lunes, 19 de marzo de 2018

Borja no debe dirigir los medios llamados públicos

  en La Info  por 
Francisco Borja Cevallos reemplazó, en la gerencia editorial de los medios públicos, a Andrés Michelena. Es una pésima señal emitida por la administración Moreno porque prueba que el concepto de lo público no hace camino en este gobierno. Michelena, que es político, tenía una excusa, por su cercanía con el Presidente, para pilotear la ruptura necesaria que se imponía en ese campo: trazó un cronograma político para una labor relacionada con el estatus de esos medios y con su contenido democrático. Él dijo que tras el uso discrecional de los medios por parte del correísmo, iba a evaluar el estado financiero de los medios, conservar uno o dos para el Estado, vender o devolver a la sociedad el resto y preparar la ley de medios públicos.
Borja es un funcionario ex correísta que encontró trabajo, tras haber ostentado tres cargos en el correísmo: embajador en Santiago de Chile, embajador en Washington y ministro de cultura. Borja es un político de esos obedientes que se tragó todo tipo de culebras y ruedas de molino bajo el correísmo. No solo eso: antiguo periodista, vio sin decir una palabra cómo Rafael Correa trató de destruir el periodismo en Ecuador, cómo quiso destruir (y lo logró) el diario HOY en el cual trabajó, cómo el régimen al que sirvió cambió la biografía de algunos de sus ex compañeros y amigos, vio cómo el aparato de propaganda pretendió transformar la propaganda en información, cómo los fiscales y tribunales persiguieron algunos de los periodistas que él conocía o decía respetar. Y nada dijo. Se eclipsó, disfrutó de las mieles del poder y permitió todo tipo de bellaquerías provenientes de personajes ruines puestos por Correa para destruir el periodismo y a los periodistas… Lo hizo sin chistar una palabra. Ese es el político que ahora es el nuevo gerente de los medios de comunicación llamados a mutar de torres repetidoras del correísmo al servicio del interés general.
¿Cómo puede Lenín Moreno creer que sus promesas, en este campo, pueden ser encarnadas por una persona que durante una década traicionó todo lo que antes quiso representar en el periodismo?
Borja, ya se dijo, es un político obediente. ¿Quién puede creer que se va a jugar por arrebatar al poder político la dirección editorial de esos medios para que realmente se pongan al servicio del país en general, y no de quien lo nombró a él en ese cargo? El mensaje que se debe leer de su designación es que esos medios pasaron de manos del gobierno de Correa a manos de Lenín Moreno. Y que el operador de esa tarea es un gerente con intromisión en la línea informativa y editorial; un político leal y agradecido llamado Francisco Borja. Al menos eso fue con Rafael Correa. El tema de la densidad de su ética fue magníficamente expuesto por Felipe Burbano de Lara en su columna semanal en El Universo.
Un político no puede dirigir una redacción, en ningún caso y en ningún gobierno. Aquellos que creen en la puerta giratoria tan practicada por ejemplo por Freddy Ehlers, aquellos que creen que es dable llevar dos gorras, sencillamente engañan a los ciudadanos. Dicho de otra manera: la sola presencia de Borja en los medios públicos da para pensar que el gobierno de Lenín Moreno tampoco devolverá los medios a la sociedad y los pondrá –con mejores modales, claro– a su servicio.
La mutación de los medios prostituidos por la propaganda de Correa era un gran reto. Y si el gobierno de Moreno abrigaba la idea de devolverlos a la sociedad, hubiera debido publicar un código deontológico (antes incluso de la ley), de obligatorio cumplimiento por parte de los directivos, periodistas y funcionarios de esos medios. Un código que evite que el gobierno meta las manos en la línea periodística, que los periodistas apliquen y que la sociedad conozca: es la única forma para que los ciudadanos, los políticos y los gobiernos sepan qué puede esperar y qué no pueden exigir de esos medios pagados con dineros públicos. Esta tarea no puede hacerla un político reñido ferozmente con la ética, que ayer defendió un proceso político autoritario y ahora pretende colaborar para desmontarlo.
El gobierno, como dicen los jugadores de billar, tacó burro en la designación de Francisco Borja a la cabeza de los medios llamados públicos. Su llegada no ha sido publicitada; prueba innegable de que, incluyéndolo a él, hay conciencia de que es imposible que él sea la cara pública de una mutación que el gobierno debe al país.

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