¿Triángulo contra-hegemónico?
Las revelaciones del periódico The Guardian y AP sobre un plan ruso para extraer a Assange de la embajada ecuatoriana en Londres y la congruencia de este plan con maniobras de la Cancillería para entregar credenciales diplomáticas a Assange, apuntan a la existencia de complicidades que vinculaban hasta hace poco a Rusia, Ecuador y los “hacktivistas” internacionales. Estos tres actores internacionales han estado articulados desde 2012 en un triángulo contra-hegemónico. Los hacktivistas son actores que buscan adquirir y difundir información comprometedora de gobiernos, especialmente el de EEUU.
¿Qué ha buscado este triángulo contra-hegemónico? Básicamente, ha funcionado para avanzar los intereses de Rusia. La Rusia de Putin ha intentado contrapesar a EEUU no solo para excluirlo de la esfera de influencia rusa en Eurasia, sino también para asegurar un relativo equilibrio de poder en el escenario internacional. En este contexto, Rusia ha convertido a los hacktivistas que se apropian y difunden secretos de estados comprometedores de su rival en una pieza clave de su geopolítica. Los hacktivistas deslegitiman y debilitan a EEUU a un bajo costo para Rusia. El Ecuador, a su vez, ha servido como un instrumento útil y dócil dentro de la estrategia rusa de movilizar a los hacktivistas para fines contra-hegemónicos.
El triángulo hacktivistas-Ecuador-Rusia probablemente estuvo detrás de la huida de Assange a la embajada ecuatoriana en Londres en junio, 2012. Assange ya era para ese entonces un aliado de Rusia como lo indicaba su programa en el medio oficialista Russia Today, donde entrevistó a Rafael Correa en mayo, 2012. Incluso según The Guardiany AP, Assange, en 2010, habría buscado refugio en Rusia, lo que no se concretó por la orden de captura internacional en su contra. La solución para Rusia seguramente fue convencer a Ecuador que conceda asilo a Assange. Tal triangulación figura de manera más clara en el caso Snowden de 2013. Este hacktivista obtuvo un salvoconducto ecuatoriano con la intención de refugiarse en Ecuador. Cuando el gobierno de Correa se dio cuenta a última hora de los enormes costes de acoger a Snowden, este fue acogido directamente por Rusia, cuando hizo escala en Rusia con destino a Ecuador. El triángulo contra-hegemónico generó enormes frutos para Rusia con el golpe estratégico que Rusia logró en las elecciones de 2016 de EEUU. Operando desde su oficina en la Embajada ecuatoriana en Londres, Assange al parecer colaboró con hackers rusos vinculados al estado ruso para difundir información comprometedora sobre Hillary Clinton e inclinar las elecciones a favor de Trump. La gratitud rusa por el apoyo de Correa a Assange se tradujo explícitamente en la contratación del expresidente como entrevistador de Russia Today en 2018.
El último episodio en el triángulo Ecuador-Rusia-hacktivistas es el que sugiere la reciente información de The Guardian–AP. Rusia, según esta información, armó un plan para extraer a Assange de la embajada ecuatoriana en Londres y lograr que huya a Rusia, lo que requería que Assange gozara de nacionalidad y credenciales diplomáticas ecuatorianas. Como se ha señalado, sorprende la congruencia entre el plan y las acciones que estaba tomando la Cancillería ecuatoriana para ayudar a Assange a salir de Inglaterra. En ambos casos, Assange debía gozar de un nombramiento diplomático ecuatoriano en Rusia. Esta coincidencia –o complicidad activa(?)– se manifestó en los meses de transición del correísmo al morenismo, cuando el triángulo contra-hegemónico aún funcionaba.
Está claro qué ganaba Rusia e incluso Assange con este triángulo, pero no en qué beneficiará a Ecuador. Si bien las complicidades de Ecuador con Rusia estaban alineadas con la retórica contra-hegemónica de Correa, el apoyo a hacktivistas contra-hegemónicos no se tradujo en beneficios tangibles para Ecuador. Más bien ha tenido un alto costo si consideramos el deterioro de las relaciones con Inglaterra y las trabas que ha podido generar en un acuerdo comercial con EEUU. El Ecuador “soberanista” de Correa se dejó convertir en un peón de Rusia en un juego de ajedrez en que Rusia sin duda magistralmente va ganando a un EEUU, que luce cada vez más torpe en el entorno internacional.
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