales de Quito les piden mirar para otro lado. “Una cosa es la Asamblea y otra el Municipio”: lo dice uno de ellos como si se tratara de conjurar lo que teme que se viene. Él apuesta a otra cosa: cree que entre la judicialización que el propio Rodas pidió y su obligación de entregar información, estará en graves problemas de aquí a julio. Si no se cumple ese plazo, dice, el Alcalde se salvará porque luego viene fin de año y el año entrante no le convendría a Alianza País mover el piso a Rodas. “Es año electoral y de seguro él se victimizaría. Eso no nos conviene”.
En conclusión, Rodas tiene algunas cartas a su favor que podría jugar para sobrevivir políticamente y congelar algunas de las carpetas que investiga la Fiscalía. Que sobreviva él, puede ser su programa. ¿Y Quito? Pues con estos 14 asambleístas, Lasso contribuyó a que el futuro de la Capital quede hipotecado a las componendas de un Alcalde prisionero de sus propios errores y deficiencias.
En definitiva, el juego presidencial dejó mejor parado a Rodas y oxigenó a Alianza País por dos motivos: tiene ante sí un alcalde debilitado que puede perder, en cualquier momento, la mayoría del concejo, y tiene un cuadro, como Augusto Barrera, que no descarta volver al cargo. Pero este juego presidencial delató sobre todo la penuria política de Quito que hace que su futuro se juegue en mesas ajenas en las cuales pesan otros intereses; no los de la capital. Queda por ver si la campaña del 2019 cambia ese panorama.
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