lunes, 2 de abril de 2018

La montaña de papel o la década ganada en billetes de $100

  en Columnistas/La Info/Las Ideas  por 
Como historiador del arte me hallo frecuentemente traduciendo ideas abstractas a imágenes. Ya sea por medio de equivalencias o analogías, es más fácil comprender ideas complejas al darles una forma física en la mente. Por esta razón, al pensar en la famosa década ganada y en lo que ha significado en términos económicos, imposibilitado de comprender lo abstracto de $250.000.000.000 (dos cientos cincuenta mil millones de dólares –es lo que se acepta comúnmente fue el ingreso del estado durante el periodo entre el 2008 y el 2017– pensé que un ejercicio de visualización, con números redondeados para facilidad de lectura, sería valioso para todos aquellos que, como es razonable, empiezan a perder la comprensión real de una cifra una vez que pasa de los cuatro o cinco ceros.
Se puede empezar por traducir esta cifra a billetes de $100. Estos son 2.500.000.000 (dos mil quinientos millones) de billetes de $100. Si de un pliego de papel normal salen 100 billetes, estamos hablando de 25.000.000 (veinticinco millones) de pliegos de papel bond. Un cálculo simple nos lleva a que estas son 800.000 resmas de 500 hojas A4 cuyo volumen es aproximadamente el de un edificio de 4 pisos en un terreno de 500m2. Ahora pensemos en términos individuales: una persona que gana el salario básico recibe (redondeando) 4 billetes por mes por 12 meses; o sea, 48 billetes al año. Al final de 25 años de trabajo habrá recibido 1.200 billetes. Una persona que gana diez veces eso recibe en su vida laboral 12.000 billetes y una persona exitosa, que gane cien veces eso, recibirá en su vida 120.000 billetes. La corporación más grande del Ecuador, La Favorita, ganó en el 2016 $135 millones que son 1.350.000 billetes de 100. Así, el tiempo que una persona natural se demoraría en alcanzar la cifra de la “década ganada” son 2.000.000, 200.000 ó 20.000 años respectivamente, mientras que La Favorita demoraría 1851 años. Vale la pena mencionar que se necesitarían 100 corporaciones del tamaño y rentabilidad de La Favorita para ganar lo mismo en 18.5 años y darnos cuenta de que no tenemos tal número de grandes corporaciones.
Y si esos 2.500.000.000 de billetes de 100 se hubieran repartido en partes iguales entre toda la población ¿cuánto le hubiera tocado a cada uno? Si hay 16 millones de habitantes en Ecuador, cada uno habría recibido en la década más o menos 156 billetes. Hablando de justicia social, que era uno de los caballitos políticos del gobierno anterior, el impacto habría sido mayor en los sectores menos privilegiados pues, pensando en las mismas tres personas referidas antes, quien gana el mínimo habría incrementado sus ingresos en un 33%, quien ganaba 10 veces más se habría beneficiado en un 3.33% y en un 0.33% aquel que ganaba 100 veces más. Esto colocando, efectivamente, el apoyo del gobierno en quien más lo necesita.
Si del total de beneficiarios solo el 50% hubiera ahorrado el 50% de ese ingreso, habrían hoy reservas de 62.500.000.000 (sesenta y dos mil quinientos millones de dólares) que, rindiendo a un conservador 4% anual, harían que la economía ecuatoriana creciera al ritmo de 2500 millones anuales solo en intereses, sin mencionar el beneficio para todos los ecuatorianos de que ese dinero ingrese en el sector productivo.
Pero como no podemos vivir sin Estado, reservemos algo para impuestos: si el Estado se hubiera reservado el 20% de todo eso, habría recibido muy por encima de $50.000.000.000 (cincuenta mil millones) de dólares que son más o menos la totalidad del presupuesto del estado entre el 2000 y el 2007 según cifras del gobierno mismo. Esto sin contar con todo lo demás que el Estado recauda por IVA, ICE, aranceles, etc., que con una economía activa habría constituido otro valor importante y suficiente para hacer obra y dejar que el ecuatoriano promedio, no una gavilla de amigotes, se beneficie de una década de ingreso inusual. Hoy habrían carreteras, salud, empleo y riqueza. Lo que no habría es deuda.
Lo triste es que pese a todo lo que se gastaron en alabarse, ni las carreteras son lo que dicen que fueron, ni la salud mejoró como dicen que mejoró, ni los pobres dejaron de ser pobres. Gastaron en subsidios sin sentido, construcciones llenas de problemas, desperdiciaron cantidades increíbles en consultorías y gastos innecesarios, coimas, y propaganda para perseguir a todos aquellos que osaron oponérseles y no le dieron un pensamiento tangencial al futuro. Lo único que lograron con toda certeza fue convertir algo muy concreto y visible –esos $2.500.000.000 (dos mil quinientos millones) de billetes de 100, esas 800.000 resmas, ese edificio de dinero– en la idea cada vez más monumentalmente abstracta de la década ganada. Quizá el nuevo gobierno confíe más en el sector productivo y permita que este actúe de manera libre para contrarrestar los efectos nefastos de la política económica del anterior.
Ahora, para que se entretenga, haga el cálculo con billetes de 20…
Jorge Gómez es académico

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