¿Quién decide qué es
desagradable o atenta contra la moral?
Escrito por Andrés Serrano
Los ojos de la
Supercom ven morbo donde otros ven información, figuras retóricas o el titular
de un periódico. Con las noticias ¡Territorio
de muerte!, de diario Extra, así como ‘Investigan
casos de suicidio’, de El Nacional, estos medios fueron amonestados
por incumplir la Ley Orgánica de Comunicación (LOC), que les exige “evitar un
tratamiento morboso a la información sobre crímenes, accidentes, catástrofes u
otros eventos similares”. Sin embargo, en ninguna de los ciento
diecinueve artículos de la Ley se define la palabra “morbo",
ni desde qué paradigma de la comunicación se debe entender.
Lo morboso es una
definición abstracta, influenciada por factores culturales y sociales. Sus
diversas lecturas dependen de los ojos subjetivos con los que se mire. Su falta
de definición en la LOC es un riesgo para el principio taxativo que
toda ley debe tener: ser clara, concreta y no prestarse a dobles
interpretaciones. La Real Academia de la Lengua, por ejemplo, considera que el
morbo es una alteración de la salud, el interés malsano por personas o cosas.
Es el atractivo que despierta una cosa desagradable, cruel, prohibida o que va
contra la moral establecida. Si la LOC se refiere a esta definición -cosa que
no queda claro en el documento- debería explicar también cuál es la moral
establecida en el Ecuador. Decir que algo es desagradable, inmoral y
prohibido depende de los valores que cada uno esgrima.
Lo que unos
consideran desagradable, para otros son elementos narrativos, figuras
literarias y retóricas. En 1966, Hunter S. Thompson publicó el libro de no
ficción ‘Los Ángeles del Infierno: una extraña y terrible saga’, sobre el
terror de los motoristas forajidos de Estados Unidos. Su título es una metáfora
sobre lo que las 353 páginas describen: robos, violaciones y una serie de
acciones desagradables, crueles y prohibidas. Si nos ponemos los anteojos de la
Supercom, es probable que el interés que despierta en el lector esta obra
-repleta de rupturas a las normas- la admiración que podemos sentir por la
narración punzante, detallada y vívida de esas fechorías, sea atribuido al
morbo.
Ya sea en grandes
crónicas periodísticas como la escrita por Thompson o en narraciones diarias de
los periódicos del mundo, la noticia de muerte siempre asombra. Diario Extra
recogió una tragedia en Ucrania, el accidente aéreo de Malaysia Airlines en el
que murieron 283 pasajeros, y decidió titularlo con una metonimia (mencionar el
todo por la parte): ‘¡Territorio de muerte!’. En su informe, la Supercom
consideró que el titular “contiene elementos de despersonalización”, que no se
puede considerar a Ucrania como un territorio de muerte jurídicamente
establecido. Pero, si lo vemos desde otra perspectiva, el accidente dejó
víctimas mortales en parte de su circunscripción geográfica, entonces sí lo fue
temporalmente.
Otro de los
argumentos que usó la Supercom para sancionar a diario Extra fue el diseño del
titular. Dijo que la utilización de letras amarillas con un trasfondo negro
alertan: “se puede hacer una analogía, un símil, con las señales de tránsito”.
El informe, sin embargo, no es claro sobre qué tan negativo es para las
personas que un titular llame la atención. La analogía del semáforo que usa
Supercom puede ser rebatida: si realmente las señales de tránsito -signos que
permiten establecer las reglas de uso de vía- ocasionaran algún efecto
psicológico para asegurar su cumplimiento, Ecuador no ocupara el segundo
lugar de América Latina en mortalidad por accidentes de tránsito.
Uno de los
principios del periodismo es la no invención de los hechos. Pero lo que sí
existe es subjetividad al organizar la información. Todo periodista, al
seleccionar un hecho y colocarlo en la agenda informativa del medio ejecuta
recortes de la realidad, prepondera hechos, fuentes, criterios, y elige un
estilo. Los periódicos no obligan a los lectores a creer al pie de la letra las
metáforas que sus reporteros y editores han escrito. Si diario Extra publica
que Ucrania es un territorio de muerte, el lector decide cómo lo interpreta.
Otro de los medios
amonestados por la Supercom, por abordar morbosamente la información, fue El
Nacional, de El Oro, tras la publicación del titular: “Investigan casos de
suicidio”. La Supercom considera que el artículo no cumple ciertos criterios de
contraste, verificación y contrastación, a los que hace referencia la LOC.
Además, según la Supercom, el diseño de la portada “…empuja al lector a
observar apresuradamente el sentido de muerte, de manera violenta y
morbosa...”.
