martes, 20 de enero de 2015

ENTREVISTA A CARLOS FIGUEROA


 Ayer volvió a atender a sus pacientes en un populoso barrio del norte de Quito, cuya ubicación prefiere que no sea revelada. Carlos Figueroa pasó seis meses en la cárcel, por una sentencia por injurias contra el Presidente. En un principio, junto al exasambleísta Cléver Jiménez y el periodista Fernando Villavicencio pusieron una demanda por un supuesto delito de lesa humanidad por los hechos del 30-S. Pero esto no prosperó y los tres fueron contrademandados y sentenciados.
Al salir libre, usted dijo que estar en la cárcel es casi como hacer un postgrado de la vida, ¿qué significa eso?
Que por más dura que sea la situación, siempre intento que sea algo positivo para mí. En este caso, he sacado provecho conociendo las cosas terribles que puede vivir un ser humano, al ver cómo muchas personas son injustamente juzgadas, por la simple razón de que el Estado necesita tener un culpable. Por lo demás, me di cuenta de que en el país no existe rehabilitación social.
Pero quien lo contrademandó va a decir que usted es un exreo, que es un injuriador comprobado y que fue encarcelado por eso…
En estos días salió la declaración del testigo de primera mano, el general Ernesto González, quien publica en su libro. Un excomandante de las Fuerzas Armadas dice, claramente, que el Señor Presidente dio la orden para el asalto al Hospital de la Policía, que no hubo golpe de Estado y que no estuvo secuestrado. No es que las personas no sepan, es una voz más que le restriega en la cara este “error”.
¿Cree que demande a quien publicó este libro?
Que lo haga. Saben perfectamente que esta es la verdad. Ellos construyen su verdad, hacen toda la parafernalia para construirla. La verdad del Régimen es querer que las personas, a fuerza de repetición, crean que alguna vez hubo un intento de golpe de Estado, que el señor estuvo secuestrado y que la gente lo quiso tumbar. ¿Que hubo una revuelta policial? Lo fue. Pero hasta hoy no tiene un solo secuestrador.
¿Se mantiene en sus palabras?
Desde luego. El señor Presidente no me puede demandar dos veces por una misma cosa. Así es que seguiré repitiendo, todas las veces que sean necesarias, que el señor fue quien provocó lo que sucedió el 30-S y que el país lo juzgará cuando deje el poder y la justicia sea independiente.
Pero usted estuvo algún tiempo en la clandestinidad por una sentencia...
Sí, porque yo no reconozco a esta justicia. No reconozco a estos jueces venales porque ellos sirven a un régimen, no al país. Por eso no me entregué, me detuvieron, porque tenía que regresar a ver a mi madre ya que estaba en sus últimos días. Ellos lo sabían y la perseguían, a ella y a mis hermanas, hasta que me encontraron.
¿Cómo supone que lo hallaron?
Éramos víctimas de una persecución de 24 horas al día.
¿Qué fue lo último que su mamá le dijo?
Una semana antes de fallecer la vi por última vez. En Internet circula una carta sobre lo que yo hablé con mi madre, hablamos de todo. Siendo de una extracción popular de pocos recursos, la ayudé, cambié los pañales de mis hermanas. Le dije todo lo que habíamos hecho.
Cuando estaba en la clandestinidad, ¿estaba en Quito?
No, estaba en Sarayaku. Fue una vivencia riquísima. Aprendí mucho, la cosmovisión de la gente y su respeto por la selva. Ese fue otro postgrado para mí, ver su capacidad de lucha y dignidad. Al ver el posible peligro en el que estaba la Comunidad, decidimos salir en un operativo bastante grande, a pesar de que ellos tenían la voluntad de defendernos.
¿Cómo fue el momento cuando les dijo que debía volver a Quito?
Fue muy triste. Verles llorar a las mujeres, que han sido dirigentes, a los niños fue duro, pero debíamos tomar esa decisión. Ratifico mi gratitud al pueblo de Sarayaku, debo volver no solo a agradecerles sino a hacer las cirugías que dejé pendientes, ya había hecho cinco, pero faltan unas siete.
¿Cómo va a actuar en adelante?
Estaré al lado de quienes luchan por los Derechos Humanos, de la gente que denuncia la corrupción, de los movimientos políticos que están en oposición al Régimen. En lo personal, soy médico y vivo de eso, no soy un becado del Estado a quien le regalan miles de dólares para que viva a sus anchas, debo trabajar. Me quitaron mi puesto de profesor principal en la Universidad Central del Ecuador (UCE), el cuál gané. Me quitaron el puesto del Hospital del Día de la UCE.
¿Qué pasa con Cléver Jiménez y Fernando Villavicencio?
Están bien y protegidos por algunas comunidades. Han hecho viajes y dado sus conferencias. Fernando publicó su libro, con una portada muy simpática. Vamos a esperar, les he pedido que tengan mucho cuidado porque falta poco tiempo para que la causa prescriba.
¿Se siente libre o como alguien con un pasado en la cárcel?
No me siento como que fui un reo. Tengo la cara limpia para ir a cualquier lado, las personas me abrazan, me saludan y me dicen que fui valiente. Me siento bien, porque no he sido ni seré un delincuente. Hay otros que en su oportunidad serán juzgados, cuando cambien las condiciones y logremos cambiar a las personas que responden a una sola política, porque ellos si son delincuentes y tendrán que esconder su cara y las de sus familias porque no tienen la condición para decir que tienen ética o moral.

ENTREVISTA DEL DIARIO LA HORA

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