martes, 8 de abril de 2014

¿Solo el uno por mil?



Por: Jeanette Hinostroza
La semana pasada estuve en una Cumbre de Comunicación Política en Cartagena de Indias y entre los expositores se presentó un joven argentino que explicó parte de la estrategia comunicacional del Gobierno.  Su presentación fue impecable y sus estrategias muy profesionales, actuales y perfectamente argumentadas.  Solo encontré dos problemas: el primero, que no incluyó entre las estrategias aquella que ordena destruir, desprestigiar y anular a todo aquel que piense diferente y, el segundo, que al final de su exposición presentó un video promocional del país con algunas mentiras. 

El video hablaba del sueño ecuatoriano, que incluía la decisión del gobierno de conservar el Yasuní y dejar el petróleo bajo tierra; el mensaje, muy emocional por cierto, hablaba entre líneas de un Gobierno con absoluta conciencia del tesoro que estaba en sus manos y la responsabilidad que tenía de protegerlo.  Lo que el joven argentino tampoco especificó es que el mismo Gobierno se encargó de destruir ese sueño y lo que en ese video se vendía como un verdadero tesoro, fue reducido a una simple y fría cifra: el uno por mil. 
El radical cambio despertó a la sociedad ecuatoriana, sobre todo a los más jóvenes quienes se sienten engañados al haber creído que el Gobierno estaba comprometido con la protección del corazón de la selva.  Algunos incluso dejaron su cómoda posición y salieron a recolectar firmas para convocar una consulta popular y que sea el pueblo ecuatoriano el que decida si el petróleo se queda bajo tierra o no.  La etapa de recolección de firmas termina este sábado, pero arranca la batalla más difícil, que consiste en lidiar con el poder político – electoral que amenaza con sepultar una de las pocas iniciativas realmente ciudadanas de los últimos siete años. 
Entre todas las mentiras que se han dicho está que solo se afectará el uno por mil del Yasuní, teoría que únicamente toma en cuenta un pequeño radio alrededor de los  pozos que se perforarían en el Bloque 43.  Pero la verdad es que la afectación podría ser mucho  más grande, si se toma en cuenta la experiencia en otros campos petroleros; al uno por mil del territorio hay que sumarle el impacto por el ruido que generará el proceso de explotación, la apertura de carreteras, la posible colonización de la zona, la explotación de la madera, la implementación de la agricultura, la contaminación de las aguas subterráneas y los derrames de petróleo, que podrían ser  mas graves de lo que pensamos tomando en cuenta el terreno pantanoso que está sobre los yacimientos.
El Gobierno solo toma en cuenta al bloque 43 para hacer sus cálculos, como si ese territorio pudiera aislarse del bloque 31 y de la zona intangible. 
Una estimación más real advierte que el impacto en el Yasuní podría ser de 41 mil hectáreas, es decir del cuarenta y uno por mil.  Las firmas para evitar esta destrucción pueden estar listas, ¿pero de qué servirá el esfuerzo, si usted o yo nos quedamos quietos? Hay que moverse, porque el asunto va mucho más allá del Yasuní, esto tiene que ver con nuestro derecho a ser escuchados y a decidir.

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