¿A qué juega Nebot?
El alcalde de Guayaquil dice no querer ser candidato. Hace parte de la centro derecha, como Guillermo Lasso. Pero él no es su candidato. Y si no trabaja para sí –como dice no hacerlo– trabaja políticamente para otro candidato. ¿Para quién?
Jaime Nebot es un misterio. No quiere ser candidato (eso dice). Pero se reúne con empresarios, ciudadanos, políticos y periodistas por fuera de Guayaquil. Dice no querer la Presidencia de la República pero sus discursos tienen el tono, la forma y el contenido de un aspirante. Dice estar lejos de las preocupaciones de un candidato pero tiene encuestas y gente trabajando a su alrededor, como Alberto Dahik. Dice querer la alternancia política pero está contra Lasso que es, por ahora, quien representa el péndulo en su tendencia. Dice saber qué hacer y cómo hacerlo pero en reuniones privadas afirma que, tal y como están las cosas, no está dispuesto a hacerse cargo del país.
Jaime Nebot es un misterio. Lo saben sus seguidores que, alborozados, le aplauden a rabiar en cada presentación, le gritan “Nebot Presidente” y él, con aire desinteresado, replica: por ahí no es la cosa. Lo saben algunos grupos en Quito que hartos del correísmo pidieron a Mauricio Rodas, refugiado en la alcadía mientras la gente estaba en la Shyris, que se uniera a Nebot.
Lo sabe Carlos Vera que en vivo y en directo le ha dicho que debe asumir la candidatura y que, ahora, en una carta pide a sus fans que vayan en masa a solicitarle que la acepte. Lo saben sus copartidarios que creen que llegó su hora y, ante sus respuestas, no saben hacia dónde mirar.
Jaime Nebot es un misterio. Lo saben los partidarios de Guillermo Lasso que no entienden cómo Nebot, que es su amigo, que le dice Flaco, arrancó la supuesta unidad de la oposición aliándose con Paul Carrasco que entonces tenía 0.5% en los sondeos cuando Lasso sumaba 23%. Lo saben amigos personales de Nebot que, en Quito, lo dan por seguro ganador y luego no saben qué pensar cuando le oyen decir que, fiel a su palabra, no será candidato.
Jaime Nebot es un misterio. Lo dicen hasta dirigentes de Alianza País que saben que es un zorro en política y que, dadas sus características, nunca da puntada sin dedal. Lo saben los viejos políticos que, repasando la historia de los socialcristianos, concluyen que, ganen o pierdan en las urnas, en los hechos ellos siempre ganan. Ante ese panorama la pregunta que muchos se hacen es: ¿A qué juega Nebot?
El rompecabezas, porque de eso se trata, tiene piezas fácilmente identificables: Nebot está enganchado políticamente en la campaña electoral. Ha reactivado viejas amistades y tiene comités trabajando. Su estrategia no es de tendencia e incluye a correístas o aliados como lo prueba la llegada de Ramiro González a la Convergencia que se dio cita en Cuenca. Él es sin duda el eje de esa iniciativa y, candidato o no, quiere pesar en forma decisiva en el próximo gobierno. Sea del color que sea.
Está en campaña. Pero no asumir la candidatura le permite, como actor de teatro, jugar varios papeles en la escena: péndulo (la derecha soy yo), aguafiestas (de Lasso), conciliador (alianza con el centro-izquierda…). No definirse le faculta a cuestionar a aquellos que ya lo hicieron (Lasso de nuevo) y a marcar la cancha de los que no lo han hecho. Nebot juega a ser el crupier de la campaña. Si la situación le es absolutamente favorable, se lanzará. De lo contrario, tiene un pie en todos los terrenos. Al punto que dice que a Rafael Correa se olvidó de que entre los mejores amigos de Lenin Moreno están Alberto Acosta, Gustavo Larrea y… él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario