FUERA MINERASFUERA. Por Ileana Almeida
12 de marzo 2018
La explotación minera agudiza hasta un grado crítico las contradicciones entre el hombre, la sociedad y el medio ambiente. A pesar de su variedad, la minería se ha convertido en problema global porque en todas partes tiene la misma fuente de origen: la actitud rapaz y depredadora hacia la naturaleza y el entorno social.
En el Ecuador la minería se anuncia con perspectivas trágicas. Según el mapa de Ambar, linked open data portal, hay concesiones mineras, por ahora, en 20 de las 24 provincias de nuestro país. Más del 15% del territorio está concesionado.
La ley de Minería autoriza la explotación de oro, plata, cobre, zinc, carbón, fierro, manganeso, azufre… La lista es interminable. El Ecuador es un país pequeño y densamente poblado. Si se restan los territorios concesionados ¿qué nos va a quedar para vivir, sembrar, pastorear, construir, transitar, descansar, recrearse, respirar? Muy poco, con certeza no lo suficiente.
Se ha autorizado inclusive la minería a cielo abierto, que es la peor de todas: “… es tan brutal en sus procedimientos que únicamente puede desarrollarse en el país y la comunidad donde se enquista, en forma previa o durante la explotación, si el país y la comunidad son sometidos a una extraordinaria campaña de desinformación para ocultar o desvirtuar sus dañinos métodos y destructivos impactos”. (Azul ambientalistas, org).
En la cordillera del Cóndor pronto entrará la empresa china Ecuacorriente y aplicará en el yacimiento Mirador la minería a cielo abierto. Es aterrador pensar en todo lo que desaparecerá en esa enorme fosa de kilómetros de longitud y cientos de metros de profundidad: fauna y flora. Solo quedarán gigantescas montañas de escombros y enormes volúmenes de agua y barro envenenados. ¿Qué pasará con los shuar, podrán sobrevivir? Los pueblos amazónicos siempre han sido desamparados por parte del Estado. Hace algunos años se asentó una empresa maderera que negoció miles hectáreas de bosque por Coca Cola (ver la película de Carlos Andrés Vera), pero el gobierno ni siquiera se enteró…
La minería no acaba con la pobreza, hay muchos ejemplos: Sierra Leona, Congo, Perú, Colombia, Brasil, Vietnam, las reservaciones indígenas en EE.UU. y Canadá. ¿Quién se queda con las ganancias? Los ecuatorianos ya sabemos quiénes serán los beneficiarios y quiénes los afectados, y esto implica la posibilidad real de detener el expolio.
Los gobiernos, que negocian con las empresas, deberían defender los intereses nacionales, pero parece que no saben cómo hacerlo, o peor, que no quieren hacerlo. Las prácticas extractivas no son las mismas en todas partes, y el Ecuador no es de los que merece miramientos de las mineras.
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