¿Quién es María Elsa Viteri?
El dilema, entonces, no es si el Ecuador se salva del naufragio, sino a qué costo. Tal como ha ocurrido a lo largo de nuestra historia. Porque a la luz de las revelaciones sobre los casos de corrupción durante la década del correato, hoy sabemos cómo operan estas relaciones de sumisión con la potencia asiática. Prácticamente en todos los grandes escándalos de corrupción aparece una empresa china…
29 de marzo del 2018
POR: Juan Cuvi
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Viteri no es la genial econo-mista que sacará al Ecuador de la crisis; más bien, es el engranaje local de una gigan-tesca maqui-naria econó-mica global, como ya lo fue cuando ocupó un cargo similar en el correato".
¿Por qué María Elsa Viteri es ministra de Economía? Su designación, que para la mayoría de los ecuatorianos resultó sorpresiva e incomprensible, tendría una explicación: ella tiene la llave para sacar al país de la quiebra. Más que por méritos o conocimiento, por funcionalidad. Al parecer, maneja una relación privilegiada con los chinos. Según los mentideros de la política nacional, tiene las condiciones para canalizar un flujo de créditos suficiente para salvar los muebles.
Estos rumores tienen asidero si pensamos que la única medida posible para evitar el paquetazo es el endeudamiento externo. No hay de otra. Sin una inyección dramática de recursos financieros, la dolarización se cae. Y China no tiene mayor inconveniente en arrojarnos una boya en medio de la tormenta.
El dilema, entonces, no es si el Ecuador se salva del naufragio, sino a qué costo. Tal como ha ocurrido a lo largo de nuestra historia. Porque a la luz de las revelaciones sobre los casos de corrupción durante la década del correato, hoy sabemos cómo operan estas relaciones de sumisión con la potencia asiática. Prácticamente en todos los grandes escándalos de corrupción aparece una empresa china… o su sombra.
¿Qué más ofrecerán nuestras autoridades económicas a cambio del rescate? Si Correa empeñó el país a los chinos para sostener su delirio, ¿cuál es el próximo nivel de renunciamiento nacional para evitar el descalabro?
La historia latinoamericana es pródiga en ejemplos de subordinación a los intereses extranjeros. Hasta el siglo XX todavía teníamos enclaves en varios territorios. Es decir, zonas donde el Estado cedía soberanía a empresas transnacionales. Como el campamento de la Texaco en Lago Agrio o, mutatis mutandi, como ocurre en Panantza-San Carlos con una empresa minera china. No se trata de los derechos a la propiedad privada contemplados en cualquier relación capitalista; se trata de un control territorial. No se está protegiendo una inversión; se está expulsando de sus tierras a poblaciones ecuatorianas para asegurar la apropiación de recursos.
En ese sentido, María Elsa Viteri no es la genial economista que sacará al Ecuador de la crisis; más bien, es el engranaje local de una gigantesca maquinaria económica global, como ya lo fue cuando ocupó un cargo similar en el correato. Porque en las pequeñas economías subordinadas como la nuestra, las cartas se barajan y reparten en otros lados. Ella tendrá que bailar al son que le toquen afuera para justificar su nombramiento.
Su mayor problema, sin embargo, es que no conoce el país. No entiende que una vez que se agotó la bonanza económica, la disputa vuelve al terreno espinoso de la política. Y eso, en términos de movimientos sociales, implica la ocupación del espacio público. Calles y movilizaciones. La CONAIE ya lanzó la primera advertencia.
¿Cómo pretende la ministra Viteri justificar medidas que únicamente patean el problema hacia adelante y que, impajaritablemente, representarán un alto costo para el país a futuro? Sobre todo, un costo para los sectores populares. Porque la estrategia que deja entrever apunta a un noviazgo con los sectores empresariales que se sienten amenazados por la crisis. Hasta ahora ha dejado que el ministro de Comercio Exterior, un conspicuo representante de los grupos monopólicos nacionales, marque la pauta respecto de ciertas estrategias económicas. Y que, de paso, anuncie la aparición casi mágica de ingentes montos de inversión extranjera.
María Elsa Viteri no ha logrado enviar un mensaje claro y convincente al país. Solo sabemos, por declaraciones de otros funcionarios de alto rango, que pasaremos el bache sin paquetazo. Y todos nos preguntamos de dónde saldrá la plata para lograr semejante prodigio económico… a menos que los mentideros políticos acierten
Estos rumores tienen asidero si pensamos que la única medida posible para evitar el paquetazo es el endeudamiento externo. No hay de otra. Sin una inyección dramática de recursos financieros, la dolarización se cae. Y China no tiene mayor inconveniente en arrojarnos una boya en medio de la tormenta.
El dilema, entonces, no es si el Ecuador se salva del naufragio, sino a qué costo. Tal como ha ocurrido a lo largo de nuestra historia. Porque a la luz de las revelaciones sobre los casos de corrupción durante la década del correato, hoy sabemos cómo operan estas relaciones de sumisión con la potencia asiática. Prácticamente en todos los grandes escándalos de corrupción aparece una empresa china… o su sombra.
¿Qué más ofrecerán nuestras autoridades económicas a cambio del rescate? Si Correa empeñó el país a los chinos para sostener su delirio, ¿cuál es el próximo nivel de renunciamiento nacional para evitar el descalabro?
La historia latinoamericana es pródiga en ejemplos de subordinación a los intereses extranjeros. Hasta el siglo XX todavía teníamos enclaves en varios territorios. Es decir, zonas donde el Estado cedía soberanía a empresas transnacionales. Como el campamento de la Texaco en Lago Agrio o, mutatis mutandi, como ocurre en Panantza-San Carlos con una empresa minera china. No se trata de los derechos a la propiedad privada contemplados en cualquier relación capitalista; se trata de un control territorial. No se está protegiendo una inversión; se está expulsando de sus tierras a poblaciones ecuatorianas para asegurar la apropiación de recursos.
En ese sentido, María Elsa Viteri no es la genial economista que sacará al Ecuador de la crisis; más bien, es el engranaje local de una gigantesca maquinaria económica global, como ya lo fue cuando ocupó un cargo similar en el correato. Porque en las pequeñas economías subordinadas como la nuestra, las cartas se barajan y reparten en otros lados. Ella tendrá que bailar al son que le toquen afuera para justificar su nombramiento.
Su mayor problema, sin embargo, es que no conoce el país. No entiende que una vez que se agotó la bonanza económica, la disputa vuelve al terreno espinoso de la política. Y eso, en términos de movimientos sociales, implica la ocupación del espacio público. Calles y movilizaciones. La CONAIE ya lanzó la primera advertencia.
¿Cómo pretende la ministra Viteri justificar medidas que únicamente patean el problema hacia adelante y que, impajaritablemente, representarán un alto costo para el país a futuro? Sobre todo, un costo para los sectores populares. Porque la estrategia que deja entrever apunta a un noviazgo con los sectores empresariales que se sienten amenazados por la crisis. Hasta ahora ha dejado que el ministro de Comercio Exterior, un conspicuo representante de los grupos monopólicos nacionales, marque la pauta respecto de ciertas estrategias económicas. Y que, de paso, anuncie la aparición casi mágica de ingentes montos de inversión extranjera.
María Elsa Viteri no ha logrado enviar un mensaje claro y convincente al país. Solo sabemos, por declaraciones de otros funcionarios de alto rango, que pasaremos el bache sin paquetazo. Y todos nos preguntamos de dónde saldrá la plata para lograr semejante prodigio económico… a menos que los mentideros políticos acierten
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