lunes, 2 de abril de 2018

Las 168 horas más largas
Este lunes, 2 de abril a las 09:30, dos periodistas y un conductor cumplieron 168 horas de cautiverio. La escasa información y el temor por su seguridad levantaron una campaña inédita entre los periodistas ecuatorianos que ha logrado un gran apoyo internacional. Los nombres de los comunicadores fueron revelados para sensibilizar a sus captores. Ellos son Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra.
01 de abril del 2018
SUSANA MORÁN
Más de 500 periodistas exigieron mediante una carta a los gobiernos de Ecuador y Colombia la pronta liberación de los periodistas secuestrados.
‘No basta solidarizarse, hay que hacer algo’. El mensaje fue el motor para salir del shock con el país amaneció el 27 de marzo de 2018. Ese día se conocía quizá la noticia más triste para el periodismo ecuatoriano en mucho tiempo: se había perdido contacto de un periodista, un fotógrafo y un conductor en la frontera con Colombia. Era un equipo de diario El Comercio que estaba haciendo su trabajo. Este hecho inédito trastocó desde entonces el día a día de un país que -impactado- veía con dolor cómo los grupos irregulares que operan en la zona, el narcotráfico y el olvido de las fronteras llegaban con una nueva amenaza: el secuestro.
Ese llamado a la acción lo hacía justamente un periodista mexicano, radicado en Quito. ‘No podemos solo solidarizarnos’, dijo en un chat de whatsapp de prensa. Más de uno pensamos en México, en Colombia, en Centroamérica. ¿Ahora Ecuador? El chat explotó con ideas. Primero hubo consenso para crear una carta dirigida al Gobierno. Exigir su seguridad y su inmediato retorno fueron la prioridad.
Pero fue el mismo ministro del Interior, César Navas, quien al hablar de corresponsabilidad encendió los ánimos. Los periodistas de El Comercio pasaron por un retén militar a 1,5 km de Mataje (donde se conoce fueron secuestrados) y allí recibieron las advertencias -dijo el Ministro- del peligro de ir a esa zona. Rafael Lugo, escritor y abogado, respondió en Twitter así la insinuación: ‘Culpar a un periodista plagiado por entrar en una zona peligrosa donde se están generando noticias de importancia nacional, es lo mismo que culpar a un bombero por quemarse en un incendio’.
La carta, hecha a varias manos, encontró su tono. Unos aportaron con los estándares internacionales de protección en zonas en conflicto: “Es responsabilidad del Estado garantizar el libre ejercicio del periodismo”. Otros ayudaron con la redacción y hasta con la corrección de estilo. La misiva salió con 190 firmas y con el paso de las horas superó las 500. Un hashtag que luego se convirtió en lema acompañó desde el inicio al pronunciamiento: #Nosfaltan3.
Después de la carta llegó la vigilia. Que sea frente al Palacio de Gobierno, se propuso. Que las autoridades escuchen a este sector, el de los periodistas, que muy pocas veces se ubica frente a los micrófonos y a las cámaras. “Los queremos vivos”. Fue uno de los primeros gritos de amigos, familiares y colegas. Gritos tibios en la primera noche de vigilia. Acostumbrados a contar los hechos que protagonizan los demás, ¿cómo armar plantones? Pero desde esa noche allí estuvieron decenas de periodistas y sus familias. Incluso con sus pequeños hijos. Parientes de los secuestrados llevaron sánduches y café.
Luego llegó la segunda noche, la tercera, la cuarta. Van seis días de vigila. Han sumado parlantes, megáfonos, tambores. Velas y carteles. Pegatinas. Los gritos se han vuelto más intensos: “Nuestros periodistas siguen secuestrados”. Todo esto frente a un silencioso Carondelet. “La situación es estable”, “están bien”, es la escasa información que ha salido en los últimos días desde las autoridades.

Desde hace una semana, comunicadores, amigos y periodistas hacen vigilia frente al Palacio de Carondelet. 
Las fotos de redacciones completas con carteles de #Nosfaltan3 y de grupos de periodistas desde sus lugares de cobertura como la Asamblea, la Presidencia hasta desde San Lorenzo, cantón al que pertenece Mataje, conmovían las redes.
Pero con la vigilia también arribó la campaña. #Nosfaltan3 ya era viral. Ayer, 1 de abril, ese hashtag pudo haber sido visto por más 8,7 millones de veces solo en tres horas (cifra sacada con la herramienta Tweet Binder). Las fotos de redacciones completas con carteles de #Nosfaltan3 y de grupos de periodistas desde sus lugares de cobertura como la Asamblea, la Presidencia hasta desde San Lorenzo, cantón al que pertenece Mataje, conmovían las redes. Imágenes que luego fueron replicadas por decenas de periodistas y fotógrafos de otros países. Antonio Pampliega, el periodista español que estuvo secuestrado 299 días en Siria, pidió a los gobiernos de Ecuador y Colombia que hagan todo lo posible por encontrar a los comunicadores. La campaña ha sumado voces de artistas, cantantes, políticos, futbolistas, activistas.

Arriba, la redacción de El Comercio apoyando a su equipo. Abajo, periodistas en una cobertura frente al Hospital de la Policía con letraros de respaldo a los comunicadores.  

En la imagen, periodistas de Guayaquil. Comunicadores de varias ciudades se sumaron a la protesta.
Ahora, después de seis días de incertidumbre ya se conocen los nombres de quienes fueron a la frontera y aún no vuelven. Al principio fueron ocultos por su seguridad y por decisión de sus familias. Ahora ellas mismas los han revelado para evitar especulaciones sobre sus identidades y sensibilizar a sus raptores. Se llaman Javier Ortega, periodista; Paúl Rivas, fotógrafo; y Efraín Segarra, conductor. En un equipo periodístico cada miembro es vital para un reportería. Los tres llegaron a una de las zonas que se han convertido en un agujero negro de información. Mataje es una pequeña parroquia de entre 500 y 600 familias abandonadas por el Estado que conviven con grupos irregulares y el cultivo de coca. La última vez que fueron vistos fue el lunes 26 de marzo, a las 09:30. Altas fuentes oficiales han confirmado a Plan V que las condiciones que han pedido los plagiadores son imposibles de cumplir por parte del Estado ecuatoriano.
Estos son los perfiles de nuestros colegas que ayer Fundamedios publicó para poner rostro y vida a quienes hace siete días salieron a contar, una vez más, una historia.
Paúl Rivas
En el 2013 registró la problemática de la desaparición de personas en Ecuador, en su foto reportaje de 10 imágenes “Desaparecidos y tatuados en la piel”.
La fotografía está en sus venas. Paúl creció entre rollos de fotos y cámaras, la pasión por captar imágenes la heredó de su padre, también fotógrafo. Por ello, era natural que su aspiración fuese convertirse en fotoperiodista, una labor que cumple desde hace 20 años en diario El Comercio, medio de comunicación ecuatoriano al que le ha entregado no solo su amor hacia la fotografía y su dedicación, sino múltiples reconocimientos nacionales e internacionales.         
Paúl estudió en el Colegio San Gabriel. Luego fue a la Universidad Tecnológica Equinoccial donde optó por la carrera de Publicidad, aunque no la ejerció, pues su genio estaba en aquello que denominaba “dibujar con la luz”.
Este 25 de abril Paúl cumplirá 46 años. Es sensible, extrovertido, alegre, jovial, solidario, sociable y muy inteligente.  Busca soluciones, da apoyo a las personas, tranquilidad a los demás y es comprometido con su trabajo. Su sensibilidad con las problemáticas sociales le llevó a realizar fotorreportajes para contar historias a través de las imágenes.
En el 2013 registró la problemática de la desaparición de personas en Ecuador, en su foto reportaje de 10 imágenes “Desaparecidos y tatuados en la piel” que se publicó en el diario El Comercio, registró los rostros y la corporalidad de los familiares, se colocó en el lugar de las personas, transmitió la impotencia, e l dolor y la frustración de quien no tiene datos de un ser querido, los mismos sentimientos que hoy deben estar sintiendo sus familiares y sus amigos. Por este trabajo, ganó el Premio Nacional de Periodismo Eugenio Espejo otorgado por la Unión Nacional de Periodistas (UNP) y en dos ocasiones su trabajo le significó la Pluma de Oro que otorga el premio Jorge Mantilla Ortega.

El fotoperiodista en una cobertura deportiva. 
Su fotografía del volcán Tungurahua, en plena erupción fue catalogada como una de las mejores en América Latina, a esta realidad también se acercó desde el retrato con su foto reportaje “El Volcán es su hogar y no quieren dejarlo”. La migración tampoco ha escapado de su lente en su obra “Los que se van” expone las condiciones de vida de ecuatorianos que llegaron a España en busca de trabajo y oportunidades.
No es un fotógrafo que se conforma, su trabajo puede llevar meses de preparación para tener la foto perfecta. Tras el terremoto ocurrido Manabí y Esmeraldas, viajó a la zona para registrar las primeras horas del acontecimiento. Y cuando en diciembre del 2016 Esmeraldas fue abatida por las réplicas del movimiento telúrico fue a Tonsupa para poner en evidencia el trabajo de sus pobladores para sacar a flote su localidad.
Toda su vida está articulada al ejercicio de su profesión, todo momento es una posibilidad para obtener inmortalizar los segundos dentro de su cámara de fotos de marca Canon, que es la que siempre ha preferido.
En su casa a Paúl, le esperan su familia y sus amigos. También su inmensa colección de cámaras de fotos antiguas y sus camisetas de Liga Deportiva Universitaria.
Javier Ortega
Los temas relacionados con la seguridad y la justicia siempre están en su pluma. Atento a los detalles, cauteloso y con la convicción de informar con responsabilidad.
Se lo conoce como Javier, tiene 32 años, nació el 17 de diciembre de 1986. Un apasionado por el fútbol y en especial por el Fútbol Club Barcelona y su estrella Leonel Messi. Javier Ortega Reyes vivió sus años de adolescencia en la comunidad de Valencia, playa de Gandía, España. Allí cursó la secundaria, pero la nostalgia y el apego a su patria pudieron más y decidió regresar al Ecuador para iniciar con sus estudios de Comunicación Social en la Universidad Politécnica Salesiana en la ciudad de Quito.
Años más tarde, su padre, su hermano y hermana también volvieron al país. Para ese entonces Javier ya había culminado sus estudios de periodismo y había ingresado a la redacción de Diario El Comercio, primero en calidad de pasante, pero su sagacidad y sentido por la noticia le valieron el contrato definitivo en este medio, en el cual labora desde hace ocho años.
Los temas relacionados con la seguridad y la justicia siempre están en su pluma. Atento a los detalles, cauteloso y con la convicción de informar con responsabilidad lleva adelante reportajes vinculados con las leyes del país y lo hace con un enfoque humano, con un profundo respeto y apegado a lo que la ética dicta, como lo hizo con el reportaje sobre las personas cubanas deportadas en julio del 2016 o el reportaje sobre personas desaparecidas, en septiembre de 2015.
Sensible al dolor de todos los sectores sociales, también cubrió el dolor de los militares y las familias de los militares que perecieron en un accidente aéreo, en marzo del 2016. “Los gritos de los hijos de los soldados caídos en Pastaza retumbaron ayer (16 de marzo) en la capilla que se improvisó en la Escuela Militar Eloy Alfaro (Esmil) de Quito. Los pequeños se abalanzaron hacia los féretros y acariciaron las banderas que se colocaron encima. Así, intentaron ver por última vez a sus padres. El llanto de los niños estremeció a los militares y civiles que asistieron a la ceremonia religiosa”, empieza relatando Javier Ortega sobre el sepelio de los militares.

Javier ha participado en la carrera Últimas Noticias de Quito.
Aunque las características de las fuentes que cubre hacen que su jornada de trabajo se extienda hasta la noche, trata de conjugar la pasión por el periodismo con la pasión por el balón. Los miércoles son el día marcado en la agenda para colocarse los botines, avanzar por la media cancha, armar una jugada y anotar para su equipo; pero no solo eso, también apuntó al atletismo, participando en las carreras de Ultimas Noticias.
Hoy la silla de Javier en la redacción de El Comercio está vacía, su sonrisa contagiosa ya no flota por el ambiente y la solidaridad que lo caracteriza en su casa es una falta permanente para su familia. Su mascota lo echa en falta por las noches, cuando llegaba a casa, cansado de la jornada, pero siempre lleno de cariño.
Su habitación está intacta desde el domingo 25 de marzo cuando partió hacia Esmeraldas para cumplir con su trabajo. Los carteles de Leonel Messi, las banderas, las camisetas y el resto de sus artículos del club catalán reposan en este lugar al que ahora ingresan su familia, su abuela, sus primos, sus tíos, quienes no descasarán hasta que vuelva sano y salvo.
Efraín Segarra
Un nuevo trabajo - y esta vez definitivo- tocó a su vida y desde hace unos 16 años es parte de la planta de conductores de Diario El Comercio. Ahí está disponible siempre que “el deber llama”.
Nacido el 5 de diciembre de 1957, con 60 años de edad aún tiene la fuerza y la entereza para ser el conductor de los equipos de comunicación de Diario El Comercio. Los lleva a donde tenga que llevarlos.
Efraín Segarra nació en la ciudad de Pasaje, provincia de El Oro, pero quien lo conoce apuesta a que es quiteño de cepa, y sus señas le dan la razón pues desde que tenía 5 años llegó a la capital. Y en esa ciudad se quedó, se enamoró, tuvo dos hijos y forjó una carrera como conductor profesional.
Es animalista, tiene la capacidad de hacerse amigo de cualquier animal que encuentre en la calle, aunque sea el perro más bravo. Es fotógrafo por afición e hincha del Deportivo Quito.
Muy joven ingresó al Ministerio de Agricultura como asistente de oficina, pero los motores le llamaban más la atención y al graduarse como chofer profesional optó por poner sus manos al volante en esa misma institución durante 10 años.
Luego, su carácter aventurero le llevó a probar en una institución financiera. En el Banco del Pacífico, lugar en el que pasó 7 años, condujo toda la variedad de autos: motos, automóviles, camionetas y hasta blindados.
Pero él no es un hombre de un solo lugar, cuando lo llamaron a vincularse al Centro Comercial El Recreo, no dudo en cambiar el mundo de las finanzas por el paseo comercial. Allí pasó 3 años.
Un nuevo trabajo - y esta vez definitivo- tocó a su vida y desde hace unos 16 años es parte de la planta de conductores de Diario El Comercio. Ahí está disponible siempre que “el deber llama” como él mismo dice cuando una llamada ingresa a su celular, dispositivo electrónico en el que atesora su gran colección de “selfies” en todas las ciudades que visita por su trabajo.
Y nuevamente, la curiosidad innata de Efraín ha hecho de él un reportero, un fotógrafo, un asistente de locación, es que casi dos décadas en el mundo de la prensa le han contagiado el amor al oficio.
De vuelta a casa Efraín cuelga las llaves y alimenta a sus dos gatos y a su perro, animales rescatados y adoptados que van creciendo en número conforme se cruzan por su camino. De entre su amplia colección de camisetas del equipo de sus amores escoge una y se dirige hacia el estadio.
A Segarrita lo esperan todos en Diario El Comercio, esperan su amabilidad y siempre su buena disposición; esperan su espíritu aventurero y sus ganas de emprender por cualquier carretera buscando una nueva crónica, una nueva realidad.
Un ‘zoom’ a Mataje
Mataje es una población dividida por un río del mismo nombre, que sirve de límite entre Colombia y Ecuador. Es la población más noroccidental del Ecuador. Sobre ella hay poca información oficial en la web y en los mapas apenas es señalada. Las familias de esa zona son colombo-ecuatorianas. El destacamento militar ecuatoriano está aproximadamente a 1,5 km de la comunidad. Es en lugar donde siempre ha existido tránsito de personas de ambos países porque muchas son familia.
Comunicadores de que viven en San Lorenzo cuentan que esta comunidad más de una vez se ha opuesto al ingreso de cámaras fotográficas o filmadoras a su territorio. Una fuente de Plan V en esa zona narró que hace algunos años una persona extranjera de una organización internacional fue secuestrada en Mataje porque llevaba esos equipos tecnológicos. Lo regresaron a salvo, pero le prohibieron que cuente sobre lo que le había pasado.
La gente en Mataje convive con grupos armados colombianos y disidentes de ese país. Ellos conocen y tiene contactos para saber todo lo que ocurre en esa localidad y zonas aledañas. Del lado colombiano, dice la otra fuente en la zona, están los cultivos de coca. Ecuatorianos cruzan el río Mataje para trabajar en la cosecha de esas plantas. De ahí que es una población que se cuida las espaldas. Viven entre 500 y 600 familias. Después del anuncio del ministro del Interior, César Navas, de se prohibiría el paso a cualquier persona ajena a Mataje, el destacamento ecuatoriano dejó pasar solo a quienes constaban en un lista.

