sábado, 4 de agosto de 2018

Los nuevos chivos expiatorios por la falta de empleo

  en Columnistas/Las Ideas  por 
Primero, algunas cifras que muestran la magnitud de la crisis que vive Venezuela. Según el FMI, entre 2013 (el último año antes de la caída del precio del petróleo) y 2017 la economía venezolana se contrajo 35% y este año caería un 15% adicional, es decir, el tamaño de la economía de Venezuela al finalizar 2018 será casi la mitad que hace cinco años. Según la última Encuesta de Condiciones de Vida realizada por las principales universidades de ese país, el 87% de las familias venezolanas son pobres, casi dos veces más que en 2014; además, la pobreza extrema trepó al 61%. Según la consultora Ecoanalítica, en junio de este año el salario mínimo cubría apenas el 0,7% de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF) “integrada por más de veinte alimentos básicos del consumo de los venezolanos”, es decir, en la actualidad se necesitan 148 salarios mínimos para equiparar el costo de la canasta. Esto va de la mano con las cifras de desnutrición: en 2017 el 64% de los venezolanos habría perdido peso (en promedio 11,4 kilos). Con Maduro y su banda de criminales e incompetentes aferrados al poder, todo apunta a que la cosa va a seguir empeorando: el FMI proyecta que este año la inflación rondará el 1.000.000% (un millón por ciento), pulverizando el poder adquisitivo de los salarios. En este contexto, al que se suma una de las tasas de homicidios más altas del mundo, millones de venezolanos (se calcula que cuatro) se han visto obligados a buscar mejor suerte en otros países. Decenas de miles de ellos se han establecido en Ecuador.
Segundo, las preocupantes cifras del mercado laboral en el Ecuador. Según la última Encuesta de Empleo, Desempleo y Subempleo del INEC, en junio de este año apenas el 39% de la población económicamente activa (PEA) –es decir, las personas que están trabajando (sin importar las condiciones) o están buscando un trabajo– tenía un empleo adecuado. En otras palabras, actualmente apenas 4 de cada 10 personas que trabajan o quieren hacerlo tienen un empleo por el que reciben un ingreso no menor al salario mínimo y en el que trabajan la jornada legal de 40 horas semanales. Un 56% de la PEA, en tanto, tiene un “empleo inadecuado”, es decir, que no cumple con esas condiciones. En este contexto, en el que cientos de miles de personas luchan por conseguir un empleo en condiciones adecuadas, cada vez se escucha con mayor frecuencia el argumento de que las dificultades laborales son culpa del masivo ingreso de extranjeros, particularmente venezolanos. La foto que forma parte de este tuit es una muestra de ese pensamiento:
El abogado y escritor Rafael Lugo, que entre sus méritos tiene el de menospreciar la corrección política, ha abordado este tema en un tuit muy difundido:
Más allá de los válidos argumentos de Lugo, hay otros que muestran que el ingreso de venezolanos al Ecuador no es la causa de la crítica situación del mercado laboral, sino que ésta se debe a las bajas tasas de crecimiento económico de los últimos años y a la insuficiente inversión privada. Un análisis que Cordes publicó en febrero, señala que “el deterioro del mercado laboral en el Ecuador empezó mucho antes de que se registrara el masivo ingreso de venezolanos al país, según lo muestran las propias cifras oficiales”. En 2015, por ejemplo, cuando apenas 9.650 venezolanos se establecieron en el Ecuador, la PEA creció en más de 300.000 personas, pero “ese significativo aumento de la PEA no estuvo acompañado por un crecimiento similar en la demanda de empleados por parte de las empresas. Por el contrario, en ese año se registró una caída en el número de empleados adecuados”. Algo similar pasó en los años siguientes. De hecho, las cifras del INEC muestran que las tasas de empleo adecuado, salvo por el leve alza observada entre 2012 y 2014 (con precios del petróleo que permitían empujar la actividad económica en base a un insostenible gasto público), han rondado el 40% de la PEA desde que se tiene información comparable. El estudio de Cordes concluye: “¿si los miles de venezolanos que se han establecido en el Ecuador en los últimos años no hubieran podido hacerlo, los indicadores del mercado laboral fueran mejores? Con certeza, y basándonos en las cifras oficiales, podemos decir que no, que los indicadores (…) seguirían siendo igualmente pobres”.
Y hay un punto adicional que no se puede pasar por alto: ¿cómo puede ser que en Ecuador, donde prácticamente todos tenemos al menos un pariente viviendo en el exterior y donde, con razón, nos indignamos si algún compatriota sufre un trato injusto o humillante en otro país, se escuchen voces que sugieren parar el ingreso de venezolanos o no darles posibilidades para ganarse la vida honestamente? (Obviamente, si alguno de ellos comete un delito, debe recibir ante la ley el mismo trato que un ecuatoriano.) Lamentablemente, y considerando que la crisis de Venezuela no da señales de estar próxima a terminar, por lo que la inmigración al Ecuador (que hasta 2017 rondaba las 100.000 personas) seguiría aumentando, no es descabellado suponer que algún político populista se apropie de ese discurso xenófobo para las próximas elecciones. Si eso ocurre y si ese supuesto político llega a tener éxito, tendremos una razón de peso para avergonzarnos de nosotros mismos. Y para ir buscando un país al que escapar.

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