Por Jaime Cedillo Feijóo
Qué fastidio la rendición de cuentas, ¿qué
cuentas?, las cuentas alegres que están rindiendo a lo largo y ancho del país,
los funcionarios de la “revolución” de los 300 años. Esas cuentas si que le
ponen a uno la piel de gallina. Esas cuentas cuentan todas las maravillas que
han hecho y deshecho en un santiamén, para que vean nomás sufridores, enemigos
de las “manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes”.
Con el pretexto
de las cuentas, los cuenteros, han desfilado por las mejores pasarelas de las instituciones
públicas. Ha sido un derroche de actividades, de discursos, de invitados, de
burócratas, de saludos, de brindis, de bocaditos, de abrazos, de felicitaciones
entre ellos mismos, de lágrimas, de cuenta cuentos, de dinero que no es de
ellos. Se instalaron pantallas gigantes para que nadie se quede sin las
cuentas, o sea la rendición de cuentas, que obliga ese consejo llamado no de
seguridad sino de “participación ciudadana”. La Mónica no se pierde una de las
cuentas, aunque al final de cada rendición termina rendida por tantas bondades
de la “revolución”, de tanta transparencia, qué más quieren, son cuentas más
claras que las aguas que bajan de las lagunas del Cajas. Es que la ley es la
ley, nadie se salva de la rendición, ni el mashintolerante, que para mejor
hacer, rinde cuentas todos los sábados. ¡Ah, esas sí son cuentas y bien claras,
tan claras son que nadie se libra de las cuentas!. ¡Qué lindo como da cuentas a
los medios corrugtos, sí a esos medios mercantilistas, mediocres, sicarios de
tinta china!. El “Licenciado Tácito” está listo para acatar al pie de la letra
las cuentas del dignísimo señor Presidente, tan directas son las cuentas, que
ya les pidió cuentas al Universo, al Bonil, al Extra fueron dobles cuentas, por
mostrar en los “lunes sexis”, en primera plana, unos cuerpazos de mujeres en
bikini; a Ecuavisa y au entrevistador Pinoargote. Es que el “Licenciado Tácito”
es un moralista medieval, un moralista trasnochado, como dice el psicoanalista
y psicoterapeuta, Rodrigo Tenorio Ambrosi. En su rendición de cuentas, en la
doble sanción al periódico, le han redactado una “aberración jurídica y ética”,
que conste que pongo entre comillas. El “moralista” a más de tácito se ha
vuelto un “erudito”, un “semiótico”, ¡qué bestia el man! Y para que no nos
castigue con su intachable “moral”, no me rindo a sus cuentas, porque en estos
16 años de tarea periodística al frente de El Observador, hemos defendido sin
tregua la libertad de expresión, y el día que nos pretendan coartar esa
libertad, exigiremos el derecho a la réplica, ah, pero ese derecho sólo está
permitido al dignísimo. Entonces, no nos quedará otro camino que acudir a la
Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, pero igual, ellos dirán que
esas cuentas no cuentan, entonces diremos: “aquí descansa en paz la libertad de
expresión”. Esas son mis cuentas.
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