Vía a Mataje. Foto. El Comercio

Los caseríos en Mataje. Imagen de diciembre de 2016. Foto: Diario La Hora
Periodistas que viven en San Lorenzo dicen que el lunes, 26 de marzo y día del secuestro de los comunicadores, fueron hasta el km 9 de la vía Mataje-San Lorenzo para cubrir el ataque contra un tanquero de las FFAA. Aseguran que no vieron mayor presencia militar en la vía. La vía Mataje-San Lorenzo es la principal arteria que conecta, en esa zona, a las poblaciones ecuatorianas con Colombia.
Mientras tanto, en la ciudad de San Lorenzo, las misma fuentes aseguran que el resguardo de la Fuerza Pública está junto a las instalaciones policiales y militares. También hay un gran despliegue de seguridad alrededor de los hoteles donde se quedan las autoridades y oficiales de alto rango que visitan la zona. "¿Y el resto de la población?", se preguntan. Desde este fin de semana, a una semana del secuestro, y de la imposición del toque de queda aparecieron tanquetas circulando en la calle.
En esa zona hay un hermetismo total. Los fiscales cierran los teléfonos. Las fuentes militares mantienen apagados los teléfonos. Ni los habitantes ni el párraco de San Lorenzo quieren pronunciarse. Lo que sí piden que se difunda es que la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado debe estar acompañado de incentivos para fomentar fuentes de trabajo en estas parroquias afectadas por una profunda pobreza y olvido estatal.
La semana pasada, la Comisión Nacional de Organizaciones de la Sociedad Civil Afroecuatoriana por el Decenio difundió las cifras que retratan ese abandono. En San Lorenzo, la pobreza es del 84,60 % y la extrema pobreza es del 42,50 %, En el cantón Eloy Alfaro, la pobreza alcanza el 98,50 % de la población y la extrema pobreza está por el 52,70 %.  De las más altas del Ecuador. “Rechazamos cualquier vinculación de pobreza con violencia, pero la preocupación mayor es que no hay respuestas efectivas del Gobierno central, salvo la militar, para contrarrestar el desasosiego familiar en la sociedad civil afroecuatoriana de los dos cantones y la subsistencia de la violencia”, denunciaron. La “presencia de Estado” debe traducirse, dicen, en inversión consistente y a corto plazo. En escuelas y colegios. En servicios básicos. En vivienda. En créditos. ¿Cuánto tiempo más deberán esperar?
  PUNTOS DE VISTA  
‘Estamos hablando de una parte del
Ecuador como si fuera un hoyo negro’
Marco Lara Klahr, periodista mexicano especializado en Derechos Humanos
Me preocupa el discurso oficial y mediático. Estamos hablando de una parte del Ecuador como si fuera un hoyo negro del espacio. Es como si el Estado ecuatoriano estaría asumiendo su renuncia a garantizar el Estado democrático de derecho. Más allá de si pasaron o no el retén, el ejercicio periodístico exige y florece en un Estado de derecho. Ahí no hay nada que nosotros podamos hacer o aprender. En México les llevamos más de 100 periodistas asesinados y que han sufrido desaparición forzada.
No hay recetas. Lo importante es exigir al Estado ecuatoriano que asuma su responsabilidad de garantizar el Estado de derecho más allá de que estos sucesos hayan pasado en la frontera norte donde hay una crisis de seguridad. También es importante sensibilizar a la comunidad frente al hecho de que atentar contra un periodista es atentar contra el derecho a la información de una comunidad.
Si se habla de secuestro me preocupa las afirmaciones del ministro del Interior, César Navas, al sostener de que se encuentran en territorio colombiano y eso puede implicar prácticamente lavarse las manos. Me parece apresurada y fácil. Exigimos al Gobierno ecuatoriano que rinda cuentas y diga exactamente qué sucede; que evite generalidades como decir que ‘están en contacto con los secuestradores’ y que investigue por desaparición forzado. Ecuador tiene un problema severo sobre desapariciones y hay contradicciones en cuanto a sus cifras.
Punto de vista: Ecuador y Colombia tienen
que hacer un esfuerzo extraordinario para liberarlos
Jorge Cardona, editor general de El Espectador de Colombia
Con un conflicto tan largo en Colombia, los periodistas hemos aprendido a manejar las circunstancias de seguridad que se iban presentando en distintos momentos. Los colegas colombianos han estado visitando mucho tiempo la zona de Tumaco y el litoral del Pacífico en la frontera con Ecuador. En esta región es donde está la disidencia de las FARC.

Coincido que en un ejercicio propio de la libertad de expresión, los periodistas tienen el derecho a moverse libremente en el territorio para cubrir una información. Lo que sucede es que hay situaciones irregulares y contextos que plantea, por ejemplo, el convenio de Ginebra que protege el ejercicio del periodismo. Estamos hablando de una zona difícil, pero la seguridad está a cargo del Estado. Tanto los Estados ecuatoriano y colombiano tienen que hacer un esfuerzo extraordinario para liberarlos.

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