Por: Cristina Burneo Salazar*
Tenemos que firmar. Tenemos que defender nuestra posibilidad
de protesta porque necesitamos la convicción de que la sociedad civil puede
resistir frente al abuso de poder. Debemos actuar, aun contra el escepticismo
que nos provoca el empobrecimiento de la política en este país.
La iniciativa Yasunidos debe ser apoyada sin reservas por su
causa fundamental, pero también porque reivindica la acción colectiva. Los
miembros de Yasunidos, Julio César Trujillo, las personas que recogen firmas,
demuestran que la acción íntegra es posible en los tiempos más oscuros.
En la situación política que enfrentamos, el Estado no se ha
detenido en su plan extractivista, pese
a que dicho plan puede provocar un genocidio. Frente a esos hechos que serán
juzgados por la ciudadanía y a escala internacional, los funcionarios del
Estado ecuatoriano han decidido guardar silencio.
El 15 de agosto, cuando Ecuador anuncia al mundo que le ha
fallado, vemos por TV cómo una sombra de pesar cae sobre el buró político que
acompaña a la fracasada lobbista Yvonne Baki. “No se pudo” recolectar la suma
necesaria para mantener el petróleo bajo tierra.
El ambientalismo se organiza. El colectivo Yasunidos emprende
en una valiente iniciativa para recolectar 584 000 firmas que legitimen un llamado
a consulta popular. La pregunta: “¿Está usted de acuerdo en que el gobierno
ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como Bloque 43, indefinidamente
bajo el suelo?”
A inicios de marzo, la pregunta y los formularios de
Yasunidos son falseados, objetos de un boicot. En alguna oficina, alguien
recibe dinero por idear este vulgar golpe. El colectivo exige al CNE que
intervenga. También se ven obligados a pedir que ni Domingo Paredes ni Correa
emitan opiniones a este respecto, pues entorpecen el carácter democrático de la
iniciativa.
Más adelante, David Mármol es interceptado por la guardia
presidencial porque baja el pulgar. Es detenido y golpeado. El poder, en su
desesperación, envía a un periodista de “El Ciudadano” a la rueda de prensa de
Mármol, quien aparece acompañado por el intachable Raúl Moscoso. El periodista
comete un error al evidenciar que tiene información que los medios no oficiales
desconocen: Mármol estaba detenido en el Itchimbía. Al verse confrontado, el
periodista se confunde. El boicot muestra sus costuras.
Se ha usado el petróleo para garantizar el presupuesto del
Estado y para solventar los contratos con China. Para eso, han violentado a los
pueblos ancestrales del Yasuní. Están destruyendo el hábitat. Nos exhiben las
lágrimas del 15 de agosto pasado. Solo que no nos las creemos. Tenemos que
firmar porque están socavando nuestra capacidad de indignación.
Al firmar, estamos afirmando que es más importante la vida.
Estamos exigiendo que el extractivismo no sea la única alternativa, por
inexorable que parezca. Al firmar, estamos defendiendo a nuestro propio país de
un genocidio. Lo terrible, lo que espanta, es que tenemos que defender a
nuestro pueblo de nuestro Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario