Jeanette Hinostroza
Correa estuvo en Harvard y Yale hablando de un supuesto
milagro ecuatoriano. Habló de la
reducción de la pobreza, de la construcción de obras de infraestructura y del
proyecto de cambio de matriz productiva.
Lo que no detalló es que, para generar todo este proceso de cambios, ha
tenido que endeudar en casi $7 000
millones al país con China pagando en promedio un 7% de interés; tampoco
contó que el Gobierno decidió gastar todos sus ingresos; y que la falta de
recursos, en un país con bonanza petrolera, expone a que los jubilados tengan
que recibir bonos del Estado en vez de dinero para su vejez.
El presidente Correa declaró que aceptó un
nuevo préstamo del Banco Mundial porque supuestamente viene sin ningún tipo de
condicionamientos para el país, pero la verdad es que el dinero escasea, que ya
no tenemos para pagarle tanto interés a los chinos y necesitamos seguir
endeudándonos para financiar todos los gastos que el Gobierno – Estado asumió.
Por eso Correa ha tenido que hacerse de la vista gorda,
tragarse todo lo que ha dicho sobre los organismos de financiamiento
internacional, sacar su mejor sonrisa y volver a golpear la puerta del Banco
Mundial; ojalá sea cierto eso de que no se dejó imponer condicionamientos y
logró negociar este crédito mejor que en el pasado. Si después de haber vivido
una histórica de bonanza, el milagro necesita plata prestada para producirse,
no es milagro.
Yo soy una fanática del tema educativo y, sin estar de
acuerdo en todo, reconozco que el Gobierno ha hecho cosas muy interesantes en
la materia, pero ahí tampoco se puede hablar de un milagro. Destaco las becas internacionales y tengo
mucha expectativa sobre la creación de cuatro nuevas Universidades ecuatorianas
especializadas en temas de investigación, educación, ambiente y artes, temas
usualmente olvidados por las Universidades tradicionales y que ojalá abran
nuevos campos de trabajo y desarrollo.
El cierre de las Universidades de garaje también fue un acierto. Sin embargo la intervención de las
Universidades estatales se ha manejado políticamente perjudicando a miles de
estudiantes que presionan para que se
cumpla la ley y para que les brinden una educación de calidad. La Universidad de Guayaquil es un ejemplo del
caos, pero prefiero mencionar a la Universidad de Esmeraldas en donde se
demoraron más de un año en decidir su intervención a pesar de las pruebas sobre
los abusos en los cobros y la pésima calidad educativa. Cuando la política se
mezcla con la educación la transformación se demora y el milagro nunca
llega.
Vale la pena
preguntarse si es acertada la creación de nuevas Universidades cuando la
calidad de la educación básica todavía es deficiente; lo ideal sería que de las escuelas y colegios
estatales salgan miles de alumnos que cada año entren a los viejos y nuevos
centros de educación superior en busca de un título que luego les signifique un
buen trabajo. Pero la realidad es que siguen
siendo los alumnos de los llamados colegios emblemáticos y privados quienes en
su mayoría logran pasar los exámenes que hoy acertadamente toma el Senecyt y
entran a la Universidad. Tampoco se
puede hablar de un milagro cuando las libertades están afectadas, en esa
materia Ecuador está haciendo méritos para ser un caso de estudio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario