martes, 20 de marzo de 2018

Los ases que tiene Moreno bajo la manga

  en La Info  por 
Lenín Moreno navega en medio de sus ambigüedades y de las incertidumbres de un momento caracterizado por la dispersión política y la crisis económica. Sin embargo, tiene todas las ventajas para asegurar una transición democrática, estimulando acuerdos entre contrarios y una concertación alrededor de un plan económico creativo y pragmático. Estas son algunas de las cartas que el Presidente tiene entre sus manos:
Debilidad política: la elección de la nueva Presidenta de la Asamblea Nacional dejó entrever el estado de debilidad política de Lenín Moreno. La terna que surgió para reemplazar a José Serrano la compuso la bancada de Alianza País sin su injerencia. Es verdad que esos 46 asambleístas se dicen morenistas, pero fueron escogidos, para estar en la lista de asambleístas, directamente por Rafael Correa. No hay nexos mayores ni ataduras específicas entre Moreno y ese grupo parlamentario que la coyuntura política puso de su lado. Esta posición lo obliga a hacer acuerdos. Y acordar es la tarea que tiene el país por delante.
Moreno no tiene mayoría parlamentaria y no tiene por qué volverse rehén de un partido en particular.
Dos ases fundamentales: Moreno tiene que tomar y anunciar dos decisiones de fondo: un plan económico y un relato político que diga al país qué implica que él se diga socialista. El plan económico está en camino y, tras consultas con sectores empresariales, está en la etapa de cuidar los detalles.
El derrotero político, en cambio, parece crudo, a pesar de que Moreno ha dado pasos importantes, entre los cuales figuran la consulta para inhabilitar a Correa y la designación del Consejo de Participación de transición. En este ambiente de incertidumbre resulta esencial y a su favor hasta su estilo personal: no confronta, no catequiza, no atiborra el espacio mediático con propaganda, no pretende encarnar e imponer una verdad y, en ciertos temas, presta oído a la opinión pública. Por ejemplo, la eliminación de la Senain, anunciada este lunes 19, es un hecho destacable; aunque la protección a Rommy Vallejo durante meses enturbie la decisión.
Los dos puntos de atención capital para el país están en sus manos.
El plan económico: se entiende por lo que dicen funcionarios involucrados directamente en su elaboración que el gobierno enviará buenas señales a los actores de la economía; el país en primer lugar. Esa es la promesa que al final de mes se podrá evaluar. Cuatro ejes componen, en su parte medular, al plan económico: reactivación del aparato productivo, frente fiscal, reducción de instituciones y del aparato burocrático y frente social. Su elaboración ha permitido al gobierno de Moreno comprobar la destrucción y la quiebra en la cual el correísmo sumió al país. Muchas de esas realidades son desconocidas por la opinión. No hay plata y la austeridad será la característica mayor. Por eso no hay que esperar una marcada reducción de impuestos.
Ser el factor dirimente da al Presidente una ventaja política que puede usar pedagógicamente en un país que, en época de vacas flacas, está obligado a conciliar.
El relato político: Moreno no es Correa, pero ¿quién es Moreno? En su definición inicial, para desmarcarse del correísmo, dijo que habría un retorno a Montecristi, a las fuentes iniciales del proyecto correísta. Un alto funcionario suyo dice que no habrá retorno a Montecristi. Esa figura emergió en el momento de mayor disputa con Correa y los suyos. Por supuesto, se dicen progresistas o socialistas y ese es su reto: escribir esa partitura y hacerlo con hechos.
En este punto, hay cómo volver al inicio, a la supuesta debilidad política de Moreno. Por una razón: si su proyecto incluye un programa democrático –en el cual cabe la sociedad en su pluralidad política– entonces Moreno, lejos de sufrir de debilidad política, puede afirmar que se encuentra en el mejor puesto posible para una transición:
el punto donde se tiende la mesa democrática para todos. El punto donde el Presidente está obligado a acordar los temas esenciales del retorno a la democracia.
El vacío de liderazgo: esta vez el centro político, tan necesario como simbólico en una transición, no es una utopía. Y el Presidente ha podido pulsar, en los hechos, cómo la sociedad presiona, no solamente al gobierno sino a todas las fuerzas políticas, para que atiendan la agenda fundamental del post correísmo. Su fortaleza no está en el número de votos que alinee en la Asamblea. Esos votos se sumarán si Moreno está dispuesto a formular y liderar ese programa (económico y político) democrático, pragmático y necesario que requiere el país en este momento. De ello depende el futuro común y, por supuesto, esa tarea básica y fundamental para todos servirá, de carambola, a la tendencia que él anime; la llame progresista o socialista. Sin esas definiciones, sin ese liderazgo, sin esa agenda que debe ser el norte del trabajo en la Asamblea, Moreno puede diluirse. Convertirse en rehén pasivo de la dispersión política y de la política paupérrima que quedó de la década correísta: ajuste de cuentas entre correístas, guerra de clanes, partidos que ofrecen votos para salvar a su líder, como SUMA, viejos partidos que en vez de anunciar un nuevo ideario pujan por ganar espacios burocráticos… como la ID.
Moreno puede dar otro rostro político a los progresistas e incidir en que las fuerzas políticas se centren en la agenda democrática y económica del post correísmo. Su reto es querer hacerlo, mostrar en su dimensión real lo que hizo el correísmo en el país y zanjar, mediante decisiones, esos procesos que la opinión pública reclama desde que llegó. Por ejemplo, el apoyo de su gobierno al carnicero de Caracas.
La debilidad política de Moreno puede ser, entonces, su mayor ventaja.

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