Por: Guillermo I. Martínez
Rafael Correa, Presidente de Ecuador desde el 2007, tiene
unas credenciales académicas impecables. No hay ningún primer mandatario de la
izquierda latinoamericana que tenga un grado de la Universite Catholique de
Louvain en Bélgica, y otra en la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign
en el estado de Illinois. De esta última institución Correa también tiene un
doctorado.
Además Correa habla cuatro idiomas: español, inglés, francés
y quechua.
Estas credenciales le permiten a Correa presentarse como un
político razonable en artículos que ha publicado y conferencias que ha dictado
recientemente en Estados Unidos. En un artículo publicado en las páginas
editoriales del Boston Globe, Correa asevera que la verdadera libertad requiere
la justicia.
En el mismo cita lo que el Presidente Abraham Lincoln dijera
durante su famoso discurso en Gettyburgh Pennsylvania, a finales de la guerra
civil norteamericana. "Todos los hombres son creados de igual forma y su
Creador le ha proporcionado ciertos derechos inalienables, tales como la Vida,
la Libertad, y el derecho a Buscar su Felicidad".
Correa agrega que en toda la América Latina nosotros también
consideramos que estas verdades son evidentes y las debemos convertir en realidad,
no sólo para un pequeño número de personas en el futuro, sino que debemos
procurarlas ahora para todos.
Sin embargo, es una pena que el primer mandatario del Ecuador
no gobierne teniendo en mente esos principios. El es arrogante y gobierna como
tal. No acepta críticas de nadie.
Por eso que cuando ocho senadores estadounidenses
cuestionaron lo que decía en su artículo publicado en el Boston Globe, Correa
reaccionó muy enojado. ¿Quiénes son esos senadores que osan criticar su
artículo? Lo que hacen, dijo Correa, es entrometerse en asuntos internos del
Ecuador.
Su reacción es evidencia clara de que Correa no entiende los
que es una verdadera democracia. Antes de responder debió haberse dado cuenta
que los ocho senadores del Comité de Relaciones Internacionales del Senado eran
de los dos partidos.
Nadie dice que Correa no tiene derecho a hablar en la
Universidad de Harvard o de escribir en el Boston Globe. Pero el no debe darse
por sorprendido cuando senadores de la izquierda y derecha de este país lo critican
abiertamente.
Los senadores americanos están muy conscientes que Correa no
permite una prensa libre en el Ecuador. También ha confiscado o cerrado
estaciones de radio que lo criticaban. Correa tiene controlado hasta a los
periodistas en las redes sociales. Los que tratan de utilizarlas para criticar
a Correa corren el riesgo, como ya ha ocurrido, de ver como sus cuentas
electrónicas son cerradas.
Las relaciones diplomáticas entre Ecuador y los Estados
Unidos no son buenas. Ahora Correa ha puesto cara afable en su visita a Estados
Unidos. Necesita que los inversionistas extranjeros, expulsados por Correa con
anterioridad, vuelvan a considerar a Ecuador como un país donde se puede
invertir dinero con seguridad. El mismo presidente que planteó una demanda a la
compañía Chevron por daños ocasionados en la amazonia del Ecuador – demanda que
perdiera en arbitrajes internacionales y en un tribunal federal en Nueva York –
ahora quiere que vuelvan las petroleras a invertir en el Ecuador.
Correa es un gobernante muy preparado. El habla bonito. Pero
cuidado, que también es un lobo disfrazado de mansa oveja.
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