Mauricio
Gándara Gallegos
¡Periodistas
asesinados!
Y asesinados en
París, la Ciudad Luz que irradió el pensamiento de la libertad, donde decenas
de periódicos difundieron las ideas con las que se llevó a cabo la Revolución
Francesa. Y el asesinato tuvo lugar a pocos pasos de la simbólica plaza donde
una vez estuvo la prisión de la Bastilla, símbolo del absolutismo, y que fue
destruida por el pueblo enardecido. Por visitar a mis hijas y sus familias me
encuentro en Europa, y estoy presenciando el dolor por las muertes de los
periodistas del semanario de caricaturas Charlie Hebdo. Pero tan dolidos están
los franceses y los otros pueblos de Europa por esos infames asesinatos, cuanto
por el ataque a la libertad de prensa, al derecho a pensar, a opinar, a
disentir. La gente en la Plaza de la República, en París, en la de Trafalgar en
Londres, y en otras muchas ciudades, llora y grita de indignación. Y no es que
todos estén de acuerdo con las caricaturas, no; de lo que se trata es de
defender el derecho de cada ser humano a expresar lo que piensa en un artículo
o en una caricatura. En ese periódico francés ridiculizan, se burlan, de los
políticos y de las religiones. El periódico ya había sido antes atacado y,
últimamente, amenazado por sus caricaturas del profeta del islam, y
probablemente esto último es la causa del atentado. La condena ciudadana es al
asesinato y al fanatismo religioso y político, enemigos, ambos, de la libertad.
Dos ejecutores de los atentados están muertos, pero no serán detenidos ni
juzgados los autores intelectuales, los que incitaron a ejecutar los asesinatos
a sus fanáticos o a sus asalariados. Una espectacular operación comando, como
la realizada por los asesinos directos, habla a las claras de que detrás de
ellos hay una organización que los entrena y apoya.
En medio de esta tragedia de los
pueblos europeos que han sufrido tantas, emociona ver el espíritu de lucha que
resurge, que no pierde de vista su objetivo: defender sus libertades. Hay una
solidaridad del mundo libre con Francia, la gran mayoría sincera.
No recuerdo una época en la que el
ejercicio del periodismo haya sido tan peligrosa en el mundo entero: entre
tantos casos, en este momento están en las prisiones de Egipto tres periodistas
de la cadena de Al Jazeera; en nuestra América Latina, se multiplican
asesinatos, persecuciones diversas, y, las mas odiosas, aquellas que se hacen a
nombre de leyes arbitrarias que solamente reflejan el absolutismo del
gobernante de turno, que solo quiere oír alabanzas; en estos regímenes,
progresivamente, van desapareciendo los medios de comunicación independientes.
Afortunadamente, hay medios de comunicación y periodistas curtidos en la lucha.
Las horas más negras han sido siempre el anuncio de una época de grandeza, de
fortaleza, de lucha por la libertad. Eso ocurre en la Europa de estos días, y
también en América Latina. Así lo veo y lo siento en el Ecuador. Soplan vientos
de libertad. La lucha contra la reelección indefinida es una prueba de que así
ocurre. (O)
No recuerdo una época en la que el ejercicio del periodismo
haya sido tan peligroso en el mundo entero.
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