jueves, 1 de marzo de 2018

Copro-cracia correísta
La corrupción del correato responde a un esquema perverso diseñado desde el inicio. Oscuros personajes, y pequeñas galladas angurrientas parapetados detrás de un discurso de izquierda, prepararon el terreno para el descomunal saqueo de fondos públicos operado durante la última década. Para ello solamente bastó un poco de olfato y algo de información.
28 de febrero del 2018
POR: Juan Cuvi
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
No solo saquearon el país, sino que lo hicieron desde las prácticas más obscenas y nausea-bundas".
Es imposible que la corrupción verde-flex sea episódica, tal como algunos cínicos pretenden presentarla. Un pozo séptico necesita de años para llenarse y desbordarse. Y requiere alimentarse regularmente.
La corrupción del correato responde a un esquema perverso diseñado desde el inicio. Oscuros personajes, y pequeñas galladas angurrientas parapetados detrás de un discurso de izquierda, prepararon el terreno para el descomunal saqueo de fondos públicos operado durante la última década. Para ello solamente bastó un poco de olfato y algo de información.
En efecto, algunos elementos explicarían este amargo viacrucis de la moral pública.
1. Los grupos monopólicos y las transnacionales sabían que se venía una época de bonanza. Ellos siempre manejan información económica privilegiada. Además, la previsión es un componente inherente a su lógica empresarial. En 2006 apostaron por un proceso de acumulación capitalista fluido y sin mayores contratiempos.
2. Un empresario voraz y caprichoso como Álvaro Noboa no garantizaba un juego equilibrado para sus negocios. Además, como representante nato de la oligarquía agitaría la reacción popular y social. Y la bulla es el peor escenario para los negocios. Correa, en cambio, neutralizaba toda oposición desde la izquierda y desde los movimientos sociales.
3. Alianza PAIS no solo les aseguraba un clima favorable para sus intereses. Desde el discurso refundacional se justificaba cualquier medida que flexibilizara los controles y permitiera la libre apropiación privada de los recursos del Estado. En un ambiente de colapso del sistema político, “cualquier medida será mejor” rezaba el imaginario ciudadano. Por eso el pueblo apoyó la metida de mano en la justicia, el atropello a los derechos humanos, el despilfarro…
4. La discrecionalidad jurídica y el autoritarismo fueron las armas más eficaces para facilitar la corrupción y apuntalar la impunidad. Una vez acordada la estrategia, se montó un sistema de opacidad financiera que solo saltó a la luz pública cuando sus principales operadores tuvieron que hacerse al costado. Y cuando las arcas públicas quedaron vacías.
5. Los grupos monopólicos y las transnacionales saben compartir cuando la torta es grande. Es parte de su lógica empresarial. Dejar que a su sombra crecieran nuevos grupos económicos locales era un costo aceptable.
6. En medio de la lenidad jurídica y administrativa impuesta por el correato, estos nuevos grupos de tecnócratas y arribista verde-flex hicieron su agosto. Se desataron. Obnubilados por la riqueza fácil e inmediata, dieron rienda suelta a sus hambres atrasadas. Y, como dice el dicho, la codicia rompe el saco. Mejor dicho, rompe la tapa de la sentina.
En síntesis, lo que terminó instaurándose durante la pasada década fue una copro-cracia, un gobierno de la inmundicia. No solo saquearon el país, sino que lo hicieron desde las prácticas más obscenas y nauseabundas. Los últimos escándalos son únicamente la punta del iceberg de esta podredumbre sistémica.
Hoy, los compadres enemistados pretenden convertir al Estado en una verdulería. Utilizan las instituciones públicas para dirimir sus broncas personales… sin el menor empacho. Poco les importa el país, por más que se rasguen las vestiduras.

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