Simón Pachano
Lunes,
23 de marzo, 2015
Piezas
Algo está
cambiando. Al juntar las piezas del rompecabezas se va formando la figura y va
tomado una forma bastante diferente a la que perduró a lo largo de ocho años.
El nuevo dibujo comienza a formarse con la gente que decidió retomar la calle
como espacio de expresión. Igual que en noviembre del año pasado, un considerable
número de personas recuperó esa práctica, que parecía sepultada bajo el
pavimento de las relucientes carreteras, y salió a exponer su opinión. La
confluencia de personas de todos los niveles sociales y la variedad de sus
reivindicaciones muestran no solamente el carácter plural y heterogéneo de las
marchas, sino que expresan sobre todo la acumulación de temas conflictivos. Ahí
hay una pieza clave para entender lo que está pasando.
Las encuestas
aportan otra pieza para ir perfilando la figura. El dato más conocido en las
últimas semanas es el de la altísima proporción de personas que consideran
necesario convocar a consulta popular para procesar las reformas
constitucionales. Según Cedatos, el 79% de una muestra nacional opina que ese
debe ser el procedimiento para definir el tema de la reelección. A esto debe
añadirse la opinión del 49% de personas de Quito y Guayaquil que, según
Habitus, considera que Lenin Moreno debe ser el candidato de AP, frente al 28%
que se inclina por Rafael Correa. Es una proporción que en Quito se eleva hasta
el 54% y en Guayaquil baja al 45%. Son cifras frías que deben ser consideradas
e interpretadas para comprender que el estado de ánimo de la población ya no es
el mismo que el de los primeros años de este largo periodo de liderazgo
solitario.
Las
tendencias que se expresan en las redes sociales también podrían tomarse como
una pieza que va encajando en el dibujo. Los contenidos predominantemente
políticos y el carácter apasionado, visceral y poco objetivo de los debates son
aspectos para tomar en cuenta para comprender el momento actual. Es verdad que
la mayor parte de las personas que interactúan en ese espacio no está abierta a
valorar las posiciones contrarias, pero eso mismo debe ser objeto de
consideración y análisis. Con intolerancia y con dureza en la mayor parte de
los casos, la gente está diciendo algo desde adentro, desde muy adentro.
Sí, la
situación está cambiando, pero parece que las señales aún no llegan hasta las
alturas. Si hubieran llegado no cerrarían los oídos al mensaje de las marchas,
con su rechazo a la insatisfacción a la política laboral, al paquetazo
económico, al retroceso moralista, a la impunidad de los corruptos, a las
limitaciones a la libre expresión y al cierre de espacios para el procesamiento
de la política. Entenderían que la acumulación de esas insatisfacciones puede
volverse inmanejable si se la despacha con la pueril denuncia de conspiraciones
y desestabilizaciones. Comprenderían que es políticamente equivocado aceptar
solamente los resultados favorables de las encuestas y desechar los que se
consideran adversos. Aceptarían que involucrarse en el debate de las redes es
inútil y produce resultados nefastos. (O)
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