Los ciudadanos y los precandidatos
Poco a poco, empiezan a surgir nombres de precandidatos para las Alcaldías y Prefecturas, y entre ellos, como ya es costumbre, vuelven a aparecer caras que ya hemos visto en contiendas pasadas y para diferentes dignidades, y personajes nuevos que han decidido participar. Si bien la carrera electoral recién arranca, y aún no se oficializan las candidaturas, ya podemos escuchar en los círculos familiares, laborales y sociales opiniones a favor o en contra de las cualidades de los precandidatos.
Es verdad que debemos ser exigentes como ciudadanos al momento de dar nuestro voto –lo hemos repetido algunas veces–, pero no es menos cierto que, coherentemente con la idea de que queremos un relevo político y renovación de cuadros en los movimientos y partidos políticos, conviene dar la oportunidad a nuevos actores que con justo derecho deciden incursionar en política.
Recordemos que en los últimos años el ejercicio de la militancia político partidista fue estigmatizada a tal punto que, hasta hoy, la ciudadanía no logra recobrar el interés en esa forma de participación que es válida y necesaria en una democracia. Los partidos han tenido y siguen teniendo dificultades en reclutar nuevas figuras, en parte también, porque persiste el recelo desde la ciudadanía, a ser presa del canibalismo político al que hemos estado acostumbrados a ver en las campañas. Esto, obviamente, quita el interés a cualquiera porque nadie quiere verse así mismo y a sus familias expuestos a cruzadas sistemáticas de desprestigio en redes sociales, por ejemplo.
Exigir por un lado rostros nuevos, propuestas renovadas y actores frescos está muy bien, y nos corresponde a todos insistir en nuevas tesis, en nuevos cuadros. Debemos promover y motivar a los nuevos actores. La descalificación prematura sin darse la oportunidad de conocerlos a ellos y a sus tesis, no ayuda a fortalecer la nueva participación política; por el contrario, la desincentiva. ¿Cómo queremos que tengan trayectoria electoral si no compiten en una contienda? ¿Cómo vamos a valorarlos en su justa medida si no los escuchamos en un foro defendiendo sus propuestas?
Indignarnos porque ciudadanos quieren competir electoralmente por primera vez, no abona al recambio generacional que pedimos reiteradamente desde hace tiempo. Mientras más cerrados sean los espacios a nuevas participaciones, menos oportunidad tendremos de acabar con viejas prácticas políticas que por desgracia siguen enquistadas en algunos espacios.
El refrescamiento de ideas siempre es necesario en todos los sectores de la democracia, y en la política más todavía. El mundo globalizado en el que vivimos nos está hablando de nuevas tendencias y nuevas formas de participación política. Hoy tenemos ejemplos interesantes que demuestran cómo ideas frescas, aplicadas por políticos con visión contemporánea, logran generar nuevos paradigmas e interesantes modelos de relacionamiento entre la sociedad y los gobernantes, consiguiendo ser eficaces en el fortalecimiento de la transparencia: el impulso de la práctica de gobierno abierto en los últimos años es un ejemplo de ello.
Recordemos que, en una democracia sana, todos deben tener derecho a participar, todos deben tener garantizado el espacio para competir: tanto aquellos que ya fueron electos como aquellos jóvenes líderes que, con honestidad y voluntad de cambiar las cosas, también quieren aportar desde una candidatura. Al fin y al cabo, la participación política es un derecho, no un privilegio, y desde esa lógica es saludable que en una contienda electoral los ciudadanos tengamos nuevas opciones.
Que los candidatos se enfrenten en un debate de ideas, de argumentos, es lo ideal; que gane el que presente planes de trabajo ejecutables y no demagógicos es lo óptimo y que en el camino se vayan quedando aquellos personajes que no consiguen demostrar solidez en sus propuestas, es lo conveniente.
No caigamos en el facilismo de la descalificación temprana sin haber escuchado y valorado primero. Comprometámonos desde ya a estar atentos a las opciones que se nos presentan para ejercer un voto consciente y así tener la tranquilidad de que los elegidos sean aquellos con los cuales todos nos sintamos representados.
Ruth Hidalgo es Directora Ejecutiva de Participación Ciudadana
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