Francisco Febres Cordero
Domingo,
11 de enero, 2015
De la paz a
la no paz
¡Qué buen comienzo de año que hemos
tenido! Ese es el mejor regalo que nos hace anualmente el excelentísimo señor
presidente de la República: irse a Bélgica a pasar con su familia y, de paso,
revisar cómo está su departamento. Pero al llegar cómo ha de haber gritado
¡nadievú lavé las ventanés!, al notar que los vidrios estaban un poquito
empañados. ¿Dondé vuvulé pusé mi chemise?, también ha de haber chillado al
revolver los cajones en busca de la camisa étnica que usa en vacaciones. Pero
después se ha de haber calmado, ha de haber desayunado patacones de baguet avec
fritadé de cochon y bolones de fromage, y corriendo se ha de haber ido a
comprar el periódico; luego de leerlo íntegramente, furiosísimo, lo ha de haber
roto y ha de haber mandado a los periodistas a la mason de la belgué por no
haber publicado ninguna noticia sobre su estadía en Bélgica.
Pero lo mejor fue que después de sus
vacaciones armó viaje a la China, lo cual prolongó nuestra tranquilidad por
unos días. Pero en cambio ¡pobres chinos! Locos les ha de haber tenido hasta
lograr que le soltaran el préstamo para financiar varios proyectos: el cambio
de matriz culinaria a la matriz de inducción; construcción turística de una
muralla tipo china que separe a los del buen vivir con los del mal vivir;
explotación de minas con tecnología Lin Piao, que es la que no ensucia. Y como
está cabriadísimo con los indios, les ha de haber ofrecido que si le financian
nuevas universidades ahí se va a enseñar chino, que es un idioma universal, y
nunca más quichua, lengua que hablan solo unos grupos minoritarios y
tirapiedras. Por eso, en el cambio de matriz nombrativa a la que va destinada
parte del préstamo, Yachay se va a llamar Cha Chai.
Cómo será que hasta hizo traducir al
mandarín su obra magna que se llama De la banana repúblic a la no República
¡Qué maravilla! Aunque necesariamente ha de estar cambiado el título para que
los chinos entiendan. Se ha de llamar De la repúblic del chaulafán a la no
república del wantán. O sea, el autor sí creo que actualizó el libro antes de
que lo tradujeran. Fu, con ese título barre en las librerías. Además, siguiendo
con su corriente ecologística, lo ha de haber mandado a imprimir en papel de
arroz para no arrasar con los árboles. Por eso, cada ejemplar va acompañado de
dos palillos, lo cual permitirá que los chinos puedan devorárselo,
literalmente. Después han de llover los comentarios de la crítica
especializada: ¡Qué deliciosa lectura! ¡Un libro que es un verdadero deleite al
paladar! Lo único malo es que la pasta les salió poco dura y eso a los chinos
les ha de atorar un poco.
Chuta, aprovechando que el libro está
traducido está de comprarlo para leerlo, porque hasta ahora, francamente, ¡nos
ha dado una pereza! Tal vez en mandarín lo hemos de apreciar en toda su
dimensión porque el chaulafán nos encanta. Y el wantán también.
Pero ¡ya nos fregamos! ¡Se nos acabó la paz! Nosotros también está de
escribir un libro que se llame De la paz de su ausencia a la no paz de su
presencia. En papel chino, claro. Pero con pasta suave.
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