#Ecuador La irrecuperable credibilidad del irrecuperable Galo Chiriboga Por Pedro Granja
Condenado a nadar en las hediondas aguas del desprestigio luego de ser humillado en el Concurso previo, los escándalos que se le venían al Fiscal eran solo cuestión de tiempo.
Desde un análisis estrictamente jurídico, crear empresas offshore en Panamá no es delito. Yo no le exijo la renuncia a Chiriboga por esa razón. Le vengo diciendo, frente a frente, en reiteradas audiencias en las que nos enfrentamos cuando todavía ejercía en el Ecuador (me retiré hastiado de un poder judicial podrido que actúa en base a una frase de Lewis Carroll “veredicto primero, el juicio después”), que debía renunciar por estas razones de derecho:
1) Condenado a nadar en las hediondas aguas del desprestigio luego de ser humillado en el Concurso previo, la caída del halcón griego era cuestión de tiempo. Chiriboga perdió y luego, el manoseo grosero a las calificaciones, a horas de la publicación de los resultados, puso al descubierto muchas más irregularidades. En la calificación de méritos la CCS lo valoró con 48 puntos, mientras que en la prueba de oposición obtuvo 38. Pero Chiriboga reclamó que en la prueba de conocimientos le calificaron mal, por lo que le subieron dos puntos más.
De acuerdo al informe de la propia Comisión de Selección (la mayoría de sus miembros terminaron trabajando luego en la propia Fiscalía y en el Consejo de la Judicatura) el primer lugar lo tenía Juan Vizueta con 91 puntos. Chiriboga estaba quinto con 84.
Luego, a Chiriboga le suben un punto y a Vizueta le quitan 7. Así, del quinto puesto, el ex Ministro de Energías y ex Embajador en Madrid de este gobierno, además de abogado de Rafael Correa en su demanda contra el Banco del Pichincha, terminó “ganando” el Concurso.
2) Mientras Chiriboga se posesionaba pese a los kilómetros de noticias que circulaban por el mundo sobre las irregularidades del Concurso, los Colegios de abogados del Ecuador declaraban casi unánimemente que no lo reconocerían como Fiscal General. Vaya modo de inaugurarse en el cargo.
3) Chiriboga necesitaba un tiempo para que la ciudadanía olvide su escandalosa designación. Chiriboga es lento, letárgico al extremo hasta para mover los parpados. Quería pasar desapercibido en sus primeros meses, pero Rafael Correa tenía enemigos que aniquilar y los quería destruir lo más rápido posible: Galo Lara, Mery Zamora, los hermanos Guerrero (exiliados en República Checa), Francisco Endara, los 10 de Luluncoto, los pelados del Mejía, los 12 del Central.
Rafael Correa se propuso exterminar a los que protestaban y Galo Chiriboga tenía que acusarlos, sin pruebas, sin otro argumento que no sea el capricho del dictador. Lo que vino después fue terrible. Ya herido en su amor propio con lo que significaba la pública humillación de haber sido derrotado en el Concurso, el pobre hombre tuvo que enfrentar en procesos penales a un grupo de abogados que estaban capacitados en derecho penal constitucionalizado, dirigidos por el mismo abogado que le había ganado, ampliamente la Fiscalía. Así como Chiriboga no tenía compasión con los enemigos políticos del correísmo, los Vizueta boys no tuvieron compasión con él en estrados. Lo arrastraron, lo humillaron, corregían cada palabra que se atrevía a balbucear. Chiriboga citaba artículos y más artículos que generalmente no tenían relación con el caso que se debatía. Sus contendores le hablaban del coto vedado, de la esfera de lo no decidible, de normas téticas y Chiriboga caía, una y otra vez en su saco. Luego instalaban la discusión sobre Ferrajoli, Baratta, Mosconi, Zaffaroni, Jeschek, el propio Jakobs. De los principios básicos del estado de derecho lo llevaron al ring de la imputación objetiva y allí, Chiriboga –experto en minas, petróleos y cocteles consulares pero no habituado a la extrema crueldad del circuito procesal penal- se asfixió.
4) Luego vino el tema de sus chats con Pedro Delgado mientras éste huía y Chiriboga le pedía favores desde la sala de condena de Galo Lara; el Reglamento que el mismo Chiriboga redactó para sancionar a los abogados en libre ejercicio, el asilo político a Lara, la derrota judicial internacional en Panamá cuando viajó junto a José Serrano y toda una comitiva de funcionarios para pedir que les entreguen al ex asambleísta de oposición que más denuncias de supuestas actos de corrupción que involucraban a altos mandos del gobierno realizó; la persecución implacable a la señorita Cevallos, a los hermanos Guerrero cuyo padre es una de las más importantes glorias del derecho ecuatoriano y se cansó de ridiculizar a Chiriboga quien luego se sentía victorioso por haber logrado que al ex Ministro del Deporte implicado en un caso de peculado se le impongan solamente 3 meses de cárcel. Pero además, Chiriboga presidía la misma Fiscalía que, en el caso Glas Viejó, liberó al procesado cuando fue apenas detenido y luego le sugerían a la madre de la víctima que contrate a otros abogados que terminaron siendo socios del mismo estudio jurídico que defendía al acusado y es imposible olvidar la penosa, actuación del mismo organismo acusando a un ciudadano por el delito de aplaudir, en el que por cierto, lograron una condena que nos pone a la vanguardia de la estupidez judicial en América Latina.
Por todo lo expuesto, lo de Madrigal es juego de niños. La irrecuperable credibilidad del irrecuperable Chiriboga es lo que sustenta nuestro pedido para que tenga un mínimo de decencia y renuncie. Debería hacerlo por amor propio si es que conoce la connotación metafísica de esa frase.
Pedro Javier Granja
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