lunes, 19 de marzo de 2018

Elizabeth Cabezas luce bastante desmemoriada

  en La Info  por 
La nueva Presidenta de la Asamblea Nacional no se opone, tratándose de ella, a suministrar respuestas sobre sus acciones pasadas. Pero desea responder pensando en el futuro. Eso dijo hoy en Teleamazonas. El único problema es que ella no habla del pasado sino que lo acomoda. Y de eso dio pruebas en su discurso de posesión y también en la entrevista con Janeth Hinostroza.
¿Cómo explica su presencia en el correísmo, su acción militante, sus silencios, su complicidad con lo que ocurrió, su cercanía con Jorge Glas? A cualquiera se le ocurriría que, en alguna parte, por algún motivo, ella tendría que pedir perdón a la sociedad. Pues no: la nueva Presidenta de la Asamblea escurre el bulto y pide que no restrinjan su vida pública a lo que hizo en los últimos diez años. Porque hay más. Y que se le pregunte, por ejemplo, a Paco Moncayo con quien colaboró durante años. ¿Hablar con Moncayo borra lo que hizo o no quiso ver durante el correísmo? Otro mecanismo para evadir sus responsabilidades políticas pasadas: mostrarse vinculada a la solución de problemas sociales. Y es tan evidente, y tan torpe esa salida, que su hoja de vida, que figura en una nota de la Asamblea, salta de 2007, cuando fue designada Subsecretaria de los Programas Sociales del Ministerio de Coordinación y Desarrollo Social, a su elección como Asambleísta en 2017.
De la misma manera, Elizabeth Cabezas vacía de sustancia los temas espinosos. El CAL, visto por ella, es una instancia que solo chequea requisitos para viabilizar o detener procesos. ¿Eso fue lo que hizo durante el correísmo? ¿No fue acaso la mayoría correísta que usó ese organismo para congelar los escasos intentos de fiscalización que se dieron en la Asamblea Nacional?
Ahora, ¡qué habilidad tiene para otorgarse pergaminos en la fiscalización! Sin que nadie le pregunte, dijo que presentó, en diciembre pasado, una solicitud de comparecencia a Carlos Ochoa, otra contra el Procurador general del Estado y que suscribió el juicio político contra Ochoa impulsado por CREO. Todo eso desde diciembre cuando los afectados estaban como hojas de árbol en otoño. Por los suelos. No obstante se extendió certificados de buena conducta: “he impulsado –dijo– acciones de fiscalización que me parece que son relevantes”.
Lo más chocante en las horas que lleva como Presidenta de la Asamblea Nacional se dio en su discurso de posesión (en este video en el minuto 104). En él, hablando de la Ley de Comunicación, dijo “que si bien nos ha permitido el derecho a la réplica y a estar mejor informados y varios otros beneficios, también se usó como un mecanismo de sanción inadecuado”. Esto dijo justo para anunciar la reforma de esa ley, y no su derogación, muestra el doble discurso que usan ahora aquellos que votaron esa ley, posesionaron al impresentable de Carlos Ochoa, cerraron ojos y oídos ante la persecución de Correa a la prensa y nada dijeron sobre los miles de atentados cometidos por ese gobierno contra la libertad de expresión.
Así que la ley de comunicación permitió a Elizabeth Cabezas replicar, estar mejor informada y varios otros beneficios. Quizá pudiera, la Presidenta de la Asamblea ampliar esa buena noticia de la cual hay muy pocos testigos. Ella no habla de las rectificaciones que por deontología siempre ha hecho la prensa cuando se equivoca o es inexacta. Habla de las réplicas impuestas por los inquisidores de Ochoa en las cuales se incluían propaganda, mentiras, fotos, formatos y diseños ordenados por el aparato de propaganda. Esas réplicas aparentemente le gustaban.
Cabezas dice que estuvo mejor informada con la ley mordaza. Lo cual perfila la idea que ella se hace de la información. ¿Prelación absoluta del aparato de propaganda? ¿Censura y autocensura en los medios perseguidos? ¿Desaparición de medios privados? ¿Periodistas críticos sin trabajo o exilados? ¿Supercom, Cordicom, aparato de troles y ejército de supuestos semióticos asediando a medios y periodistas para que informaran de acuerdo a los cánones del poder del cual ella hizo parte? En ese ambiente, ¿Elizabeth Cabezas dice haber estado mejor informada? ¿Y qué otros beneficios sacó la sociedad (a menos de que hablara de ella y los suyos) con esa ley que ella alaba y que debería ir al basurero?
La nueva Presidenta de la Asamblea enciende una alarma para aquellos que confían que esa ley pueda ser reformada. Por dos razones, al menos. Una: que será cambiada por una mayoría política que seguramente piensa como ella. Y dos: que a pesar de los remiendos, ese bodrio no podrá acercarse a los estándares de libertad de prensa y opinión que manejan los organismos internacionales.
Así, en pocas horas, hay cómo pasar, con la nueva Presidenta de la Asamblea, del desconcierto por su desmemoria a la estupefacción por la idea que se hace de la libertad de prensa. Nada nuevo, claro.

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