viernes, 27 de marzo de 2015




El "Milagro ecuatoriano" en la renegociación de contratos petroleros

Uno a uno los casos en los cuales el Ecuador ha reconocido más de USD 800 millones a las petroleras privadas transnacionales por concepto de indemnizaciones. ¿A quién beneficia el milagro petrolero ecuatoriano?
10 de junio del 2014

FERNANDO VILLAVICENCIO

Foto: Presidencia de la República
Wilson Pastor admite que el modelo de contrato de prestación de servicios con tarifa no es el más competitivo para atraer inversión petrolera de riesgo.
Lo llaman “el milagro ecuatoriano”. Casa adentro se imprime en ruidosas campañas publicitarias, como soberanía petrolera. Allende las fronteras, en conferencias “magistrales”, es posicionado como eslogan de eficiencia económica, nacionalismo creativo y positivismo socialista. La proeza se realizó el año 2010 cuando, a través de una reforma sin debate, se cambiaron los contratos de participación y campos marginales a prestación de servicios. Y, como todo milagro tiene su santo, aparecen como autores de la maravilla: Rafael Correa, Jorge Glas y Wilson Pastor, este último considerado el maestro del maquillaje contractual.
A cuatro años de vigencia del revolucionario modelo, la realidad es distinta. Entre los secretos oficiales, el principal autor del “milagro”, Wilson Pastor, reconoce el fracaso y hace un mea culpa. A través de una carta remitida a Rafael Correa, Jorge Glas y Alexis Mera, el actual embajador en Viena, reconoce que “… el modelo de contrato de prestación de servicios con tarifa, no es el más competitivo para atraer inversión petrolera de riesgo…”.
¿Cuál es la diferencia entre el contrato de participación y el de prestación de servicios? En el primero (neoliberal), la compañía recibe una participación en la producción de crudo, mientras con el segundo (socialista), el Estado paga una tarifa a la compañía por barril extraído. Aunque literalmente el 100% del petróleo sea de propiedad del Estado, en la práctica las tarifas se cancelan con petróleo.

Cuatro fueron los objetivos de cambio de contrato: mejorar la participación del Estado, atraer inversión extranjera, incrementar las reservas y subir la producción de los bloques privados.

Cuatro fueron los beneficios que se pensaba alcanzar con los nuevos contratos: 1) mejorar la participación del Estado en la renta petrolera; 2) atraer inversión extranjera para actividades de riesgo exploratorio; 3) incrementar las reservas de petróleo, y 4) subir la producción de los bloques privados. En la práctica, los objetivos 2, 3 y 4, resultaron un rotundo fracaso, y el primero tuvo un relativo éxito debido a los altos precios del petróleo, que permitieron al gobierno obtener mayores ingresos fiscales por exportación. Durante casi 4 años de vigencia de los contratos, las reservas de los bloques operados por las transnacionales no se incrementaron, la producción cayó hasta ubicarse en mayo del 2014 en 120 000 barriles diarios. Los yacimientos operados por las compañías extranjeras están prácticamente agotados.
El contrato de prestación de servicios con tarifa garantiza a la contratista un ingreso fijo, no así al país, cuyos ingresos dependen del precio internacional del hidrocarburo. Por ejemplo, si los precios cayeran a niveles registrados hasta el año 2006 (40 US/Bl), considerando las tarifas negociadas, de 35 o 41 dólares a favor de las compañías, el país hubiera recibido en algunos casos apenas 5 dólares por barril, y en otros, como el caso de Andes Petroleum, hubiésemos quedado debiendo a la compañía. Aquí la suerte hizo lo que el talento no pudo.

Partiendo de la información oficial, lo que ganó el país con el cambio de contratos de participación y campos marginales a prestación de servicios, fue 0,34 (US/Bl) centavos de dólar por barril. Una cifra insignificante, como se expresa en el cuadro.

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