En este informe, la
Supercom ensaya una enredada definición de morbo: “es la exacerbación del
sentido de atracción hacia lo desconocido que podría operar en referencia a la
intención de producir interés sobre la sexualidad de personas o situación;
referente a la vida privada o íntima de las personas o hechos sociales
específicos como la muerte, la tragedia, el sufrimiento, implicaciones de
acciones o conductas que quiebran la norma, jurídica o moral”.
Tomando algunas de
las palabras de esta definición, notemos que la sexualidad, la muerte, la
tragedia y el sufrimiento son realidades cotidianas. Los periódicos y demás
medios están plagados de historias que satisfacen el interés de informarse
sobre estos temas. Es difícil delimitar hasta qué punto una noticia que los aborde
sea morbosa. Estamos hablando de información, no del cometimiento de delitos
como la pornografía infantil, violación, trata de personas, esclavitud sexual,
videos snuff (sobre asesinatos), etc, para los que ya existen sanciones
penales. La moral que recubre la narración de las historias es individual.
Por más que nos resulte chocante, desagradable, creativo o ingenioso,
abordar esos temas es libertad de expresión. Parecería que la Supercom no toma
en cuenta la denominada “Teoría de usos y gratificaciones”, según la cual las
personas se acercan a los medios porque encuentran satisfacción en lo que les
ofrecen. Después de todo la decisión es del lector.
Otro informe de
Supercom sobre la noticia de El Nacional analiza los usos del término
“suicidio”, dice que es negativo y de “mal gusto” para el lector. Pero saber
qué efecto causa en la audiencia una palabra es una tarea difícil. Recordemos
que las palabras tienen un valor denotativo –la definición del diccionario-, y
connotativo –la experiencia personal, cultural, social de cada persona-.
“Suicidio” puede tener varias lecturas según quién la lee.
Los informes de
Supercom sobre diario Extra y El Nacional, también tienen matices subjetivos. A
través de ellos no podemos saber cuál es el efecto en los lectores, si las
noticias pasaron desapercibidas, generaron rechazo o aceptación.
La mirada con la
que Supercom evalúa a las noticias atribuye demasiado poder a los medios,
un poder que –considero- no lo tienen. El semiólogo argentino Eliseo Verón
decía: “Si me preguntan si los medios tienen poder, respondo con dos palabras:
no sé”. Verón hablaba del “contrato de lectura”, la relación de los
lectores con el medio de comunicación que eligen. Implica un acuerdo tácito,
las personas esperan cierto estilo, enfoque y terminología, cierta
“construcción del acontecimiento”. Si Diario Extra y El Nacional utilizan un
estilo determinado no están imponiendo un contenido, su trabajo se sostiene en
una audiencia que los elige.
En sus 52 años como
estudiante y teórico de Semiótica, Verón nunca hizo análisis de contenidos que
sirvieran como prueba de incumplimientos ante una Ley. Ahora, la Supercom usa
una definición de “contrato de lectura” en uno de sus informes, pero no se la
atribuye a semiótico alguno.
Estos informes sobre
diario Extra y El Nacional tampoco mencionan a la legislación internacional
sobre la libertad de expresión, que habla de respetar las formas de transmitir
la información. El abogado especialista en derechos humanos Gabriel Ocampo
explica que según la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la libertad de
expresión presenta una doble dimensión: protege la manifestación del
pensamiento propio (derecho individual), como el conocimiento del pensamiento
ajeno (derecho colectivo). La expresión y la difusión son indivisibles, al
restringir una se vulnera la otra. En 2004, una declaración conjunta de varias
organizaciones internacionales de Derechos Humanos sobre el Racismo y los
Medios de Comunicación, señaló el derecho a informar las expresiones chocantes
socialmente. Se enfatiza el derecho de los periodistas para decidir sobre la
mejor forma de transmitir información y comunicar ideas al público relacionadas
con estas expresiones.
Tanto la Corte
Europea como la Interamericana han reiterado que la libertad de expresión es
uno de los pilares esenciales de una sociedad democrática, una condición
fundamental para el progreso y desarrollo de las personas, por lo que debe
garantizarse. La protección incluye a las informaciones “que resultan ingratas
o perturban al Estado o a cualquier sector de la población”. Estas normas no
son ajenas al ordenamiento jurídico ecuatoriano. Los tratados internacionales
de derechos humanos que favorecen su vigencia están reconocidas en los
artículos 11.3, 417 y 424 de la Constitución.
Diario Extra y
Diario Nacional informaron sobre dos hechos marcados por la muerte: el suicidio
y la tragedia de un accidente aéreo. Emplearon figuras retóricas para hablar
sobre rupturas de la vida cotidiana de la gente. Estos mensajes fueron
recibidos por lectores que eligen leer esos medios. Si son considerados
morbosos depende de los ojos con los que se mire. Pero mientras la LOC no
delimite estas definiciones, los medios de comunicación no tendrán claro cuándo
cometen una infracción que aún es demasiado abstracta y subjetiva: el morbo.
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