lunes, 30 de marzo de 2015

Ellos son los dueños de todo



José Hernández



 
Nada es de la nación. Ni de los ciudadanos.
Todo es del poder. Todo. El poder mismo. Las instituciones. Las palabras. La comunicación. Las tutelas, pensadas para que la gente se defienda. Los fiscales. Los jueces. La libertad de las personas. La ley. La Constitución. Todo. Hasta el humor. Ah, y ahora también los logos de las instituciones públicas. Todo es de ellos.
¿Han visto la carta de la Secom contra Fundamedios? Es una amenaza por haber usado su logo en un arte para graficar una nota (Rafael Correa, autor del Quijote) de Roberto Aguilar en su blog personal.Ahora van tras los blogs.
Se entendía que el poder es de la nación. No de un grupúsculo.
Se entendía que la nación lo presta a los políticos que ganan democráticamente las elecciones. Lo presta, no lo cede.
Se entendía que ese poder está al servicio de los mandantes. No al revés.
Se entendía que ese poder tiene término. No es eterno.
Se entendía que se votó por un Presidente. No por un autócrata.
Se entendía que los funcionarios son servidores. No verdugos.
Se entendía que todos deben responder por sus actos. Acciones y omisiones.
Se entendía que las instituciones pertenecen a la nación. No a particulares.
Se entendía que se elige un gobierno para administrar. No para aterrorizar a la nación.
Pues no. Entendimos mal.
El poder es del correísmo.
La nación está a su servicio.
Sus funcionarios creen que los ciudadanos les deben pleitesía.
Burócratas mediocres convencidos de que la nación debe aceptar sus ilegalidades. Sus tribunales inquisitoriales. Sus fallos amañados. Su ironía infame. Su abyecta arrogancia. Su vileza.
Ahora ni siquiera podemos reírnos. O utilizar logos que son pagados con el dinero de la nación y que identifican entidades que deberán responder ante los jueces –un día lo harán– por su ruindad.
Tanta mezquindad lo único que prueba es el deseo infinito de perseguir, de extinguir social y políticamente ciudadanos e instituciones de la sociedad civil que no hacen parte del tropel que se cree dueño del país. León Febres Cordero pretendió serlo. Pero la historia prueba que fue un monaguillo al lado de los grandes sacerdotes que hoy disponen del patrimonio nacional y de la vida, la honra y el destino de los ciudadanos.
¿Cómo no saludar, ante tanta cicatería política y moral, la actitud digna de diario La Hora? Sus directivos, exhaustos ante la persecución, han recurrido al derecho a la resistencia. Y han decidido desconocer los tribunales inquisitoriales del correísmo.
Ya era hora. Se dice fácilmente. Pero es un salto mortal para una empresa periodística que se encuentra en total desamparo bajo este gobierno. Y luego dirán –como ya dijeron de Vanguardia, de diario HOY y de otros– que su ley de comunicación, sus inquisidores y sus persecuciones nada tienen que ver con la venta, quiebra o cierre de los medios de comunicación que, dignamente, decidieron no plegar. No someterse.
Ahora hasta los logos les pertenecen. ¿Qué queda a los ciudadanos ante leyes absurdas, jueces que oyen cómo fallar en las sabatinas y funcionarios que solo atinan a ser comisarios políticos de baja ralea? ¿Qué queda a los ciudadanos ante un equipo gubernamental -empezando por el Presidente- convencido de ser el dueño del país, las instituciones, los jueces, los fiscales, el patrimonio nacional, las palabras, la Ley, la libertad de los otros… Y ahora hasta la risa y los logos?
¿Cómo referirse a ellos y a las entidades o instituciones que administran si ya registraron nombres y logos y pueden perseguir a los ciudadanos por usarlos?
¿Cómo hablar de la realidad si esta no existe como se ve y solo debe existir, en la conciencia ciudadana, como ellos quieren que se vea?
¿Cómo hablar desde la ciudadanía si para ellos no son ciudadanos aquellos que no se unen al tropel que debe caminar al paso?
Todo es del poder. Todo es de ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario